Repara los atajos
Así, las imágenes psíquicas tienen la capacidad de satisfacer, y cuando lo hacen, la conciencia complacida que lo obtuvo, hace uso de él, y aprovecha su misterioso poder. El poder que una conciencia aplica o pone en marcha es a su vez un evento que puede ser imaginado, reducido, a otra forma, la forma de la posesión, y ocurre entonces que el poder que en un principio nació de una imagen, germina en la ficción (grupo de imágenes) de que es un poder de esta conciencia que lo ejecuta, entonces se dice que esta conciencia se ha empoderado de una parte del infinito. Y la satisfacción crece, y con ella, viene un entusiasmo que anhela siempre más fantasía... y la máquina deseante ya está ahí.
Siempre algo del infinito vívido se escapa. Se escapa de las ideas y se escapa de las letras. Los atajos son básicamente formas que prometen un poder de ahorro, los empoderados sabedores de atajos ofrecen, en general, un ahorro de tiempo. Entrados en este juego de poder, el proceso del habitar y presenciar el infinito pierde de vista su origen modesto, entonces se olvida a los tontos dedos que cubrían las muchas estrellas que no se contaban ni se veían, se olvida la poca capacidad que tiene una mano para retener por sí sola a los flujos de moléculas diminutas que son incapaces de conservar una forma resistente. Entonces lo que se experimenta ya no es una comprensión de la finitud y de la infinitud, sino una serie sucesiva de satisfacciones y atajos para nuevas y más exigentes satisfacciones. Son movimientos vertiginosos en la medida que se participa de la amplitud de conciencia. Una persona verdaderamente encarcelada ya es un niño que tiene muchas corcholatas y las aprisiona a todas y cada una de ellas en un bote o en un bolso y cree tener, en efecto, ahí en sus manos, todas las corcholatas de su colección.
Los atajos generan procesos concéntricos y excéntricos y catapultan, golpean y devastan. Sus adalides son la potencia, la fuerza, la velocidad, la ambición, formas arcaicas, todas ellas, de terminación, de cierre, acorralamiento, tragedia y dramática fatalidad. La civilización es una inmensa colección de atajos que no podemos evitar haber heredado en uno u otro modo. Todos los problemas humanos que padecemos los hombres no son sino la consecuencia de ese anhelo, de ese entusiasmo que nos mueve hacia ficciones más complejas, mientras seguimos temiendo el fin de nuestra finitud: la muerte. Pienso que nos tomará más tiempo del que nos hemos ahorrado entender, como especie, qué hemos pasado por alto al andar tan presurosos.
1 comentario:
Buen texto, este es otro de los textos de tu blog que me abren ciertas puertas en algunas divagaciones que había llegado a tener.
Espero se pueda tomar un café la próxima semana.
Saludos
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