lunes, 23 de enero de 2006

...Y entonces se supo que llegaría un soberano que haría valer la ley, y los hombres conocerían la justicia que sólo imaginaron, y las cenizas de sus enemigos nada mostrarían ya de hostilidad. Paz eterna para los hombres elegidos.

Hubo sin embargo algún hombre bondadoso entre los que no privilegiados. Y fue un héroe. La gente lo adoraba y señalaba como máximo y ejemplar. Sólo podía nacer orgullo de semejante fruto del esfuerzo humano.


Pero en cambio las artes en otras regiones fueron benévolas, y con el intercambio calmaron las enemistades entre las naciones. Se desarrollaron los pensamientos y las ideas, y el mundo conoció algo mágico nunca visto, fabuloso y efímero.


Los hombres sin embargo jamás olvidaron estas vidas, sus vidas. Brotaron de mil y un formas nuevos hombres sin buscar revisar lo pasado. Lo único que tuvieron claro fue su propia hambre y ambición, y nació la competencia, el horror y el confuso absurdo. Unos tenían la verdad, otros ninguna, otros verdades, y se cuenta que otros tuvieron las tres...


El mundo está violentado; busca sanar heridas que siempre pueden abrirse, busca tomar un respiro del aire que cada vez es menos. Su espíritu mortal nunca ha sido conocido sin ánimo. Es sobrehumano pero no eterno, y así no es verdadero ni confiable. Oremos por los abusos que soporta, un día caerá fulminado y quienes vivan y luchen entonces habrán de conocer lo que deseaban tanto como nosotros: la seguridad final.