sábado, 1 de agosto de 2009

Anotaciones acerca de los entes y de su natural tendencia

El retorno es un acto divino y cósmico. No es propio de los entes que circulan en el tiempo. Estos, aunque pretenden el perfecto retorno, se degradan, son vencidos por la fuerza centrípeta o centrífuga de su intento en el tiempo. Constituyen en su terrenalidad el arquetipo del espiral. Representan la entropía. Y sin embargo, ellos son los que se propagan ad infinitum en un orden manifiesto pero inexplicable, que a la vez se despliega pero sin ser claro ni distinto en su principio o final. Su destino es por esta razón incierto, es por esto que las cosas marchan hacia la oscuridad. Además, estos entes son los únicos que pueden propiamente moverse, porque son imperfectos, es decir, porque están indeterminadamente colocados. El que se muevan y sean libres de navegar por el vacío es lo que los hace dignos. Dignos ciertamente de marchitarse desde sus inicios y de consumir la fuerza y luminosidad de todo cuanto hay. El ente no desperdicia ni gasta, vive, y es en esto digno, es espíritu.