sábado, 6 de abril de 2013

La esperanza no se conoce (en absoluto)


Para algunos placeres, la esperanza es una especie de requisito. Uno no puede desplegar el código y participar de varios grandes juegos si, además de dispuesto, no proyecta confianza, en cuanto a salud y durabilidad. Es claro que por eso amistades posibles rechinan antes de consolidarse y son desechadas antes de representar altos costos. Pero, ¿por qué se promociona esa neurosis y no otra?, pongamos por ejemplo, para algunos requisitos de la esperanza, la ausencia de ciertos placeres es constitutiva, ¿no debiera incentivarse esta defensa, con mayor razón? Pues claro que no, si consideramos la ideología de la esperanza, en la que ésta no falta, puesto que el sujeto la pone, de alguna manera, mientras tenga alguna chispa de vida. Dicho de otra manera, la creencia establecida es que la esperanza no tiene relación con el conocimiento y con su correspondiente acotamiento de las posibilidades, sino con la pasión infinita, la magia y el deseo, meros fuegos artificiales que distraen de lo propiamente actualizable. Entonces uno no trabaja para que se mantengan las condiciones mínimas de dignidad y potestad, sino que uno crea las condiciones bajo algún sortilegio, pues, esta es la creencia, no hay un punto cero sin retorno, todo está por delante, vida y muerte en el puño, como si el poder fuese cosa tomable y tomada. Ante esto recordamos lo que ya decía el viejo indio:

"Cuando me vuelvo hacia el este, no veo el alba. Cuando me giro hacia el oeste, la noche que se acerca lo oculta todo."