domingo, 15 de noviembre de 2015

Cortar y desintegrar - Anagasear

Acción-reacción, premisa-consecuencia, un pensamiento simple está en marcha. Se especifica el evento uno, tras un lapso se habla del dos. Se sugiere desde la inferencia básica que uno y dos llevan una relación ordinal. La secuencia no es aleatoria. Nos dicen que la historia se tiene que conocer, que el lazo no es accidente. Dicen que ahí están los responsables, las claves de lo que sucede y sucederá. Pero uno no termina de leer los detalles, no termina de barrer el polvo, los sobrantes, las erratas, no termina tampoco de dialogar con lo que percibe.

Entonces la serpiente susurra sus cartas: "déjate llevar." Dice más: "lo que te ha sido arrebatado te será devuelto." O bien: "levántate contra el tirano." Además: "él no te quiere bien." En cierto modo el reptil es la legión y la multiplicidad emocional: "tu subordinación no le basta, te quiere exprimir toda riqueza, privarte de todo descubrimiento de valor." La estructura del mundo es tal que para sustentar el mito de la independencia demanda romper con las dependencias, anular los caminos y volver con la mirada aquello que se propuso ordenado como aleatorio.

Tú, yo, todos supuestos soldados de la anticonservación, somos prisioneros y aspiramos a partir el hechizo del mundo cerrado, fugarnos de la oxidación, dilatada, dolorosa, volvernos contrafácticos, contraintuitivos, contracontras. Incluso buscaremos caernos del caballo de la subversión. Pero, ¿podemos vencer al rival? ¿No somos la fuerza que contiene a los cambiantes por buscar trastocarlo todo? ¿No somos la piedra en su zapato, el codo en sus costillas?

Algunos mantras comunes: evita el compromiso porque es un engaño, un truco de privilegiados, escondidos detrás de la moral; evita la verdad porque puede ser falseada y ante todo hay que evitar nuestro equívoco, hay que impedir que nos tomen el pelo; evita todos los rollos serios, porque cualquier camino lleva al sueño y la ficción, porque no tenemos nada más que el goce, la carcajada, el cuerpo; evita el cálculo del tiempo porque no es constante, se puede explicar y expandir por pliegues, acelerar o capturar, mejor mira fotografías, fantasmas, puntadas de ingenio.

Pero escuchemos: si cada compañero es un ridiculizable, si cada semejante es un no acompañante. ¿Qué decisiones tomamos al fin? ¿Qué carácter dentro de todo ese estorbo nos volvió libres? Y si no podemos serlo de una y vez y para siempre, ¿que clase de actividad nos mantiene a flote, al borde de la creación y de la conservación de la dignidad?

Acción-reacción, premisa-consecuencia, un pensamiento simple está en marcha. Su vigencia es compuesta, por un lado la potencia pura, luego, una sombra del deber. Nada satisface. Todo se desbarata a medias, mientras se edifica, se falla. Mas no solamente hay polvo.

martes, 20 de octubre de 2015

Sustitución de la curiosidad

"En parte por las enormes cantidades que conlleva, un contrato con el gobierno se vuelve virtualmente el sustituto de la curiosidad intelectual." (D.D. Eisenhower)

Entonces sucede que los 'gatos' dejan de morir y se acumulan y alcanzan el rango de plaga urbana. Una infestación de esta clase es doblemente mala, pues además de causar los típicos estragos de una población indeseable, se trata de alimañas a medias por las cuales no se debe sentir poca o ninguna simpatía. Es decir, no es correcto tratar de sofocar a todas estas criaturas por medio de procedimientos reflejos tales como la fumigación y el exterminio. Quizá estos pobladores puedan ser catalogados como espíritus grises, frívolos, vulgares o como corazones simples que han expulsado de sí la verdadera curiosidad, pero de ninguna manera el futuro inmediato se arregla clavando sus cabezas en nuestras estacas o labrando sus vidas en el muro de nuestro destino como vidas tomadas.

Esta situación describe sin lugar a dudas un conflicto prolongado, pero no es de ninguna manera el equivalente a una guerra. Guerras hay de muchas clases, pero lo descrito aquí es, cuando menos, una clase de paz, una marcada por el continuo esfuerzo y la confrontación, de cara a las consecuencias en el largo plazo de haber abandonado las dudas reales al momento de proceder en la invención del mañana.

Varias hebras quedan sueltas aquí. La más jugosa es la que señala la constitución de la curiosidad desde la renovación de los objetos, donde se encuentra el condicionamiento de la frescura, la audacia, el movimiento y el abandono de las cosas bastante manoseadas. No hay modo de garantizar la duda sobre las obras conocidas a medias (in saecula saeculorum), específicamente de aquellas con las tareas bien pulidas y puestas delante.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Paliar hambre social

Una noticia, tal vez falsa, dice que Francia prohíbe a los mercados tirar en contenedores de basura comida todavía comestible. Obliga a establecer algún acuerdo con lo servicios de caridad...

No tengo idea de si debiera reglamentarse de ese modo en todo caso, quizá hay otros canales de distribución de los alimentos en cada localidad. Lo que sí entiendo, o sentientiendo, es que la comida desperdiciada representa nutrientes robados a terceros, a entidades que en su lucha diaria no pudieron llevarse nada a la boca. Además, se trata de nutrientes que para ser acondicionados a las exigencias humanas convencionales tuvieron que sacrificar de paso a otras vidas, múltiples y variadas.

El hambre no para. Era Crono y no Zeus el castrador, ese Hambriento siguió gestando su influencia sobre el mundo, desde las sombras del no reinado. No basta tener una alacena llena, una mesa llena, una barriga llena, siempre queda una hebra de la cual brota el desasosiego, la clara noción de que las reservas se agotan, que hay que seguir moviéndose, porque habrá desconcierto, se intuye que habrá una fuga de la suerte además de las deposiciones. ¿Qué hace falta para tener el hambre a raya? No vivir, ¿será lo justo? ¿Qué si descubriéramos que hay vida auténtica en una dimensión sin hambre? ¿Qué si el tirano primitivo hiciera las paces con sus hijos proveedores de las leyes y normas de los mortales?

lunes, 31 de agosto de 2015

Si fue el Estado...

Una respuesta breve (y dialógica) al hashtag #FueElEstado

Mi idioma heredó el deseo monárquico de dominación. Mi historia de traiciones, borrones y cacicazgos dictó mi sentido de heroísmo. Mi vecino hegemónico me ayudó a inventar una ilusión patriotera. Mis mensajes triunfalistas me hicieron narcisista. Mis poderes ordenaron que nunca nadie estuviera realmente en desacuerdo con el jefe, mientras derrocharon al por mayor la riqueza de las generaciones futuras. Mi espacio y mi reglas recortaron la imaginación y la legitimidad. Mis instituciones expulsaron la discusión de las calles y la equipararon a oponerse al desarrollo del país y a la amargura gratuita. Mi religión se volvió intocable por estar en una mera relación laica conmigo. Mi fama odiosa reproduce la anomia generalizada. Mis maestros enseñaron a obedecer y a estarse quieto, acostumbraron al pueblo al encierro y a los horarios obreros. Mi verticalidad fue la escuela de corrupción de incontables funcionarios y trabajadores. Mis sindicatos traicionaron los sueños de las clases medias. Mis niños-TLC conjuraron mayor diabetes, insuficiencia renal e hipertensión. Mis medios de información pactaron censurar y hacer manejable la miseria, nunca ayudar a resolverla. Mis comentaristas hicieron del odio a la diferencia un valor familiar. Mis reformas despojaron derechos a los ciudadanos y eliminaron procedimientos justos. Mis notas sensacionalistas criminalizaron a unos compas. Mis muros pintados disolvieron algunas protestas. Mis infiltrados me ayudaron a fichar a todos los rebeldes visibles. Mis agentes siembran la droga y las armas. Mis patrullas transportaron a los secuestrados. Mis negocios desaparecen gente y arraigan la ausencia. Mi organización disuelve la verdad. Mi terrorismo decapita, desolla o mutila personas. Mi bala mató al niño, a la embarazada, a los olvidados, a los ninguneados. ¡Cómo voy a conservar la calma y resguardarme temeroso, si #FuiYo, si #YoSoyElEstado!

¡Yo también pagué cada chingadera! Por eso pongo en pausa lo que debería ser mi vida, porque mi proyecto no atiende las emergencias del país. No soy parte de un puñado de alborotadores, soy el que queda, el residuo, aquel fuera de foco; #YoSoy132, el que llegó tarde, el que ahí estaba pero que no puso atención, la oveja pinta, ni blanca ni negra; soy el que llegó en parte por moda, en parte por ligue, en parte por convicción; el que está fuera del plan, pero que lleva, cual heraldo, la marca de la vida: la singularidad de ser irreductible y sustantivo.

P.D. Nada personal contra el HT. Un signo contiene el universo, pero también es un solo signo. No se callen, que todavía queda mucho por comentar en el extenso tejido del lenguaje.

jueves, 25 de junio de 2015

Carta de amor breve y abierta

Hay tanto que quisiera decirte, pero ya mucho no podré expresarlo.
Has de saber que me vacié de palabras demasiadas veces antes de hoy.
No sé cuántas cartas te escribí. Incluso olvidé dónde dejé esas que nunca te envié.
Pero más fueron las conversaciones que tuvieron lugar en mi cabeza.
Creo que esas charlas no suman juntas más de cien, o quizá, el caso es que me es imposible enumerarlas.
En ellas platicábamos largo y tendido, a veces durante más de una hora seguida.
Te contaba qué hacía y por qué lo hacía. Curioso, tú me platicabas en qué estabas.
Eran puras suposiciones, lo admito, carecía de cualquier noticia tuya.
Pero cada diálogo que teníamos liberaba un pendiente que traía contigo.
Todas las veces te dije algo que quería decirte. Algo que no pude expresarnos en su momento.
Hablarte a menudo era un evento trascendente. Me volvía otro ante ti y ante mí.
Sin darme cuenta me volví practicante de una larguísima oración, donde soñaba que te servía.
¿No te parece gracioso?

No importa cómo lo ponga, ya muy poco sé de ti.
Además de que el olvido rasgó el tejido de tu recuerdo, te me duplicaste.
Una versión de ti dijo adiós una sola vez.
Otra versión de ti me sigue silenciosamente y me escucha tareas, penas y promesas.
En sentido estricto, esta figura no es una alucinación: no la puedo ver y mi oído mental casi no la escucha.
También sé perfectamente que hablo solo cuando platicamos los dos.
No sería otra persona si no hubiese caído en la tentación de responder a mis afirmaciones.
Pero lo hizo. Necesitaba el diálogo como el agua su continente.
Así fue como usurpé tu lugar.
Ahora pago la consecuencia y me confundo. Ya no sé qué de ti fue real y qué fue parte de un soliloquio imaginario.
A la fecha, mi tiempo en compañía de la fantasía supera el tiempo que nosotros tuvimos juntos.
Me pregunto si un día, tal vez, quisieras que te presentara a tu otro yo, que es mi sombra.
¿No te parece gracioso?

Si tuviera que explicarte qué eres para mí, si diésemos por sentado que eso, de algún modo, te importa...
Diría que eres el leitmotiv de mi vida adulta.
No en un sentido musical. Por alguna razón, ninguna melodía puede capturar los efectos de tu pasar en mí.
Aunque mi madurez es absurda, la repetición de tu tema tiene una severidad formal que construye mi ciudad.
No te responsabilizo por mi presente. Si hoy parezco un desastre se debe a mis decisiones, por amar la flama.
Claro que hay muchos más factores detrás de por qué nos pasó lo que nos pasó.
Pero el más importante, el que no tendría empacho en llamar universal, fue no haber sabido qué nos dolía.
Tuviste mucha razón en hacer que tu último regalo fuese desaparecer.
Creo que fue tu mejor argumento. Pienso que lo único que quiero esta noche es estar a su altura.
Sé bien que nadie planeó la destrucción de tus sentimientos, que la inmanencia solamente se vindicó.
A pesar de todas las cosas que se hicieron bien, el telón cayó sobre nuestros personajes.
Yo me quedé pasmado. Tú marchaste hacia el sol naciente. Yo me quedé esperando hacia el poniente.
¿No te parece gracioso?

lunes, 22 de junio de 2015

Cuatro actores políticos - Comentarios a Iglesias

Estas palabras son motivadas por dos videos subidos a YouTube, en donde habla el personaje Pablo Iglesias. Por qué escogimos esos dos videos en particular es una contingencia cualquiera. Otras participaciones pudieran ser contenidos más relevantes o mejores exponentes de la verdad histórica o más óptimos para una lucha concreta, pero en lo que a nosotros concierne, el contexto de origen se nos ha perdido. Advierto además que estas letras son enunciados salidos desde un trozo de México y una minúscula red digital sin ninguna intención de definir el futuro de Podemos o de otros partidos europeos. Lo que estos consigan y cómo se desarrolle la situación de España o de Portugal no lo pretendemos adivinar ni sabríamos criticarlo. Sin embargo, les deseamos lo mejor y esperamos que los distintos pueblos prosperen y tiren a la casta, cuyas canalladas nos repugnan y recuerdan tanto a la injusticia y el empobrecimiento de lo humano y la comunidad global. Lo que sí intentamos establecer aquí es una reflexión general para una oposición general en miras a la transformación de la política y de la economía. En ese sentido, esto es un pedazo de obra generalista, para la mera recreación o la estimulación de las ideas.

Distinguimos primero que Iglesias habla de cuatro tipos de sujetos o actores políticos. De cada uno destaca rasgos con convincente claridad y a nosotros nos interesa comentarlos. Se trata de: los enemigos ("la casta"), los diagnostas ("los politizados"), los organizados ("las organizaciones") y la mayoría ("el pueblo"). Los enemigos y el pueblo encarnan la contradicción principal, a saber, que una clase de personas, ridículamente chica en número, concentra gran parte del poder y la riqueza del mundo, mientras el grueso de la población padece condiciones indignas para su humanidad, aunque sean los propiamente causantes de mover el mundo. Los otros dos actores políticos tienen varios puntos de coincidencia, pero unos se enfocan en entender los fenómenos y los otros en cumplir tareas sociales de articulación.

I

Los enemigos a los que se refiere Iglesias son identificados como la casta, personas materialmente enriquecidas a costa de la mayoría. Son ellos en buena medida los responsables de que la expectativa de vida para los jóvenes sea menos optimista que la de sus padres. La podemos describir como una agrupación minoritaria que por su condición tiene el control de los movimientos explícitos del poder en la democracia. El enemigo, entonces, es la oligarquía de la democracia actual. Habla a nombre del pueblo o de la nación, pero sus inquietudes están filtradas por su clase, clase que se ha consolidado a lo largo de una acumulación histórica de injusticias y despojos. Desde luego que la casta no es homogénea, está habituada a dividirse en intereses particulares, cada uno de los cuales son defendidos por medio de una construcción artificial de oposiciones políticas. Decimos artificial porque cualquier oposición que venga de ellos no va a comprometer las prerrogativas sociales de las que son beneficiarios. Para conseguir este escenario, diseña un lenguaje y movimiento político, lo que, por su duración, genera historia y bemoles inagotables de comentar. Gracias a que siempre tienen especialistas opinando sobre lo que sucede y criticando unas y otras partes, se instaura la verosimilitud de que el teatro montado es cosa seria. Pero ellos temen, siempre temen, porque tienen mucho que perder. Gozan de beneficios y poderes discrecionales que les permiten prosperar en un entorno económico desigual que no perdona el hambre ni la marginación. Por supuesto, para ellos, desde sus alturas, la gente de a pie no representa dramas en su existencia, son apenas recursos para darle significado a su saliva, para la venta de sus promesas.

El enemigo teme o se desestabiliza cuando aparece un contrincante que no opera de acuerdo con sus modos políticos y viola sus expectativas. Necesita que la oposición sea su igual de clase o cuando menos que esté codificada únicamente según sus categorías, para que siempre juegue a las reglas que ellos mimos dominan en conjunto, como clase. Para ellos un mundo radicalmente nuevo no es posible, todo cobra sentido a partir de su herencia y de las dignidades o atribuciones de que son portadores. Por supuesto, el enemigo no pierde seguridad ante cualquiera que le lance improperios o predique verdades como puños en su contra. El enemigo del enemigo, para que sea rival de la clase en el poder, debe tener notoriedad, debe tener la capacidad de llamar a sí los reflectores y transmitir sus mensajes con la misma fuerza que las mejores marcas del mercado, es decir, deben expresar consignas breves y directas. Cuando los enemigos son retados por un actor que no tiene presencia generalizada no percibe amenaza real. Una de las causas por las que una oposición del pueblo o nacida desde abajo no tiene predominio es su conservadurismo. Se equivocan todos aquellos que se parapeten en sus signos particulares, probablemente plagados de historias de desprestigio y prejuicios descalificantes, como cualquier otra víctima dominada por el discurso de la oligarquía o de la hegemonía. Cuando el rival potencial se enfoca demasiado en conservar su identidad se aisla y se anquilosa, pierde capacidad de contacto, no ya sólo con el enemigo, sino con la gente común y corriente. El enemigo sólo se verá preocupado o sentirá que le alcanza el fin de los tiempos cuando perciba que un diferente consigue convencer mayorías y aglutinar simpatías, cuando persuade alguien fuera de su clase y estilo de vida cupular, que maneja otro lenguaje y tiene propósitos de otra naturaleza (que busca el auténtico bien común, por poner un caso). Esto es lo que muchos han pedido reconocer como unidad popular, ese momento en que el enemigo encuentra a un verdadero rival, uno que subvertirá su control de las reglas del juego y que dejará de lado su guiñol de transiciones políticas y democráticas.

Los enemigos, nuestros enemigos, son los que se detectan desde diversas latitudes en una forma de democracia muy particular. Por democracia aquí entendemos más que la idea estereotípica y moderna de democracia, hablamos de un discurso ideológico, de la percepción global donde se la representa en casi todos los medios como mejor modelo de organización política posible, eso que sugieren, además, se debería establecer en todos los territorios del planeta. Pues bien, en esta democracia es que se percibe el enemigo. Lo notamos incrustado inherentemente a esa idea de democracia. Esa clase maligna, por exagerar tantito, es también la aplicación lógica y directiva de los poderes económicos, al mando hoy de los sueños que el s. XX construyó con el nombre de proyectos de nación y cooperación global. Dicen que no es posible una política mejor, ¿por qué será que todos los que resisten están pensando en algo mejor? ¿Por qué será que se los describe como delincuentes, criminales o terroristas, cuando solamente piden que no se disponga de su vida y su salud o que no se los mate arrebatándoles el agua, la tierra y la organización?

Pero hagamos un alto aquí. No es casual que se hable de enemigos en política. La política es una lucha de poder, consiste en "tener éxito", dice Iglesias. La victoria es posible sólo si se identifica al adversario, lo que en lo social se traduce a quienes deben dejar de estar al mando de la situación. La lucha nace conceptualmente de un binomio clásico que se constituye con una intención destructiva, de socavamiento y de mitigación. De aquí salen los contextos semánticos de ganar/perder, conquistar/liberarse, paz/guerra, valor/miedo. La guerra demanda enemigos porque es un lenguaje que amplifica el individualismo sobre la comunidad total, promueve la prevalencia de una intención por encima de las demás. Esto es la creación del Rey y su servidumbre o del capitán y el resto de la tripulación. No es tan grave la acción como pueda parecerlo a primera vista, se acota sola porque es incapaz de ir infinitamente en contra de la propia naturaleza humana que es gregaria, incluso generosa, cuando libre de amenaza. Si las historias de guerra no terminan en la aniquilación total es porque el individuo que descuella busca el beneficio propio, y ese beneficio incluye un comportamiento en los otros distinto a la muerte. La victoria, en el marco de una lucha política, es el sometimiento de la voluntad de los perdedores encaminando su actuar de modo tal que no perjudiquen el discurso ganador, para que en el mejor de lo casos lo cultiven.

Si es difícil para la propia sensibilidad lidiar con enemigos, al menos no debe taparse la realidad ni esconderse que hay discursos vivos que están en pugna, y que unos relatos son más generosos que otros y que esos deben prevalecer, y no se va a lograr con meros buenos deseos. La pasividad hace el caldo gordo a los abusivos, y algunos discursos son autodestructivos o se cobran decenas de miles de vidas. Porque sí, tengámoslo claro: las palabras matan, en muchos niveles y momentos. Mata una declaración de guerra, un dictamen de pena capital, las firmas de desregulación ambiental y desregulación laboral. Mata las normas de la economía, automatizada y sin idea alguna de la magnitud humana y personal. También mata el lenguaje del odio que hace de los enemigos criaturas viles, irresponsables, irracionales, miserables, condenadas, descartables. Creer que se puede ganar con un revólver, sin palabras, eso también mata.

Algunos difusores de mitos hablan de la guerra como si hablaran de una ley natural, como si la lucha fuese inescrutable e inevitable la crueldad en la sola existencia. Llevan algo de razón, si atienden al movimiento, pero también exageran, especialmente cuando destacan las garras y dientes ensangrentados del mundo animal mientras omiten el amor que se describe a cada oportunidad en la historia del evolucionismo, sea físicalista o espiritual. La selección natural no es una sucesión terrible de injusticias, es una condición del mundo con la que se puede jugar mucho y divertirse a mares. Lógicamente, si nos organizamos, todos podríamos coger, como señala un meme de Habermas (un teórico generalista bastante popular que ha estudiado el espacio público).

Habermas es un loquillo.

Si exploramos las distintas guerras y sus registros, veremos que tienen ciertas reglas generales, nos guste o no. Al observarla aparecen ciertas líneas de trabajo que nos hacen pensar sin descanso. El asunto de luchar y vencer se construye con estrategia, tácticas y planes. Implica análisis más allá del reconocimiento de un enemigo. Requiere identificar todos los vectores de las fuerzas políticas, ubicar su participación en el tiempo y el espacio, determinar los instrumentos que tienen a la mano y diversificar sus acciones en un repertorio de formas de lucha y planes de acción. Reconocer a los enemigos apenas y es un detalle del complejo problema de estudiar y componer el universo social. Para abordar este entramado, aparecen en la discusión los diagnostas y los organizados, actores políticos especiales que tratan de mejorar las condiciones de la mayoría.

II

Los diagnostas son los geniecillos que se las dan de especialistas en la materia social, revolucionaria e ideológica de su gusto. Como están politizados desde hace mucho tiempo y los respaldan muchos libros, autores y modelos, tienden a pensar que la razón los asiste y también la verdad histórica. En efecto, están lejos de balbucear arbitrariedades, pero también distan de influir en la percepción y en las actividades de la vida cotidiana de la población mayoritaria a la cual presuntamente quieren beneficiar. No pueden ser protagonistas de la transformación social porque son, ante todo, individuos, seres cuyo comportamiento es especial y poco imitable por una comunidad. Si pudiéramos entrar a la cabeza de un diagnosta, encontraríamos extensas regiones que consisten en experiencias históricas, hechas a partir de diálogos y reportes con gente a la que generalmente no conocieron. Están plagados de datos e informaciones cuyo contexto y sentido tiende a ser impreciso, y si somos primerizos en ese laberinto mental singular, no podremos encontrar algo claro y concreto, tal vez mucho carecería de sentido. Sin embargo, los mayores parangones de rigor lógico y exactitud los encontramos entre los individuos que poseen mentes así, aunque sus ámbitos de pericia, donde se comportan como calculadoras o como enciclopedias, sean muy reducidos. Son ellos quienes pueden usar con precisión las categorías de análisis político, quienes pueden estar convencidos, como Iglesias, que una idea definida como clase puede explicar cinco siglos de sucesión histórica. De todos modos, muchos diagnostas no saben qué es una clase social, y aún así sirven a la transformación.

No obstante, los diagnostas no deben pretender que los demás adopten sus categorías de comprensión. Aquellos que insistan en sus figuras de lenguaje, en sus tecnicismos, se van a frustrar, desde luego. Los demás no tienen obligación ni condiciones para entenderlos con esos términos medios. Los diagnostas son, en este momento, una rara avis. Aunque muchos quieren hacerse pasar por analistas, críticos e intelectuales, la inmensa mayoría no tiene las condiciones para pasar por el largo proceso formativo de un diagnosta social, con la bastante paciencia para ser juicioso, informado, integral, efectivo. No se puede sencillamente porque la desigualdad también ocurre en la distribución del capital sociocultural. A menudo, lo que hacen los compañeros que aspiran a ser diagnostas es conformarse con el papel de serlo, es decir, con el actuar como si lo fueran, aunque no tengan foro, ni pares, ni datos fiables, ni métodos. Son tristes guanabís cuya genealogía podría explicarse en el marco de la promesa que recibieron de la ilusión universitaria, de la cual mamaron, como parte de ese 15% de privilegiados con licencia para soñar con que su calidad de vida estará garantizada en función de su preparación profesional.

Para evitar la frustración, Iglesias propone que, por humildad, los politizados e instruidos ubiquen el problema en sí mismos y no en los otros. Por supuesto, la única actitud que puede intervenirse con un alto porcentaje de éxito es la propia. O sea que los geniecillos deben ocuparse en volverse sencillos. Así el lenguaje directo y concreto se prescribe universalmente al igual que la modestia. Hay que actuar con "lo que hay" -dice Iglesias-, y lleva razón, pues la voluntad sola no conduce al éxito; pero no debemos suponer de aquí que nadie debería entender a los especialistas, como si su conocimiento implicase siempre altanería, falacias y delirios. Por supuesto que pueden estar equivocados, errare humanum est, pero del hecho de la incomunicación entre entendidos y lingüísticamente distantes se perfilan otros mensajes, en especial dos. El primero es tácito e ingenioso, recomendamos decírselo a los primerizos que no tengan experiencia en la politización, y dice: "ustedes, los que según entienden, deben identificar sus diagnósticos con los sentimientos o necesidades sentidas de la mayoría." El otro mensaje es un tanto inmoral, pero importante en el marco de la guerra política: "ustedes, los que según entienden, deben manipular a los demás, deben mover a las multitudes a pesar que éstas no entiendan su diagnóstico." Ambos submensajes se coimplican, pero desenterrados suenan algo mal. El primer mensaje dice que hay que distorsionar lo que se entiende hasta el grado que encaje en lo que la mayoría quiere. Esto es extraño, porque lo que se entiende, en términos estrictos, está respaldado por conocimientos y hechos, no por su semejanza a las creencias más difundidas, que las mayorías pueden estar en un error es un truismo consabido. El segundo mensaje dice que la conciencia ordinaria es lejana y que no podemos esperar por su anuencia, por lo que hay que estimularla para que actúe sin conocimiento de causa, de este modo se justifica una especie de vanguardia que se monta encima de "las masas" y las espolea.

Esto último, visto así, suena grosero y cercano a lo que hace el enemigo con su producción de conciencias frívolas. Obviamente nosotros, los que reconocemos al enemigo, no queremos identificarnos con él, no queremos parecernos a él, entonces hay que explicitar las diferencias, exaltarlas, aunque esto oscurezca el llano acto de guerra política que se practica: lograr que una voluntad se imponga sobre otras. Para ganar distancia del enemigo fue que Iglesias habla de un colectivo de oposición, de ese tercer actor que es la organización política, más allá del sabiondo. Tiene que ver con un grupo nacido de la gente de a pie, guiado por un espíritu moral, directo en sus principios y en consonancia con el sentido mayoritario de dignidad y justicia. Además, este grupo debe tener el ingenio suficiente para entablar conversaciones francas, lo que en muchos casos demanda crear caricaturas de los conceptos que muestren el camino al cual se dirigen si respaldan el proyecto, aunque no lo puedan explicar a detalle. Para ilustrar esa perspicacia, Iglesias menciona el cuento Mouseland, útil para señalar al enemigo. El relato no es preciso, por ajustarse a una idea de democracia nominal, basada en elecciones, pero sirve para entender que los de arriba no quieren lo que los de abajo porque no viven ni sienten lo que les pasa a los de abajo. Si se analoga la diferencia de clase con la diferencia entre gatos y ratones (lo cual es más eficiente si no se menciona la diferencia de clase), cualquiera entiende de qué va la cosa, aunque no tenga formación académica o escolar. Así las cosas, los organizados debe de traducir a los diagnostas, porque estos suelen ser torpes de palabra o cretinos sociales, carentes de contactos y experiencia en diversos modales válidos según sea el ámbito.

Además de dar cause a los diagnostas, los organizados también deben habilitarse en los lenguajes e instrumentos de las distintas formas de lucha y resistencia y elegir su papel dentro de la estrategia que adoptaron contra el enemigo. Lo primero que hacen los organizados es encontrarse y generar espacios autónomos. No importa si los lugares son transitorios, lo relevante es que sean políticos, que quiebren la ilusión globalizada de que la democracia consiste en dedicarse a un campo de trabajo bien delimitado por la carrera personal mientras se consume cualquiera cosa que exija el capricho privado. Los pasos iniciales tienen que ver con una conciencia social que se resista progresivamente a la percepción individualista del mundo, que pueda establecer que el nivel de consumo al que aspiran los menos no es materialmente posible para todos y que avanzar conservando los mismos valores destruirá el planeta, como ya destruye a las especies que habitan fuera del horizonte del crecimiento actual y moderno. Los organizados tienen la tarea de comprender que la guerra evolucionó en disuasiones sin escrúpulos, que se practica todo el tiempo entre amenazas que convocan al miedo y promesas que esconden la complicidad. Deben visualizar los males derivados del sustento de los vivientes, de su movilidad, de los métodos para su contención, de los valores detrás de la economía, de la destrucción ambiental y sanitaria descartada del cálculo racional. Tienen que tomar en sus manos la pesada tarea de ocupar las formas que se conocen para dirigir la política, ser promotores de los esfuerzos nacientes y dar cabida a nuevas experiencias políticas. Difícilmente tomarán una decisión si andan a las prisas. Para los grupos, como para los individuos, es importante dejar pasar el tiempo para percibir el propio cuerpo colectivo y asentar los pies sobre la tierra.

Sin obedecer ciega y reactivamente a las coyunturas o agendas mediáticas, los movimientos podrán entrar en el pastel político de la toma de decisiones, tal como corresponde a los agentes políticos. Con cierta paciencia, se revelarán las distintas oportunidades para determinar los cursos de acción para las propias fuerzas, midiendo las aguas con las ajenas. Iglesias señala explícita e implícitamente que hay diferentes momentos para los organizados: tiempos para poner el ritmo, momentos de audacia, momentos de orgullo, momentos de aglutinar sentimientos mayoritarios y momentos de ofrecer servicios relacionales. Los ritmos se deciden cuando la organización es protagonista en la discusión de turno y se puede dar el lujo de declinar ofertas de aparición. Los momentos de audacia serían aquellos en los que se pueden hacer señalamientos que vinculen los hechos sociales, aprovechando los signos que están en juego, generando inflexiones en la opinión de la mayoría. En México, por ejemplo, la movilización de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa permitió articular algunas cuantas ideas: se habló con abundancia de narcopolíticas en México y se responsabilizó al Estado del crimen. No siempre se pueden realizar conexiones lo bastante aglutinantes, en ocasiones por falta de audacia (caso #1Dmx) y otras por falta de foro (caso Tlatlaya). Los momentos de orgullo son los de pertenencia a ciertos valores o principios identitarios, conductas que recuerdan al nacionalismo y que, tal vez sólo convengan cuando el movimiento es amplio y estable. Por el momento de aglutinación nos referimos a la conexión entre el diagnóstico socializado en el grupo organizado con las necesidades sentidas de la población, ese punto en donde se genera una fuerte convocatoria que hace sentido para muchas personas y despierta algún horizonte de confianza. Por último, por el momento de los servicios relacionales nos referimos a la acción permanente del grupo organizado de provocar y dar alguna continuidad a la participación política de los ciudadanos, creando oportunidades políticas de reflexión, aprendizaje, solidaridad, apropiación, construcción, etc.

Los movimientos de transformación, si son amplios, deben tener un extenso repertorio de frentes en lucha, cada uno empujando desde diferentes formas de lucha. Una de estas formas es el partido político, pues incluso en las instituciones hay fuerzas de cambio. No puede valorarse a los partidos políticos de manera universal, al menos no fácilmente, porque su definición depende del marco cultural y político donde se pretenda armar uno, y lo mismo pasa con sus alcances. Por lo regular, se trata de una forma muy limitada porque se sostiene de un estado de derecho que no siempre es sólido. Los países que carecen de pactos nacionales deben limitar un tanto su confianza en la efectividad de los partidos. Sin embargo son indudablemente espacios que hay que ocupar desde la intención general de la transformación en la medida que actualizan las relaciones administrativas de las ciudades. A pesar de las dificultades para el consenso, Iglesias pudo sintetizar en sólo cinco rasgos cuáles son los puntos con los que un partido político puede tener éxito. El caso de Podemos podría ayudarnos a combatir al enemigo común del planeta, de todos modos, su éxito no debe considerarse exento de algún comportamiento suicida o destructor de su forma como partido político; los partidos políticos tienen que evolucionar porque su forma es históricamente insuficiente, no así el esfuerzo de los organizados concretos dentro de él. Los ingredientes que recupera Iglesias son:

  1. Recuperar la ilusión, como si no hubiese mañana malo o estuviese al alcance una transformación significativa.
  2. Defender la moral, rechazando el respeto incuestionable a la institución organizada y a la repetición doctrinaria.
  3. Señalar a los responsables, aprovechando el momento con audacia para explicar por qué se violan las expectativas.
  4. Cambiar las reglas del tablero, empujando las contradicciones del enemigo y evadiendo sus parámetros.
  5. Ser empáticos, sin altiveza, ni regaños ni conservadurismos, logrando identificaciones con la mayoría, no con el enemigo.

Del primer punto merece una mención especial su señalamiento contra los "cenizos" o pesimistas. Invita a desoír a esa gente oscura que no puede condescender ni una pizca con los demás organizados, mientras disparan pretextos tratando de anclar la atención a alguna condición no cubierta. Puede que incluso tengan razón, pero es irrelevante si no están ubicados en el contexto de la estrategia y no captan o no deciden la forma de lucha a la que asisten. Nuestra recomendación es que los pesimistas estudien teoría de la guerra y definan qué están haciendo, puede que así les resulte más claro que ciertos ejercicios deben hacerse "sin conocimiento de causa". Para que la resistencia sea efectiva, las formas de lucha deben estar diversificadas y dar todo de sí, como si sus puntos ciegos o débiles estuviesen siendo complementados por el trabajo de otras organizaciones. Aunque esto genere alguna incertidumbre en los individuos que no pueden ver el panorama, el tipo de cooperación estratégica que tengan va más allá de cualquier "acción simultánea" que puedan calendarizar. El análisis de fuerzas revela que la mayoría de los grupos aliados nunca llegan a conocerse directamente. Esa reflexión es una tarea pendiente para todos los que sueñan con convenciones nacionales gigantescas donde según pueden brotar nuevos consensos.

El segundo punto lo desglosa Iglesias a partir de la expresión "hay que ser laicos". Nosotros no somos de la opinión de que la laicidad ayude mucho a la unidad popular. No en tiempos en que las mayorías tienen una especie de necesidad espiritual o de ansiedad hacia lo trascendente, y cuando los enemigos han orquestado diversos odios contra religiones promoviendo la simplificación de que son violentas y fundamentalistas. Lo que encontramos indiscutible es que no se practique el respeto doctrinal, como si las discusiones estuviesen cerradas. Hoy más que nunca tenemos que promover el diálogo sobre el extenso repertorio de posibilidades, abrir los exámenes compartidos de los acontecimientos. No necesitamos largas y complicadas interpretaciones de trocitos microscópicos de la realidad. Al contrario, necesitamos ser muy amplios en nuestros relatos y permitirnos el apretar poco para dar chance a que los demás sientan que hay cabida para sus intereses y habilidades, para que se animen a ocupar algún lugar dentro del relato del mundo contado y sean, después de todo, parte de la transformación. De alguna manera, esto debe significar la defensa de la moralidad actual: conseguir que las cualidades de una singularidad desarrollen junto a otras singularidades algo que las nutra individualmente mientras les genere mesura y sentido colectivo.

El tercer ingrediente llama nuestra atención en dos sentidos: como conciencia de la responsabilidad humana y como discusión pendiente para los organizados y diagnostas que crean poder precisar algún aspecto de la ética. Hablando un poco sobre la mayoría o el pueblo, hay en varios territorios del planeta un tipo de conciencia mansa y resignada, que rechaza hacer innovaciones en su modo de vida, por difícil que sea siempre y cuando tengan lo mínimo. No todos se permiten ambicionar con "sueños imposibles" de una "cabecita loca". ¿Qué tipo de participación puede solicitarse de ellos? Un primer involucramiento es la idea de la responsabilidad humana, un viejo problema ético, pero primero que nada, moral. Las personas tienen que conocer cuáles son los alcances de la humanidad, hoy globales y agresivos, y dejar de creer que muchas de las calamidades son infortunios sin responsable, como si hubiese nomás que cubrirse de fenómenos naturales mandados por Dios. Si no se comunica que la pobreza y la riqueza son construcciones históricas, causadas por intervención humana, que no vienen de una simple mala suerte o de bendiciones inexplicables, las personas no se sentirán urgidas a actuar por su sola convicción moral. Hay muchas rutas de politización y aprendizaje, y todavía más estadíos de la comprensión. En la medida de lo posible, hay que preparar un trato respetuoso para cada situación arrellanada en la inacción transformativa.

La discusión pendiente que suscitan estos estos puntos esenciales para los partidos políticos entre organizados y diagnostas tiene que ver con los absurdos que desata la violencia, es decir, la transformación en sí misma, no el sentimiento de quinta de hacer el mal del que muchos pretenden huir igual que quien esconde sus pecados. El problema se trata de decidir qué procesos dejar hacer y cuáles neutralizar. Si las vía que representamos, por medio de la cual aglutinamos fuerza y unidad, lleva por principio proteger la vida, si lo que queremos es que no nos maten, y por eso estamos en contra del enemigo, ¿vamos a permitir que otros transformadores, aliados generales, promuevan el linchamiento de los pocos responsables que puedan atrapar? Los otros transformadores son necesarios porque nosotros somos solamente una instancia del movimiento, adoptamos una forma, y la dejamos correr, mientras estamos ocupados y la gran mayoría de los hechos se nos esconden. Una manera excelente de dejar hacer es promover precisamente el optimismo, la actitud de que no habrá mañana malo. Si se piensa así, se reduce la preparación y la anticipación de las divergencias, algunas de las cuales podrían ser moralmente perversas; ¿alguien dijo socialismo real?, ¿dictaduras de izquierda? Por otro lado, si no somos doctrinarios y ponemos en duda las medidas a cada oportunidad, corremos el riesgo de no actuar, de dejar de correr y ser vencidos en nuestro propia forma de lucha. Reducir la impartición de justicia a los pocos que puedan ser procesados con los bastantes elementos de juicio no parece garantizar la acumulación histórica de la inequidad y construcción de clase cupular, por lo que la transformación civilizatoria necesita tomar medidas más drásticas en cuanto a forma, más que en cuanto a sangre. Esto significa que, bajo ningún concepto, se ha de pensar que los distintos tableros de juego de los partidos políticos son suficientes, pues las pequeñas victorias solo pueden dilatar la crueldad que sufre el planeta, y según las preocupaciones ambientales e intergeneracionales, no tenemos ni un solo siglo para poner las crisis política y económica en cierto nivel de orden. La tendencia global productiva debe poner un alto a la sed, al hambre y a la simulación de la voluntad política. Ni un paso atrás en esto.

El cuarto ingrediente es muy interesante porque remite a los distintos ámbitos de juego. Los partidos políticos son básicamente un tablero de juego postulado por la clase enemiga, pero también tiene subtableros, donde la tendencia en el poder y las tendencias que se le oponen siguen la forzosa tarea de autojustificarse y mantenerse como referentes de significado político. El sistema de partidos es como un tablero de damas chinas. Los grupos se dividen en colores y todos compiten entre sí, pero ninguno está dispuesto a que los movimientos de las fichas imiten los del ajedrez. Quieren creer que cualquier intención creativa, cualquier sueño humano, cabe dentro de sus insignias de color. Pero no es así, los enemigos del mundo no se pueden vencer en una partida ajustada a un puñado de reglas que asumen que fuera del tablero todo está arreglado. Por ejemplo, fuera del tablero, en otra dimensión de juego, están las partidas anteriores y lo que cada actor hizo con los recursos que tuvo en su momento. La contienda electoral es apenas un segmento sincrónico a lo largo de un amplio eje diacrónico, es una fotografía, una captura que muestra la ubicación que tuvieron en ese instante los elementos dentro de cuadro, pero es incapaz de rendir cuentas acerca de lo que esos elementos hicieron en jugadas pasadas, en otra clase de tableros, donde muchos adversarios son eliminados por omisión, sea por abuso o por delito. ¿Cómo puede el pueblo humano sentirse parte de una misma familia y con las bastantes oportunidades de realización? Esa es la cuestión que nos debe ocupar, y las respuestas no deben tener un solo tablero posible, a veces incluso no deben permitir que ciertos tableros sean ocupados por reglas ridículas y ficciones asesinas. Para conseguirlo, Iglesias menciona una estratagema muy útil: no hay que decirle a los demás qué hacer, como si se les ordenara, sólo hay que limitarse a mostrar las contradicciones del enemigo, su carga autodestructiva o su inconsistencia.

Esta última recomendación se vincula directamente con el quinto ingrediente para todo partido político: la empatía. Por un lado, este refuerzo moral incrementa la densidad de semejanza entre las cualidades de los organizados y las de la mayoría, propiciando la identificación o simpatía. Además, y tal vez esto sea más importante, abre la invitación a que los demás participen y se hagan cargo, cada vez más, de su propio destino. Si no se tuviese la sensibilidad de representarse lo que pasa el otro, no se podría realizar una conexión real con él. Por eso es tan importante que no se regañe ni se sermonee a la mayoría, porque el objetivo es ser sus iguales, no sus jefes. A menudo la gente no le cree a los hipócritas que andan con falsa modestia, cayéndole bien a todos, o que no aceptan sus limitaciones humanas y formativas y presumen necesitar poco de los demás, escudados en sus tradiciones o en sus privilegios. Por eso es importante que no se oculten las cosas ni se despierten sospechas, independientemente de si se tiene algo que ocultar, por puro beneficio moral y personal. Pero ¿quiénes son la mayoría?

III

La mayoría tiene muchos nombres y cada uno tiene matices. Algunos le llaman gente, otros pueblo, otros masa. De cada concepto hay varias historias que valdría la pena conocer, pero en el marco de la guerra política, y en nuestro caso de la democracia (una forma totalitaria y oligarca de capitalismo automatizado y monopolizante), la mayoría es el actor político por antonomasia. También es el problema de todos. Si hacemos política es porque nos importa de algún modo el comportamiento que tiene. A menudo, las grandes multitudes se entorpecen y hacen daño a sí mismas. Las ciudades comprendieron esto muy pronto en la historia y desarrollaron mecanismos para controlarlas. Las medidas que la historia ha tomado para delimitar su futuro han sido muchas veces errores que ojalá los dioses no hubiesen permitido implementar, pero sucedieron y sumaron complejidad al fenómeno de la política y de la concepción de las masas impersonales, de la que abusan tanto el mercado y la clase enemiga.

Para entender qué es la mayoría, hay que captar que es ella la que dirige la historia. El movimiento real del mundo deriva de una confluencia eterna entre las leyes naturales y la acción de todos los habitantes regidos por esas constantes. La historia mundial tradicional describía las distintas etapas por medio de una sucesión de líderes políticos y reyes, de sus movimientos militares, tratados e innovaciones, si bien estos elementos son relevantes, lo son sólo porque tuvieron impacto en el comportamiento y la práctica de los habitantes. La influencia entre los más y los menos es mutua, pero sigue un movimiento circular (o en espiral, si creemos en la profundidad o dirección de los ciclos), y conforme a eventos o pugnas racionales e irracionales (detonaciones dialécticas, en opinión de algunos de nosotros). De esta manera se conforma la progresión histórica a modo de silogismo: porque la gente hace 'x', algunos planean 'y'; porque la gente hace 'y', algunos planean 'z'. Se trata de meras condiciones histórico materiales que establecen tensiones principales que terminan por ser pensadas una y otra vez, promoviendo así cierta clase de conclusiones o ideas. Esas ocurrencias conforme ganan frecuencia son básicamente el sentido común de la gente de a pie.

La población de un territorio, independientemente de si entiende para quiénes trabaja, es decir, de si su acción le conviene a alguien y qué fines tiene éste, es la que pone la producción cotidiana. Si la mayoría está caracterizada por un comportamiento observable y predecible, un actor político puede montarse sobre ella enajenando a la mayoría o haciéndola trabajar para sí y prosperar como nadie más. Otros listos pueden detectar la oportunidad y hacer la guerra con el primer jinete, y si las partes acumulan victorias, con todo y la carnicería, se constituyen como una clase en el poder, una especie de personas o pobladores que no son de ningún modo la mayoría, ni una minoría cualquiera, sino una especie voluntariosa y peligrosa, desidentificada con el pueblo al que usaron para su propio beneficio y por el cual se propusieron matar adversarios igualmente ambiciosos. La riqueza excesiva de unos no sería un problema si la ambición y la competencia que atrae no los convirtiera en sociópatas, en personas fraticidas más peligrosas que cualquier asesino serial, que amasan poder a costillas de rivales, sometidos y desprevenidos casi por igual.

A pesar de que la mayoría es manipulada por observable y predecible, también puede ser redirigida por diagnostas y organizados que le presten su voz y sus servicios tenues de articulación social. Estos actores especiales de transición tienen la habilidad de revelar el proceso que ocurre con la clase minoritaria cuando toma un provecho desmedido de la poderosa e irremplazable acción mayoritaria y propaga el abandono del bien común. Con una distribución de la inteligencia superior, es posible que la mayoría note que es ella misma la que otorga el control al enemigo por medio de la sola obediencia a su propio ejercicio cotidiano. Si el mundo cambiase su comportamiento mayoritario, los enemigos del presente perderían el control de inmediato y tendrían una crisis total de gobernanza y conservación de su riqueza. Podríamos imaginar dos actividades que contradigan la conducta de la población: que los económicamente seguros dejen sus ocupaciones y comiencen a dar comida y alojo a los que están desesperados por tener un ingreso y que los trabajadores dejen todo su trabajo y entren en huelga voluntaria de hambre. Son ejemplos imaginarios, imposibles en la práctica, tal vez, pero que muestran que las reglas del juego tienen vulnerabilidades que pueden tocarse en muy poco tiempo una vez lograda la unidad popular.

Una de las razones de mayor peso por la que el pueblo no llega a consensos ni a seguir la inspiración de los promotores de la transformación es por la pulverización lingüística. El sentido común ha sido moldeado por las órdenes, las promesas y las amenazas de la fuerza dominante. En la democracia, el sentido común es el discurso de la clase enemiga. Los estereotipos están pincelados para ser evidentes y útiles al poder histórico y estructural. Cada núcleo popular entiende perfectamente las consignas de los poderosos, aunque no esté concientemente de acuerdo con ellos. Pensar que uno se opone a ellos por odiarlos, es, por ejemplo, parte del discurso. Algunos organizados creen que la gente tiene que abrir los ojos y entender que los políticos son malos o que los partidos son corruptos. Error, el sentido común sabe estas cosas, sin ningún aparato reflexivo sofisticado llega a esa conclusión, por lo que hay que advertir qué utilidades saca el enemigo de esta discordia programada. Homero Simpson, uno de los principales tutores de las generaciones de los 80s y 90s lo expresa con toda naturalidad:

Obviamente, Homero.

El discurso oficial siempre nutre la idea globalizada de que es posible disfrutar de los placeres del consumo, que solamente hay que seguir fiel a la carrera personal, sin dejarse engatusar por los resentidos; dice que las organizaciones políticas son un cochinero, que las resistencias sociales son unos desobligados o unos criminales, perturbadores de la paz, mientras que la fuerza pública abate continuamente gente, de orígenes extraños, presuntamente en malos pasos. ¿Por qué el discurso no promueve nuestra naturaleza curiosa y nos encamina hacia el pensamiento crítico y la solución de problemas? Sospechosamente los delincuentes tienen el aspecto de personas comunes y corrientes, mientras que las historias de éxito y placer reproducidas son emblemas de los valores de una minoría: la sonrisa obligatoria, la tez clara, el cuerpo esbelto, las vacaciones turísticas, la realización individual de los sueños, la exageración o falsedad de todos los dramas. Estos son los mensajes que conforman el sentido común, por mera sobreexposición e imitación. Nos parece particularmente atroz que aquellos que nos ordenan ser ante todo felices (como si ese asunto fuese un problema fundamental) sean los mismos que alimentan su delirio disponiendo de nuestras vidas, vendiendo nuestra agua, obligándonos a abandonar la seguridad en los hogares, despojándonos de diferentes derechos, sobre la tierra, sobre la educación, sobre la salud, sobre el trabajo, sobre la movilidad.

Los organizados deben aprender pronto que su acción crítica se opone al sentido común y que muchos de sus referentes ya están siendo ocupados por significados del discurso de los sociópatas y enemigos del planeta. Los diagnostas son difíciles de entender porque son especialistas y sus referentes argumentales no significan en general nada convincente, pero también porque hablan desde formulas históricas que fueron derrotadas en el pasado, que han sido probadas incorrectas en algunos sectores del imaginario. Por esto es importante que los organizados creen nuevos lenguajes, tropos y expresiones idiomáticas, que se permitan jugar con las palabras más sencillas hasta que le saquen a algunas un brillo especial, un significado emblemático de la lucha por la justicia y la restauración del mundo. Para eso necesitan ser atentos observadores de los productos mínimamente críticos que están en boga y captar que son híbridos útiles entre el diagnóstico y el sentir de las mayorías. Si es posible aglutinar lo que se sabe con lo que las mayorías pueden entender y querer (lo ya sentido por ellas mismas, desde la lógica del sentido común), entonces comenzarán acciones mayoritarias que cambien el curso de la historia.

Por supuesto que cambiar es difícil y demanda a la conciencia una energía o unas oportunidades que no siempre se tienen, que deben ser construidas día a día. Para que las iniciativas de transformación no se ahoguen, habría que tender redes que toquen a todos con modelos abiertos y dinámicos, que ayuden a asir estructuras generales pero a la vez que no sean predecibles y aburridas. ¿Qué puede ser atractivo y hacer sentido para las mayorías? Lo que ya forma parte de su identidad, los elementos familiares, como las tradiciones culturales y religiosas, sus momentos de convivencia social. Hay que intervenir en el espacio autoritario de la familia y hacer viable la toma de conciencia política. Se insiste, los organizados no deben ambicionar la escucha con elaborados argumentos, deben emplear mensajes que anticipen la falta de sofisticación del sentido común y, con las referencias más concretas posibles, muestren un escenario moralmente inaceptable, además de una pequeña variación en la práctica cotidiana para ir haciendo presente la resistencia. Para entender a las mayorías hay que entender su moral y su sistema de prácticas, además de su participación dentro de concepciones repetidas.

Pongamos un ejemplo breve sobre los pequeños cambios que supone una reflexión política en un espacio cotidiano. El ámbito imaginado es la información, todos la recibimos diariamente y cualquier evento social, familiar, laboral, público, etc. puede dar ocasión para hablar de la información. Además el contenido puede ser de interés para el interlocutor y crear un gancho que mantenga la atención sobre la materia. Toda transformación de la información requiere cierto tiempo, especialmente si nosotros somos los que hacemos el trabajo de transformarla. Por lo regular, un consumidor pasivo recibe informaciones hechas por otros, la cadena de mensajes tiende a minimizar el impacto de todos, por rezagamiento de las impresiones, pero cuando algo llama en particular su interés, el sujeto se vuelve un laboratorio de reconfiguración de los datos recibidos. Crucemos su acción creativa o productiva con el tiempo. Una idea compleja e interesante puede ser elaborada en menos de tres segundos. Redactarla toma alrededor de diez minutos, según sea su complejidad. Si no se tienen esos diez minutos para hacer un escrito que cualquiera pueda leer y entender en su sentido y pertinencia, se pueden hacer notas dispersas que completen su significado con la experiencia personal en un único minuto. Lo que alguien puede leer en un minuto de notas, por su parte, se puede explicar en lenguaje llano y claro a una audiencia no informada del tema en alrededor de media hora. Ahora bien, si un joven tiene una idea que él mismo considera genial supongamos tres veces al día, y fuese tan productivo como para darlas a conocer, necesitaría, además de claridad en pensamiento y enunciación, de una audiencia que lo escuche atentamente durante una hora y media diariamente. Esas son más de diez horas a la semana, es decir, más de una cuarta parte de su tiempo laboral estándar. Ese es el tiempo que le tomaría a una persona hacerse comprender a los demás en su proceso de crecimiento personal. La premisa de que debemos comunicar nuestras ideas a los demás, aunque deseable, es impracticable, no tenemos un modo de hacer a todos participar ni de optimizar la socialización de los aprendizajes repetidos, específicamente cuando se trata de reflexiones tenues, no de simples datos como cuando una nueva generación descubre el agua tibia. Esta problemática podría explicar, por ejemplo, por qué los adolescentes se vuelven tan difíciles de seguir para sus padres. A los adultos les es materialmente imposible escuchar todos los conflictos juveniles, cuando estos se vuelven relatores de su propia existencia y establecen jerarquías de valores y se ven confrontados por realidades contingentes derivadas tanto de su movilidad como de corrientes de las que aún no tienen ninguna conciencia. ¿Saber esto haría algún cambio en una familia promedio? Nosotros creemos que depende de dos cosas: de que esta comprensión se socialice con personas significativas, que se comprenda que esta es una situación general del crecimiento de todos, y finalmente que se sepa que el propio caso tiene sus variantes.

Eventualmente habrá cambios por necesidad en la conducta de la mayoría, el reto es que estos cambios lleven una dirección que defienda la moral y la visión de los agentes de transformación, no porque ellos deban ser la nueva clase dominante, sino porque es importante verificar que lo nuevo que se haga eluda el problema de la destrucción ambiental, sanitaria, humana y personal. El sentido común debe ir en la dirección del cambio en lugar de en el sentido de la reproducción del orden de las cosas.

Estamos en medio de una lucha global e histórica por la transformación social y civilizatoria. La crisis política de la actualidad es una oportunidad para crear nuevas acciones políticas, nuevos lenguajes, nuevos relatos. Podemos aprovechar diferentes signos para aglutinar nuevas figuras de identidad y perfilar mejor las intenciones de cambio, con mayor precisión y pertinencia. Podemos hacer que los tableros del juego político se vuelvan inestables y se disuelvan las clases. Desde luego, esto no será verdad mientras siga habiendo personas descartadas o descartables, cuyo malestar no se sienta también en la carne de los privilegiados y de las capas medias. Si no es posible edificar una arquitectura ecosocial y sistémica que cierre el paso a la creación de cúpulas sociales ajenas a la realidad y sensibilidad del resto de las especies, el dinosaurio o enemigo seguirá ahí. Si la humanidad no es una sola y gran familia, vinculada por la historia general y las condiciones de posibilidad de las distintas alternativas de crecimiento activas hoy día, no habrá razón de peso para negar la guerra política como hoy se la entiende, con su clase enemiga, que encarna en forma de banqueros, especuladores financieros, industriales no sustentables, empresarios inescrupulosos y promotores de la incultura o del empobrecimiento humano.

Nuestra plegaria, simple, diría que vayamos todos en contra de los (mega)proyectos de muerte y al rescate de los hermanos caídos en la enfermedad del poder y el antihumanismo.

Los videos comentados de Pablo Iglesias fueron:

miércoles, 17 de junio de 2015

Del exceso de soñar

Soñar demasiado puede tener consecuencias negativas, salvo los necios, nadie lo puede poner en duda. Varios de nosotros hemos recibido la lección de que madurar tiene que ver con dejar sueños de juventud, a menudo formulados desde sentimientos rebeldes, no pocas veces hiperbólicos, y una falta sustantiva de información en la cuestión. Pero los sueños poseen varios contextos, y si queremos pensar en sus excesos o extralimitaciones, debemos precisar cuál es la especie que nos aqueja.

Por lo regular, los sueños que menos nos preocupan son los que desempeñan una labor de mantenimiento de nuestro soporte material. Este sentido es el que se refiere a las sensaciones más o menos desordenadas que forman parte de nuestra memoria y olvido, son imágenes, creencias, estímulos diversos producidos durante el descanso del cuerpo. En esos momentos difusos, rara vez continuados, se nos permite pasar por aventuras de fantasía, por la realización de deseos múltiples y por el alivio de dejarse llevar, parecido a un éxtasis musical u olfativo o cinemático. ¿Quién puede tener suficiente de esos momentos?

Rara vez soñar de este modo es un problema, siempre que se consiga. Es gracias al sueño que el líquido cefalorraquídeo puede penetrar en el interior del cerebro y hacer tareas de lavado, cumpliendo así el papel que el sistema linfático no alcanza a hacer dentro del cráneo. Pero aquí la cuestión es por el exceso, no por la falta. Y el problema con soñar mucho, hasta donde alcanzamos a saber, tiene que ver con la postura del durmiente, con el peso constante sobre sus músculos o articulaciones, con la falta de movimiento para mantener en óptimas condiciones otras funciones de su organismo y con la leve baja de glucosa, por haber pasado un largo periodo de (in)actividad sin alimentarse.

Además, los sueños son en cierta medida ilusiones, y como tales, tienen dos interpretaciones: como engaños en los que podemos caer, para bien o para mal, y como motores vitales, desde los que nos es posible desvivirnos, dedicar nuestra existencia o anhelar hasta la extinción. Es en estos sentidos que vale la pena reflexionar sobre los excesos de soñar.

El engaño por sí mismo no es un problema, pero es improbable que su acumulación no afecte negativamente los propósitos de las personas. Los objetivos individuales, sociales y creadores siempre demandan medios para su desarrollo y asumir información falsa generalmente encamina hacia el desastre, puesto que parte de la información equivocada puede ser crucial para el objetivo final. Es por esta razón que no se debe ser prisionero de un sueño entendido como engaño, delirio o disparate. Sin embargo, no podemos lanzar un conjuro que nos mantenga como personas libres de todo error, así que habrá que tolerar prudentemente que varios datos inciertos en nosotros coexistan con nuestro hacer cotidiano.

El anhelo, por su parte, tiene diferentes orígenes y potencias. A veces tiene la forma de una apuesta vital, que implica exponer la salud de nuestra propia estima o de nuestras creencias más íntimas, otras tantas es un impulso que no podemos racionalizar con facilidad, de modo que dudamos de cualquier figura que derivemos de ella y causa la total incomprensión de los otros o la renuncia a apalabrar sobre ese tema. Por bello que sea gozar de su existencia, puede ser un sueño excesivo si llega a justificar despojos y carnicerías que pongan en peligro a otras personas y demás entidades de relevancia moral.

El mayor problema de inadecuación que tenemos con los sueños está implicado en el sentido de realidad vigente. Si nuestros sueños son desproporcionados y dirigen nuestros procesos generales de percepción, por la razón que sea, pueden provocar desorientación, inmoralidad, vicios y pérdida existencial del sentido. Estas condiciones no sólo amenazan la propia integridad, sino también la de otros seres, sean iguales, primos vivientes, criaturas inorgánicas o relacionales.

Las razones por las que puede quedar trastocada nuestra percepción normal, en general, son tres: una tara orgánica, a veces clara en el fenotipo, como cuando hay lesiones en los sentidos o en el cuerpo, a veces sutil, como cuando algo del historial explica una relación atípica entre el cuerpo y ciertas clases de moléculas; otra causa es una voluntad extraordinaria, obstinada y negadora de informaciones y teorías clave; por último, la conspiración efectiva, donde se descubre (no solo se presume) que un agente de gran poder ha preparado el escenario para que seamos engañados, a través de dispositivos o cómplices, de tal modo que demos por ciertos datos falsos o inciertos datos evidentes.

Perdido el sentido de realidad vigente (lo cual es un horizonte comunitario, no una construcción individual privada), si los objetos dados son interpretados como engaños potenciales, se carece de asideros o referentes estables para apoyar una conclusión que destaque entre otras creencias, incluso de las arbitrarias, según sea la distorsión de lo real. Así, se llega a una especie de imprecisión de alto riesgo, donde la ingenuidad más infantil puede ser más segura que las racionalizaciones más informadas. Si los insumos de la razón provienen de percepciones poco realistas, porque los datos están severamente distorsionados, en contra del conocimiento histórico, el mundo se tambalea y desmorona en una deriva sin timón. Esto a menudo es fatal, porque el cuerpo demanda de frecuentes cuidados y de la solución correcta de problemas. Hay quienes defienden esta clase de existencia, pero balbucean si no se los contextualiza dentro de una crítica a ciertos momentos históricos.

En general, hay que evitar esa clase de pensamientos o disposiciones en función de las informaciones siguientes: nuestra sensibilidad normal indica que el mundo posee continuidad física y comportamientos regulares, los cuales podemos percibir con nuestro sentido para reconocer patrones o formas entre los objetos presentes y en movimiento. Además, los objetos cercanos o a la mano suelen tener formas constantes y sirven como cúmulos de propiedades y herramientas para cumplir propósitos determinados. Si todo lo que sentimos fuese un engaño, una simulación, habría que concebir un agente que cubra el gasto energético de mantener un escenario tan regular y complejo. Puede ser el caso, lógicamente, pero no hay indicios de que esto le cause un beneficio a ese proveedor. Además, ninguno de los habitantes de esta supuesta realidad virtual puede cruzar las barreras de este universo y mostrar evidencia de que ha salido de la caverna platónica para darle mayor sentido a la hipótesis del titiritero ultrauniversal. Por otro lado, que todos los otros a quienes pertenecemos se mantengan con nosotros en la misma nave da suficientes motivos para satisfacer el decreto (inter)subjetivo del sentido del mundo y del vivir en él. Luego, tenemos que la historia del conocimiento muestra que la justificación de los fenómenos se controla con la referencia a otros fenómenos, sin crear un excesivo número de postulados indemostrables.

La literatura, la historia del arte y la moral, por su cuenta, justifican la analogía entre el sueño y la existencia desde el hecho conocido de la mortalidad de las personas, y de lo efímero de sus trabajos y compañías. Sin embargo, pocas veces se promueve el suicidio en comparación con las ocasiones en que se exalta a las ilusiones o sueños. Cada epopeya, odisea y proeza heroica es un sueño de inmortalidad, de memoria por encima del olvido. Los incontables personajes de las novelas nos enseñan tanto por mostrar maravillas y dignidades que algunos consideran propias de dioses, en medio de situaciones de lo más sencillas, cotidianas y escasas de recursos. Cada personaje es un defensor de ideales, por más oscuro que se lo vista. Aquellos que narran un camino de autodestrucción, por ejemplo, a cada paso evocan lo que debería ser, lo que hizo falta, el peso del bien o del mal que les tocó llevar a cuestas por suerte, condición social o naturaleza; también los condenados, como enseñó el Crucificado, enarbolan discursos de salvación. La salvación no tiene por qué ser obra divina o religiosa. La historia de occidente creó el mito del individuo (el mayor mito enemigo de la religión), con el propósito de hacerlo más responsable de su propio destino, más autónomo, conforme demandaba el desarrollo de la racionalidad. Pero es tal el significado de lo positivo, tan inherente a la lógica elemental y a la razón, que cada caso de acción personal termina por alimentarlo.

Pensemos en los autores más pesimistas, en los deprimentes, en ejemplificadores de la miseria, en aquellas letras que rasgan las venas y despojan de vitalidad el cuerpo. Kierkegaard, Schopenhauer, Baudelaire, Nietzsche, Artaud, Rulfo, Ciorán, Ginsberg, cualquiera que nos haya pegado hondo, todos ellos son especializaciones del héroe, son casos particulares del actor humano registrado en la historia. Los autores son todos personajes, aunque en un nivel diferente a las máscaras narradas en su literatura y ejemplos. También lo son las corrientes que representan o que los impulsan, esas que nos susurran ahora mismo al oído tratamientos creativos mientras nos meten en el bosillo nuevos pendientes. Pensemos en los escépticos, en los que niegan, a ratos nihilistas, a ratos cínicos, las cosas y los medios que se les ponen enfrente. Su ingenio consiste en no errar, en desenterrar toda posibilidad de duda para minar las creencias que soportan el objeto puesto en sospecha. Nosotros, los que confiamos, si informados, sabemos que todas las teorías o sistemas de interpretación se sostienen sobre la ausencia de 'dudas razonables', no de toda duda posible; siempre cabe encajar una duda sobre un modelo. Desde luego que el negador tiene una ventaja, tiene en su mano una carta con la que otros no han sabido hacer mucho, y por eso solo tiene el privilegio de no olvidarse de ella, a diferencia de los crédulos. A su modo, el escéptico es un héroe, es decir, un soñador. ¿Comete un exceso? Por supuesto, eso depende.

Es imprudente que una persona crea que existe un genio malvado que produce con sus poderes engaño en la vida, porque no es una duda razonable suponer que exista dicho espíritu maligno. Los dioses no suelen tener interés en destruir la relación entre las palabras y la verdad del mundo, porque la duda sobre la relación del hombre como captador de las cosas tal como son nace de la tradición científica, no de las religiones. Fue el estudio metódico y colaborativo el que analizó la existencia y el lenguaje y encontró subdeterminaciones por diversas condiciones materiales que se construyen de acuerdo a ciertos sentidos particulares. El Ahriman de las letras zoroástricas y probable inspirador de la corriente maniqueísta que divide el mundo entre el bien y el mal no tiene el papel de engañar a una sola persona ni a toda la humanidad acerca de su conocimiento de toda la existencia, sino de posibilitar la violación de las normas morales y crear devastación sobre la creación. Para la mayoría de los dioses, incluido el cristiano y el islámico, el mundo se mantiene en su mayor parte lógico, en gran parte cuantificable, pero sobre todo regular, un territorio donde cabe predicar, obedecer normas y realizar sacramentos. Los dioses se someten a la razón, a la palabra, como bien enseñaron los sabios de la antigüedad a las iglesias monoteístas. En cambio, la incertidumbre de la realidad es producto del prolongado ejercicio racional.

Solamente en la actualidad, a raíz de las revoluciones industriales y posindustriales, se ha vuelto un hábito irreflexivo, ya no solo la incertidumbre sino la inestabilidad de la realidad. Es una actitud derivada de los mensajes que se repiten como mantras en los medios de comunicación masiva, con respaldo casi pleno de los medios digitales y su modo de incentivar la participación de los usuarios en la producción de información. Aquí es en donde encontramos uno de los principales malestares de soñar demasiado en la medida que consiste en obstinarse con una lectura parcial de los eventos, sin promover aspiraciones de articulación general con la generalidad de las visiones. Lo más probable para cada ego es que no cuente en un momento dado con los bastantes datos para defender su propio propósito vital. Necesita apoyarse en las comunidades de conocimientos de la historia, y no lo puede hacer si se mantiene haciendo de ellos una mera caricatura, a la distancia, sin comprometer su propia constitución mental. Cuando los deseos que impulsan a las subjetividades son autoindulgentes, obedecen ideologías y omiten desarrollos críticos de razón, son aliados de la erosión y enemigos de los proyectos de vida y superación conocidos.

viernes, 27 de marzo de 2015

Compilación: vanidad, soberbia, arrogancia

¿Por qué leer?

9 de enero de 2015

Puede ser muy bella la historia de los otros, el rollo que cargan y explican, revelarse observadores de guerra, nativos de Cachemira, minoría crítica e hindú, estudiantes de epistemología del sur, relatores de una historia de vencidos. A veces podría llevar en el corazón narraciones suyas algunas décadas, al expresarse con esa pasión propia de quien siente que nada más importa. Pero el tiempo compartido es tan escaso... Las necesidades de su cuerpo y el mío no son las mismas que las necesidades de su narración. Nuestros cuerpos, y nuestros templos, tampoco coinciden. Mi existencia es un ruido para la continuidad de la historia del otro. Mi propia narración también tiene su ritmo, su propia cadencia. ¿Así está ya suturada la realidad? Si no, ¿cómo?

1 de enero de 2015

García Márquez, sobre el realismo mágico:
La ilógica de la vida no tiene fin (…) Dicen que yo he inventado el realismo mágico, pero sólo soy el notario de la realidad. Incluso hay cosas reales que tengo que desechar porque sé que no se pueden creer.
Él sabe, qué duda cabe, pero algunos podemos y debemos optar por tomar la otra campaña, hacer que se hable lo que nadie cree, sean pliegues abandonados o espacios no estrenados.

¿Qué sucede?

27 de noviembre de 2014

Via The New Yorker from artist Paul Noth.
As easy as that.



4 de junio de 2014

Acto I:
Nosotros la multitud somos divididos entre comunes y posicionados discrecionalmente de un recurso especial o una fuerza origen.
Acto II:
Los comunes son retirados del núcleo de la historia y presionados a consumir narrativas de ficción para la supervivencia de su conciencia.
Acto III:
Las narrativas de ficción hacen patente que el problema entre los personajes es la comunicación, en particular el silencio.
Acto IV:
La historia efectiva muestra que, en efecto, el silencio es una forma de hacer la guerra. Está lejos de ser la única, sin embargo.
FIN

23 de enero de 2006

Tierra de gigantes - Zeyrus Kuilg

21 de octubre de 2014

Si me dieran un peso por cada argumentación que no he tenido que dar en este mundo moderno, no tendría problemas financieros. Se los aseguro, la realidad está automatizada, y justamente ideas no requiere, solamente obediencia, que todas sus promesas sean meras obligaciones de la presión social más convencional.

30 de marzo de 2014

¿Por qué callar ante el error? ¿Qué impuso a los misteriosos testigos de las fallas de Edipo el silencio? Fue lo único que dio tiempo a éste para que elevase hasta las nubes la pirámide de sus crímenes. Entre las muchas páginas hermosas de Thomas de Quincey, rescato con especial cariño esta reactivación del enigma. ¿Por qué será que no estudiamos de manera obligatoria, en complicidad con la fuerza del Estado, esta obra excepcional. Con probabilidad, si conociéramos a detalle las letras anglosajonas más sublimes, podríamos desnudar con agilidad sorprendente el espíritu del necio Imperio nuestro. Me avergüenza no tener a la mano obras de S. Johnson o de R. Emerson.

15 de marzo de 2014

Si no van a contarse los unos a los otros las partes del todo, ¿qué valor puede haber en tener la razón?

En consecuencia, luchamos

12 de octubre de 2013

Yo también he querido gozar cada excelencia de este mundo. Por eso he venido aquí con ustedes. En un universo dominado, más de mil ilusiones se consumen todos los días y todas las noches. Mas el horizonte revela que nuestras naves están en llamas. No hay más vuelta atrás. Este paraíso prometido es ahora nuestro infierno. Miren detrás de la colina, cuesta un poco subir a la cima, pero las huestes enemigas pueden verse claro desde ahí. El Adversario está aquí. Disfrutemos del bocado de manjar que aún queda en nuestras bocas, pero guardémonos de proteger las veleidades de esta tierra mientras el peligro amaga, pues el trabajo por hacer no es otro que mantener la posibilidad de nuestra vida futura. Más allá de nuestra conciencia, nos compete defender el derecho de poder vivir en la memoria de nuestros sucesores. Si estos villanos nos vencen, en contra de nuestra necesidad, no sólo se quedarán con los frutos del territorio aduciendo que son merecedores de esos y más honores, también pisotearán nuestra dignidad y estrecharán nuestra existencia hasta la extinción. Bastante bajo vuela ya nuestro espíritu después de la construcción de aquellas naves, ahora ardientes. Escúchenme pues, no es que valga poco su humor y su ingenio, es que la situación es crítica y acredita una acción excepcional, la coordinación de nuestras fuerzas para superar la emergencia. Esta muerte amenaza vidas individuales y colectivas, promete mentiras, prepara despojo, diseña corrupción, produce destrucción. Las palabras no alcanzan para anticipar su distinción en la crueldad. Si no paramos su marcha, estaremos parando nuestros propios corazones y los de los demás. Todas estas cosas veo y entiendo, yo que también he querido gozar cada excelencia de este mundo.

30 de abril de 2014

La descolinización intelectual comienza por la producción comunitaria del intelecto. Si no se habla, si no se pregunta, si no se discute, si no se argumenta, no habrá un puerto al cual llegar luego de salir de la colonización. Evitar la confrontación y la recuperación de territorios sólo engendrará servidumbre más profunda, incrementará los muertos en vida y las verdaderas almas en pena.

Unos de los varios enemigos principales: el sexismo y sus modelos de amor

28 de diciembre de 2014

Signos sexuales en binomio - Zeyrus Kuilg

28 de noviembre de 2013

Carta abierta al tema del lenguaje sexista - Zeyrus Kuilg

19 de diciembre de 2014

La anarquía asume que es posible tomar decisiones libres. El problema del mundo está en que la libertad no está garantizada, y esto solamente puede saberse en función de referencias a una conducta exterior, la cual se muestra más rica y realizable. La experiencia informa que la gayola puede bloquear los sentidos y hacer tomar por libre una elección pobre entre opciones todas desabridas. ¿Será posible vivir sin tener ninguna idea más allá de los barrotes? ¿No será esa imposibilidad de observar la primera señal de consecución de la utopía anarquista, esfuerzo mediante? Los teóricos pueden hacer a un lado el engaño de los sentidos, y ya pueden coleccionar tantos signos del exterior inferidos por la razón que incluso se dice que son engañados por la razón, pues pierden de vista el contexto efectivo de realización. Se recomienda por supuesto el equilibrio entre la adquisición de los elementos de juicio (el repertorio es valioso para la sustantividad) y la selección de los mismos para la transformación (pues la satisfacción es cambio).
The Short Instructional Manifesto for Relationship - Andy's Log

11 de enero de 2015

Propuesta de definición para la palabra 'conquistar': "Despojar de territorio, derecho o bienes a sus ocupantes o poseedores actuales y desplazar del espacio convencional sus problemas o sus propias personas a otra geografía o realidad".

A veces la palabra 'ganar' me parece inadecuada para describir el mundo, a menudo informa solamente que el sujeto fulano de tal está satisfecho.

4 de enero de 2014

Para los adeptos del infinito es una fortuna y para los seguidores de la finitud, una tragedia amorosa:

Tú(Yo) no le bastas(o)

En la dimensión política, como sea, acontece, entre el poder y el pensamiento.

25 de marzo de 2011

Misógino - Zeyrus Kuilg

5 de abril de 2009

Adicción - Zeyrus Kuilg

20 de junio de 2014

Cuando una madre -o un padre... a veces, si piensa 'en' la criatura-, toma en brazos a un bebé suyo, ¿qué pasa por su mente? ¿Percibe acaso un enigma ante sí? Quizá se pregunta: "¿Es esto lo que debo aprender a amar?" ¿No pensará más bien: "¡Gáname, condenado, porque me pierdes con tantito que quiera el Señor!"? También podría pensar, por supuesto, que la criatura es y ha sido parte suya, que más que su propia sangre, es su propio cuerpo y su propio destino. Luego, ¿pensará que está enterito y que ha terminado de nacer o lo concebirá como una criatura que ha pasado de un útero a otro: el seno de la tierna infancia? ¿Qué piensa, pues? ¿Que ese ser humano, tal vez a medias, tal vez aún por aparecer, es un producto recién cortado del árbol y que ya puede ser puesto a prueba? ¿Y si esa prueba no quiere sino decir una serie de pruebas, de desafíos, mejor dicho, que lo guíen a lo largo de su desarrollo más básico, hacia la ideal adquisición de la seguridad humana? ¿No pensará que tiene un alma, que ha caído en el tiempo, en el mundo terrenal y que fue prestado de algún modo por Dios, cual encargo divino, y por lo mismo le debe el mismo amor que se tiene a sí misma, por lo menos? Mas si es una madre sufriente, que sabemos no son pocas, ¿no estará inclinada a descifrarlo como una penosa carga y tratará de colocarlo lejos, haciéndolo en consecuencia débil? Ese pequeño bodoque neutro bien puede proyectar el infinito y enraizar a la sujeta en la existencia.

Yo, que soy muy egoísta, ante esta breve digresión, solo me pregunto, si aquí hay alguna clave para entender la detonación del amor por lo dado o del amor a aquello por venir. Son dos amores diferentes, de tenue distancia o de una misma moneda, pero bastante agresivos entre sí... Me lo pregunto porque esos yin y yang andan en un severo desequilibrio. Nadie más que mi conciencia me lo pregunta: ¿cuál de estas inclinaciones prevalece en estos días? ...Son días extraños. Quizá sí valga la pena pensar en una "esta época" o alguna de sus formas equipotentes. Es raro que lo que parece haber en abundancia (vidas instantáneas, o bien, enajenación extrema), se pueda presentar igualmente como un dato falso, y también es raro que la prueba de falsedad no se pueda sostener en hechos verificables y sostenidos generales... Es decir, nuestro espacio público en el que se construyeron las personas de la polis ha expulsado el contexto para las comprobaciones generales. A esto lo llamo raro, por no ponerme desastrecatastrofista. (Así de menesterosos están estos días, en su resaca moral del siglo pasado, de desprestigiar las medidas universales y acusar de errores las pretensiones totales.)

¿Qué piensa pues, una madre? ¿Que la criatura es un amor en sí, que le ha sido dado para seguir amando conforme a sus signos, o que la criatura es una nada que eventualmente, y si los astros (o esfuerzos socio-cósmicos) se colocan donde deben, podría ser amada. Los viejos ociosos del pasado ya bautizaron la respuesta acertada: armonía, diálogo, punto medio, equilibrio, etc. (algunos bautismos generan nombres vagos). Pero la cuestión no es cuál debe ser la forma de la relación del mundo de la madre (o el padre, a veces) con la del mundo del bebé, sino de qué modo, a saber, con qué palancas y dispositivos concretos, podrá uno y otro mundo aproximarse a la relación que la inercia contextual no les permite tener.

7 de diciembre de 2013

Censurar el mal gusto y no combatir sus causas contribuye a la profundización de la violencia estructural. Así la experiencia se singulariza, las formas del mundo quedan alienadas y las nuevas ideas son mitigadas, cuando no condenadas a la fugacidad.

Un mundo sin excluidos de la alimentación, la educación y la salud sí es posible.

Otros enemigos principales: la guerra y sus libertadores

2 de mayo de 2014

Ellos dicen que la paz pública equivale a la estabilidad de los estados y la economía. Sé que algunos no pensamos esto y lo damos por sentado, pero a otros les puede ser difícil de creer, tanto como situación que es el caso como porque haya en ello alguna carga de negatividad. Entonces, porque probablemente algunos creen que miento o me equivoco (ojalá fuese tan trivial), hemos de dedicarnos a probar la primera cuestión y la segunda, y todas las que sigan o se opongan a que termine este problema llamado bomba de tiempo.

2 de enero de 2015

Para desobedecer solo hay que ser pésimos peones, dejar de funcionarle al pesado. La fábrica de humanos no puede anticipar a todos los irredentos que combaten contra la nulidad del orden hegemónico. Esto es el posmodernismo, poco más. Si es necesario que el diverso se dé de topes y fracase, que suceda. Seamos todos enemigos de la rentabilidad.‪#‎YoNoSoyRentable‬ ¿Y qué? No les daré el gusto de hacerme a mí mismo despreciable por carecer de los parámetros de valor cupulares. Si mi éxito es mi obediencia, dejaré el corazón en la mesa, no solo los huevos, tal vez así degusten con mayor claridad su amor a la muerte.

18 de noviembre de 2014

En 2013, apenas el año pasado, alrededor de dos millones cincuenta y dos mil delitos cometidos en el país fueron esclarecidos. Por cualesquiera razones, eso fue lo que pudo procesar con satisfacción el estado de derecho mexicano. Ante una realidad que reportó más de 33 millones de delitos, solamente hubo "abasto" para 2 millones. Mas cabe aún preguntarse, ¿qué clase de violaciones a la ley tienden a resolverse? ¿Puede la desigualdad económica anteponerse a la distribución del debido proceso? ¿Existen algunos tipos de delito que no se atienden, de entrada? ¿Cuáles son los filtros? ¿Quiénes son estos responsables?

30 de julio de 2014

Yo soy 132 es un operador para referirse a dos funciones políticas:

1. Equipararse, desde el derecho y la libertad, a un actor injustamente agraviado. Sirve con fines legítimos (el originario ‪#‎YoSoy132‬), aunque también los fines de burla (amable o destructiva) son válidos (‪#‎YoSoy4‬); da también sentido a los desvaríos independientes (‪#‎YoSoyMamaRosa‬).

2. La otra función es la de ocultar la identidad, volverse un número, otro más de los ninguneados, con el objeto de atenuar las diferencias, entre el libre y el encarcelado (‪#‎YoSoyMireles‬), el joven y el viejo, el rico y el pobre, el empleado y el desempleado, el de derecha y el de izquierda. Esa fue la marca de progresismo en ellos, su humanismo trendy.

Parecía difícil de leer y reproducir, es cierto. En un Estado de amplia desigualdad, los signos modernos no pueden sino ganar en resistencia y perder en distancia. Sí, bajó de magnitud, todos sabían que la moda (fabricada) sería pasajera; pero no se agotó. Como cualquier cosa, al caer en la endogamia típica de las islas, sus alcances encontraron rápido su límite. Su origen fue siniestro y novedoso: por un lado, fue una nota más del falso periodismo de los medios mexicanos, pero también fue un fenómeno viral de las plataformas de red social.

Entonces no es puro, y con todo, otorgó un escenario para que ocurriese un encuentro entre las personas fuera del contexto institucional, laboral e individual, para que pudiese impulsarse propiamente la cosa pública, la cuestión de la democracia efectiva, más auténtica, con más demos y menos pantomima.

Ese espacio tuvo de todo: el cruce de lo exótico, lo clásico, lo emocional, lo familiar, lo opresivo, lo colorido, lo deportivo, lo dramático, lo intelectual, etc. retó la imaginación de muchos y reveló que la utopía no estaba en unas pocas cabezas visionarias, sino en casi todas, y que más allá de las mentes, estaban también las manos trabajadoras que siguen los pasos de la dignidad y no solamente las espaldas encorvadas que soportan el peso de la injusticia.

Encontrarse entre iguales en el mar de la diferencia fue lo que despertó, al menos en mi caso, la esperanza en la práctica. La metafísica sola siempre tuvo elementos para robar mi corazón o sacrificar mi cuerpo de cara a lo santo, pero solo el anhelo en los demás por otro horizonte me hace ver la emergencia.

Desde luego,

#YoSoy132

5 de noviembre de 2014 - Relaciones domésticas del presente; glocalidad y autonomismo

Ante el hecho simple de que las personas llevan consigo rollos complejos, algunos de varios años de cola, que tienen por tanto el corazón puesto en varios seres y que no los ponen todos en la mesa, pienso.

Nosotros no somos todos cuando menos en dos sentidos; desde luego nuestra voz no incluye todas las vidas, pero tampoco, los que estamos, hacemos presente todo nuestro ser. Siempre habrá un alcance finito para el significado de nuestras formas y palabras; los hilos que nos forman traspasan siempre el presente. Tal vez es una dosis de realismo la que nos pone al pie del cañón, para afirmar la lucha social y suscribir las iniciativas de transformación del orden.

Con todo, dado que los órdenes hegemónicos imponen el presente absoluto, enfrentamos problemas generales que parecen constantes para nuestra práctica y perseverancia. ¿Qué hacemos? Tratamos de hacer comunidad con muchos desconocidos mientras a la par nos curtimos viviendo en un escenario de terror atomizante. Continuamente se nos sugieren invitaciones, faltas o no de decoro. Sus formas son ubicuas e intensas, pero absurdas; los mensajes del poder convienen en no dirigirse a la conciencia activa de los sujetos, para no angustiarla. La política sistémica se revela farmacológica: paliar un dolor aunque el costo sea enfermar otro territorio; casi todo se convierte en sedar y entumecer, eliminar la sensibilidad de la mente para que viva el cuerpo solo, dirigido por la fábrica del mundo. La libertad individual vive en el exilio o en el autoengaño.

Pero resistimos, nosotros queremos empezar algo nuevo, crear o ejercer la libertad. Entonces el conflicto fundamental nos espejea y los grupos sumisos, dirigidos por el programa o sencillamente identificados con la destrucción, nos reprimen, de mil modos. En etapas tempranas de la resistencia (y en estados avanzados de la opresión), casi todos los trabajos de infiltración con los que lidiamos se caen si la participación para la consecución de los fines está bastante distribuida. Es decir, que los topos solo logran su cometido de frenar si hay estructuras verticales y cadenas de transferencia que puedan intervenir. En mi experiencia destapar a los desmovilizadores o contrarrevolucionarlos, además de iniciar una vana lucha de etiquetas peyorativas, en estos tiempos, remite principalmente a la desconfianza, a la hija criada por el Estado y su terrorismo generalizado. Después de los señalamientos, lo que vemos es que no hay juicio justo ni valoración probatoria a partir de evidencias reunidas, solo ocurre la separación, la lucha por el poder. No obstante, si no hay cuellos que apresar, no se puede ahorcar, independientemente de los enemigos internos, pues su número es reducido, y no tienen licencia para matar ni para destaparse.

Estos días he tenido que recordar el asambleísmo, y los cabildos que se forman naturalmente, entre el reino de la desconfianza y la incomunicación. Insisto, semejante cosa no es horizontal, ni legítima en la mayoría de los casos. Una asamblea es una forma vertical toda vez que hace uso del concepto partidista de representación. Las asambleas están moralmente en un acierto si ocurren entre miembros que pertenecen a un mismo espacio de trabajo y tienen la necesidad común de acordar alguna cuestión. Pero si los asistentes no comparten las actividades cotidianas, entonces ya no hablan como personas, sino como representantes de una masa opaca, la cual pretenden tener bien conocida, si hablan en su nombre, ¿mas quién conoce a los otros, precisamente en el presente? En este sentido, si los colegas estudiantes gustan tanto de la asamblea, hay que obligarlos a hacer principalmente asambleas locales, allí donde tengan asuntos domésticos que atender, mientras se satisface el objetivo de las asambleas generales de otra forma, porque su instancia general fracasa continuamente en su propósito de articulación de diferencias. Esta es justamente la pregunta que creo importa resolver para los movimientos de estudiantes de hoy día: ¿qué satisface una asamblea general?

Tiene varias funciones. Una es psicológica, es un espacio donde todos los asistentes están convencidos de la urgencia y la convocatoria coyuntural, de modo que podrán plantearse asuntos más profundos y en una amplia compañía. Otra función es política, se crea un referente para darle peso a las decisiones acordadas, y se vuelve posible recibir la atención de los prepotentes que acaparan las decisiones del territorio. La otra función es comunicativa, se crea un continuo trabajo de homologación del mensaje de los afectados hacia el exterior, por lo que sube la claridad y acaso la convocatoria.

Hay que resolver entonces de alguna otra forma estos tres elementos para que deje de tener sentido una asamblea general: confianza o salud de los grupos chicos, formas de diálogo con el poder y canales de comunicación. Los pequeños núcleos de trabajo adquieren a menudo el nombre de comisiones y de mesas, pero casi siempre mueren por la falta de comunicación, porque, en su desconfianza, celan la información. Evitemos que las células que tenemos a la vista se pierdan en la marea. Antes de la invisibilidad, prediquemos una forma de lema lúdico: ¡comisiones y mesas del mundo, uníos!

3 de diciembre de 2014

La población se polariza y con pocos motivos habla ya de matar. Las cosas no van bien. Comprendo que busquen zanjar las cosas, la inacción y la impotencia suben el fastidio, pero el odio que me enseñó mi madrina Televisa también me llevó a comprender que desear el mal como medio para alcanzar objetivos precisos es fútil; los ganchos de la agresión no tienen modo de tomar los cuerpos tenues anhelados y con frecuencia atraen circunstancias que antes no buscamos. Esta es la situación que gesta el lugar común conocido como "cuidado con lo que pides". Andémonos sin atención y las victorias futuras también nos sacarán los ojos.

Efectivamente el país necesita aumentar su nivel de bienestar. En general, todos deben recibir mayor satisfacción de sus necesidades básicas de subsistencia; mayor retribución por su trabajo honrado; mayor capacidad para entender su situación histórica; mayor tiempo libre para descansar de sus obligaciones y desarrollar propósitos libres. Sin esta movilidad y evolución social, la emancipación directa de la impunidad que ya se demanda en el territorio arreciará la sordera y la ceguera.

Grupos guerrilleros como la FARP saben que hay que comunicarse, creen que eventualmente necesitarán hacer uso de las armas contra sus enemigos, y que si no hablan antes de eso con todos los demás, se ganarán penosamente nuevos oponentes. Quitar un régimen de muerte para crear nuevas condiciones de derramamiento de sangre no es solucionar el problema.

5 de diciembre de 2014

Sé lo que hacen. Descartan, ignorancia mediante. Somatizan su prédica directa. Probablemente me maten. No los detendré.

Iba a explicar algo, pero la Ciencia de la Lógica lo dice bastante bien.

¿Recuerdan a los muertos vivientes? Eso soy. Pensé que otros podrían unirse a mi accidente, pero veo unos están bastante resueltos en vivir un nuevo mundo. ¡Adelante! Súbanse a Pegaso y llámenle a eso cabalgar. Nosotros los que reptamos, los que disolvemos, derretimos y laboramos, incluso en distintos cielos, no surcaremos los aires por medio de una sola quimera mítica domada por sus manos y su carisma. Una sola fuente es incapaz de emanar el medio para todos los dechados de virtudes.

Ha sido doblemente brillante el sol por darnos sombras además de energía. ¿Podrá entender eso el héroe que clama por la revolución? ¿Captaron el claroscuro de su territorio barroco o se quedaron con la prístina historia positiva de víctimas y victimarios?

Los visionarios insisten en saber y obligar a saber, pero sus pruebas son como la de los infantes en juego: hablan porque sí y oyen entre caprichos. Ni siquiera una bestia noble y mítica podría soportar la carga de su disposición sin tutela.

Sucederá una encrucijada, y algunos de nosotros les cederemos nuestro poder. Pero no harán nada con él. Pedirán que nosotros mismos tomemos las riendas, nos ofrecerán montar el equino alado, un clon, y verán que volveremos nuestros pasos, algunos a la tierra, otros a los artefactos. Si para entonces la estructura anterior está echa trizas, no depositaremos nuestra energía en ella, por supuesto, pero nos encargaremos de hacer y decir cuanto nos descartaron antes, nuestra propia inercia y expresión.

Tal vez entonces nos planteen un repertorio amplio, pero sea Kaboobie o Lammasu, muchos no querrán alzar el vuelo de ningún modo. Habrá que ver si los muy sacrificados no se indignan por tamaña grosería y retoman los garrotes.

Unos pocos prestarán atención a sus propuestas y con oportunidad -o con oportunismo-, escogerán sus inspiraciones. Se aproximarán a ustedes haciendo lo que ustedes no hicieron: escuchar; bendita diferencia reactiva la de "saber demasiado".

Para ustedes, que precisan ostentar unas verdades justas y destapar unas farsas, que la vida sea su revólver. Para no dudar de las vueltas de la carne y estar muy claros de quién tiene el fuego de su lado.

13 de junio de 2014

¿Por qué optar por la autodestrucción? La última vez que decidí que prefería la muerte a las relaciones dadas, estaba perfectamente rasurado y miraba hacia el futuro como quien mira a su destino... Cometí un error, que busqué corregir a los pocos días de hecho. Llenarse la boca de palabras es una cosa, pero cuidar por largo tiempo de objetos precisos es otra; es la eterna analogía de herir o sanar. Los corazones hablan del campo como metáfora por antonomasia del trabajo, y tienen razón en ello, pero se apresuran con la idea de sembrar las semillas y piensan muy poco en la preparación de la tierra y la repetición de la tarea. El ciclo anual tan solo es muy breve para expresar las muchas necesidades de las que depende nuestra existencia, y que si no cubrimos con rectitud nos dejan a merced de la fortuna, la cual, conforme crecemos y ocupamos cada vez más espacio, se agota inexorablemente. No velar por la salud del territorio, por ejemplo, o por las relaciones que desencadenará tal o cual herencia, solo augura tragedias futuras, de las que los desvergonzados podrán no sufrir ninguna consecuencia en la carne, aunque sean los principales culpables. Abusar de los habitantes del futuro o no hacerlo, esa es la cuestión aquí. Siempre trabajar con los seres vivos es más completo que hacerse de una parcela y dividir deberes.

Todavía más allá, ¿captamos con claridad cuál es el ritmo de los seres vivos que forjan su propia memoria a la vez que responden a su circunstancia dada? ¿Captamos la dificultad de aquellos que todavía no pueden plantearse estos elementos de trabajo y que responderán con ingenuidad a su "no hay nada que hacer al respecto"? ¿Qué desarrollo continuo podría resistir muchas primaveras sin una auténtica posesión de identidad, sin la así llamada vida? No, la muerte no es una opción en estos tiempos de extraña "contradicción". Extraña porque aunque sigue siendo ontológicamente lejana, es patente a los ojos más párvulos.

La primera vez que contemplé a los hombres liquidarse los unos a los otros yo ya los imitaba. La vez que comprendí que no los liquidaba a todos, también seguía de antemano sus pasos, pero algo no terminó de encajar del todo en lo que se decía y hacía... Algo oculto quedó ahí, agazapado en medio del ruido de los deseos y las incompetencias. No estaba en absoluto persuadido que debía seguir siendo así. El juego de espejos (la dialéctica), me ayudaba a entender cada vez más fino. Cuando mis semejantes rechazaban algo, recordaba las muchas veces en que yo rechazaba algo. Y si me habían hecho las injusticias a mí primero y no tenía muchos asideros para comprender una represalia (lo cual pasó, pues nunca fui un excelente pionero de la vida), entonces trataba de entender el sendero del agresor. Pronto se mostraron los caminos a seguir, las pisadas en falso. Las ventanas al mundo de la ilusión y del nihilismo, los valores puritanos y los perversos. Las ruinas eran los pasadizos más reveladores. Cada recorrido podía representar un museo de intenciones, tanto más resplandeciente cuanto más conociera al ejecutor. Un camino de muerte, eso era cada reconstrucción de la devastación, cuyo destino era un error, y poco más.

Los muchos templos del horror pudieron agotar todo mi espíritu juvenil en pocas semanas, pero tuve la suerte de buscar en sentido inverso, y traté de reconstruir los aciertos, las bondades de los demás. Si por un lado podía sentir la asquerosa sensación de inocencia, por el otro sentía el endeudamiento culposo.....

...

... No se puede escribir nada breve, carajo, porque la vida es más breve aún.


Algunas respuestas sintéticas

21 de octubre de 2013

Existe la alerta de violencia porque existe la repugnancia, no porque la violencia sea abyecta por sí misma. Más exacto: dado que las cosas tienen un comportamiento regular y son susceptibles, es posible interrumpir su tendencia y poner en duda las expectativas que de ellas se tiene, lo cual da de qué hablar por largo tiempo, con razón. Pero el punto es que violentar es, para ser breves, usar la fuerza para cambiar algo. Ya si alguien se opone a la violencia es principalmente porque se está cambiando el modo de ser de algo que no debería cambiarse, por ejemplo, la inclinación humana a vivir dignamente, entre amigos, con libertad y salud; modificar esta inclinación es grave y denunciable, por comprometer principios básicos. Es por esta razón que también la violencia es un tema moral, no sólo descriptivo, y lo que pone en la mesa su señalamiento es y debe ser la violencia hacia las personas, en la medida que condiciona su voluntad libre y su resistencia nacida de la necesidad en sus corazones. La violencia sobre las cosas es un tema a discutir, qué duda cabe, no todo es abundante ni igualmente relevante, pero esta discusión está subordinada a las violencias estructurales más agresivas y duraderas contra las personas: la política, la económica y la simbólica, formas todas de violencia que, por difusas, parecen sobrecogedoras y eventualmente condenan a la indefensión.

30 de octubre de 2013

El problema de los sistemas políticos totalitarios, como es el caso de la mayoría de los países modernos, es que la política la decide una colectividad determinada, muy limitada en su variación y percepción de las necesidades y recursos, pero lo bastante desarrollada para ejercer un poder que cambie la percepción específica generalizada sobre sus propios modos de control, de modo que parezca a los observadores concretos que el partido único tiene contrapesos reales. A menudo logra esto gracias a una maquinaria integrada en los procesos profundos de cada instancia de decisión burocrática central, fuente de mandos y distribuciones de recursos, y para esto aprovecha cualquier código cultural de integración para posicionarse, volviendo al patrón social la causa de la configuración resultante y ocultando el origen político del lacayo y la intención estratégica de sus superiores. Mientras más verticalidad haya en el proceso, más improbable se vuelve delatar la función del agente de la colectividad al mando y corregir sus efectos. Igualmente, a menor participación libre haya del esbirro, menos condiciones quedan para exigir responsabilidad a todas las partes.

10 de abril de 2014

Laz estrellas podrían perder su mudez - Zeyrus Kuilg

28 de enero de 2010

Todos tenemos poder - Zeyrus Kuilg

13 de agosto de 2014

Conocimiento e información - Zeyrus Kuilg

29 de diciembre de 2014

Seres sin verdad - Zeyrus Kuilg

2 de enero de 2015 - Cuaderno 15-01-02

1. La gente cree que la congruencia es una cosa muy importante y se escandaliza si no se mantiene. Yo lo pensé así durante muchos años, pero la suerte me llevó a explorar parte de la historia de las ideas que conformaron la mente. Se descubren algunas joyitas haciendo eso, como que las cosas evidentes tienen su revés, y por lo tanto cuando se tiene la emoción de estar frente a alguna obviedad, se disparan alertas y reconsideraciones. En general, los compas llevan razón en cuanto a que hay que defender la congruencia, pero creo se olvidan que la conciencia es limitadísima, particularmente la conciencia individual, es apenas una grava extraviada dentro de extensas dunas. Antes de avanzar más, aclaro que la conciencia en este sentido es un objeto racional y que la congruencia es un valor racional, por lo tanto, ideas sobre la conciencia del mundo, la gracia de Dios, entre otras, llevan un enfoque diferente del fenómeno y pueden verse poco beneficiadas de las palabras debajo.

Por conciencia nos referimos a algo material y mental, tanto lo uno, tanto lo otro. No solo se trata de un mero territorio finito -ese campo de atención- compuesto por determinadas moléculas movidas por impulsos eléctricos y químicos, también se trata de una lógica activa que posee sus propios límites de operación, de modo que es una relación en cierto estado de armonía entre múltiples símbolos y grandes estructuras o referentes. Ahora bien, ese equilibrio es dinámico y no siempre puede mantener una proporción adecuada. Sus picos de estrés son los tan conocidos conflictos internos, de los que no se ha salvado ningún humano conocido por mí. Siempre, en algún momento de la vida, hay suficientes motivos para inquietarse en el interior, para entrar en conflicto con uno mismo. Esta experiencia es una especie de "dolor lógico" que ajusta el código o calibra la toma de decisiones. (Aquí hay cerca una cuestión tenebrosa que no quiero pasar de largo, tal vez sea la única función que se aproxime al horror realista, me refiero al problema de la libertad y el determinismo, a saber, si somos lo que somos por ser espíritus o pensamientos libres o si lo somos por las condiciones que nos constituyen y que nos empujan a "decidir" tal o cual.) Lo que sucede es que la composición mental que llevamos en un momento dado posee solamente una cierta colección de información, la cual no es inalterable porque el pensamiento constantemente produce, procesa o crea nueva información, en dos sentidos muy claros: para desechar datos y para incorporar nuevas relaciones. Si "el disco" que tenemos en la cabeza no "borrase" información, perdería funcionalidad y correría el riesgo de paralizarse. La gente habla maravillas del cerebro humano, pero dudo que pueda almacenar 400 años ininterrumpidos de video en formato 1080p. No funciona así. Continuamente el entendimiento aprende cosas por medio desíntesis, es decir, de filtrar y perder elementos de la realidad, busca regularidades dentro de los datos que entran y generaliza, encuentra formas y las aplica. Nada puede ser entendido sin reducción.

La primera reducción es la construcción de informaciones que hace que no todos los datos sean relevantes, solamente aquellos que tienen algún sentido y contexto, aquellos que se objetivizan en el lenguaje y pueden ser puestos en alguna consideración especial en relación a otras informaciones. La segunda reducción es una especie de ampliación de los datos procesados hasta el momento; consiste en la colocación de la información en cuestión como mero respaldo de criterios generales para la acción. Ese respaldo es una reducción porque aunque suma entradas de datos, vuelve los recién adquiridos en un mero voto para creer tal o cual idea. En el mejor de los casos, los votos no son aislados, sino que ocurren en consonancia con miles de otras informaciones que están a favor de creer una posición u otra. Estos criterios generales son la médula misma de la persona, esos condicionan el ego, su moralidad, su disposición, maduraciones del carácter, etc. En este ámbito se juega, por ejemplo, el sentido de la realidad o el valor de las acciones cotidianas, el sentido con el cual imbuimos la vida. Algunos de estos criterios poseen un respaldo refinado, es decir, científico, dotado con un lenguaje más estricto que el normal y capaz de ser expresado y puesto a prueba entre iguales. Pero generalmente los criterios científicos son incapaces de cobijar completamente la humanidad del sujeto, solo cubren pequeñas partes de su totalidad personal. El lado racional del núcleo de la persona, en el caso de los seres humanos, de acuerdo a la tradición humanista y científica, consiste principalmente en palabras, la cuales, cuando se ponen en uso y entran en relaciones complejas (con contexto, intencionalidad, historia, media, etc.) se conocen como creencias o posibilidades. Esos son los juicios y unidades de significado lógico.

Por su parte, prefiero el nombre de criterios generales para dejar más a la mano que son estructuras dispuestas para operar o responder antes que contenidos mentales. Durante mucho tiempo se pensó en la mente como una caja aparte del mundo en la que se almacenaban conocimientos, verdades del corazón; algunos recuperaban la idea de olvido, pero seguían pensando que en la mente cuando menos ocurrían los pensamientos puros, ajenos al ruido de la materia y "la opinión" de los sentidos del cuerpo. No hay contenidos mentales en aquel sentido estricto, como enunciados lógicos perfectamente racionales donde solamente ocurren ideas puras. El pensamiento es también cuerpo, y el cuerpo es un organismo que, aunque suave o modificable, ofrece resistencia a su entorno; no se desbarata por cualquier tendencia exterior al él, al contrario, busca persistir al cambio y reacciona ante lo que le sucede, eso implica por supuesto el ciclo metabólico que lo hace requerir la renovación de sus medios de sustento y energía. Pues bien, estos criterios para la acción, el núcleo personal, que en el caso humano son estas creencias y posibilidades formadas por palabras, en todo caso conservan una lógica de cierto tipo. Dado que son materiales, no siguen los principios de la lógica silogística aristotélica del mundo clásico y académico, donde se privilegia la exactitud y la pulcritud, entre otros valores del poder concentrado, sino se comportan de acuerdo a una lógica más débil, abierta, no monotónica y no binaria.

La lógica no monotónica es una lógica que cambia sus conclusiones según sean las premisas vigentes. Está al tanto de la actualización del argumento, y eso depende de la nueva información que llega. Su definición es analogable al juicio de una persona cualquiera. Una lógica no binaria o polivalente tiene la característica de integrar nuevas reglas para restringir las inferencias inmediatas que brotan de que los enunciados clásicos solamente pueden ser verdaderos o falsos. Premisas como la disyunción "ser o no-ser" o la contradicción "ser y no-ser" adquieren distinto significado cuando es posible que haya un nuevo término sincategoremático que modifique el sustantivo "ser" cuando ocurre a solas, además de "(sí-)" y "no-". En la vida ordinaria de las personas, encontramos las salidas "indeterminado" o "no puede saberse (por ahora)" compartiendo su valor lógico junto con "verdadero" y "falso". Entonces ocurren las apuestas, algunas son diversión, como -dicen- "juegos de azar y mujerzuelas", otras apuestas son religiosas y aspiran a ser sublimes.

Además de poseer una lógica no clásica, la conciencia humana posee una disposición particular hacia la información que recibe, igual que como la tiene para procesar sus datos interiorizados. Casi nadie pone en cuestión la dinámica mental del aprendizaje, es un hecho irrebatible que el ser humano aprende. Esto quiere decir que mete nuevos datos, les confiere cierto sentido como información y la integra como razón para creer x o y. Pero en algún punto, también el sujeto elige que aprender de lo que se le presenta, en la medida que cubre condiciones para percibirlo, corrobora con ello sus intereses y no ponen en conflicto aspectos esenciales de su criterio actual. La percepción tiene su parte automática, pero también su parte intervenida en razón del juicio del sujeto, a veces conscientemente, cuando se discrimia y desecha lo que no se quiere pensar y se incorporan halagos, o inconscientemente cuando las convicciones nos hacen ciegos a las informaciones puestas delante. Ejemplos hay infintos. Ahora recuerdo uno que tenía que ver con la corrección ortográfica de unas páginas de revista. Estaba seguro que ya había revisado ciertos fragmentos, además pensaba que ciertas palabras casi nunca pueden ir mal escritas; total que había erratas, seguía habiendo letras pegadas o faltantes, ahí mismo en las palabras que había leído -revisando- siquiera un par de veces. ¿Alguien ha escuchado de los prejuicios? Aquí van, no solamente en las groserías vulgares. Cuando se aprende, se toma principalmente aquello que hace sentido de acuerdo al modelo previo, no todo lo que puede hacer sentido de los datos. Dicho de otra manera, la gente no aprende desde la referencia cero, como si estuviera en el trono de Dios creando el todo de la nada, sino desde una criba ya adquirida previamente. Es nuestra responsabilidad que ese conjunto de criteros vaya siendo cada vez más desarrollado conforme se adquiere edad y experiencia, o cuando menos, más adecuado para al progreso moral y civilizatorio.

Así es como retornamos al valor moral de la congruencia. Los viejos textos han tratado los asuntos de arriba con más precisión y abundancia, recomiendo buscar distintos métodos para adquirir creencias. Si llegan a ellos o miran con atención e igual dignidad una fotonovela que una pieza original de Praxiteles, quizá aprendan a ver necios, mártires dolidos y héroes modernos en todos lados, también dentro. En los recovecos de la llamada conciencia están conviviendo el yo-narcisista, el yo-sexual, el yo-altruista, el yo-científico, el yo-temor, el yo-irreductible. Verán que la crueldad y el deseo no están peleados, que la soledad y el placer se cartean todos los días, que las emociones salvajes y los pensamientos analíticos comparten naturaleza. ¿Quién puede ser congruente en estos tiempos de inigualable estimulación moral y alarmismos de toda clase? Hoy, los compas confunden la preocupación con la consciencia y buscan aceptación a partir de meras repeticiones de alarma, y luego juzgan desde una buena conciencia, entendida ésta no solamente como mente cursi, también como mente en posesión de la verdad. La Voluntad estragó el planeta. Se necesita algo más que demanda (de nuevo volición), hay un déficit de levantamiento deliberado de relaciones que satisfagan necesidades concertadas. Un concierto no es una voluntad cualquiera, es una correlación de las intencionalidades, lo que entiendo se quiso expresar alguna vez por medio de la 'voluntad popular'antes que se difamara la forma por la práctica misma de los demagogos.

Analicemos un poco más detenidamente qué significa este levantamiento deliberado de relaciones. Las relaciones son objetos diferentes a los objetos típicos y materiales, pero son realidades físicas, que obligan a los cuerpos en alguna medida a comportarse de una forma. Las relaciones se pueden deliberar, son para decirlo rápido reglas de juego; todos hemos iniciado y terminado juegos. La política del mundo actual es una regla del juego, colocada a fuerza y totalizada por medio de la historia, la violencia y la ignorancia, pero un juego, y puede ser terminado. Los autonomistas se dedican a inventar nuevas reglas, pero sólo lo logran en la medida que son efectivos en su autogestión. Levantar deliberadamente las reglas significa ponernos en situación de obedecer nuevos principios, no solamente ante nosotros mismos, sino ante otros, y no ante otros cualesquiera, sino a los miembros de la comunidad en donde uno hace posible su vida. ¿Difícil? Creo que nadie tiene una idea justa de lo jodidamente difícil que es actuar en consecuencia cuando nos proponemos entrar en resistencia. De todos modos, al dar la lucha, se crean recursos para las conciencias de las personas, recursos que, sedimento a sedimento, van haciendo un otro suelo para levantar edificios bajo cuyo techo se sigan las reglas de la comunidad, no las de la gran automatización del mundo.

El asunto con la congruencia está, entonces, en que se trata de una lucha con el sí mismo (un conglomerado de elementos siempre dinámicos) y en relación con medidas explicitadas, y en el caso de los opositores al sistema, tales medidas son deseos y creencias en comparación con el mundo único y de todos (a pesar del posmodernismo y nihilismo que se carguen). Para un individuo moderno, procesar las pruebas que supone tamaña ambición toma, por lo menos, un par de años. Pfff...

15 de enero de 2015 - Cuaderno 15-01-01

1. Elementos de posible uso para cuentos infantiles contemporáneos.

Todo. Sexo, drogas y rock 'n' roll incluidos. Pero destacamos lo siguiente de una cartilla moral con cierto soporte:
  • Condicionar el trato entre los personajes. En general, los personajes no ocupan solamente un rol dentro de un destino manifiesto para los cuentacuentos, son también representaciones de las personas, y estas son tales por sus actitudes y su relación a un etorno. Estos criterios pueden ser particulares o universales, siendo los segundos más comprometidos con tesis de la realidad. Ejemplo: si en el contexto sigue aboliéndose la realidad, seguir tratando a sus habitantes como bestias o demonios. 
  • Conocer estudios sobre las distintas clases de infancia y sus carencias. Esto puede solventar el escaso criterio para determinar el tono de las historias narradas. El niño de siete años promedio ya puede entender lógicas sinuosas y científicas, solamente le falta experiencia para captar gran parte de las tramas complejas o para completar los mensajes meramente sugeridos. En esto es semejante a cualquier joven, adulto o viejo que se ha instruido poco en la materia. 
  • Asumir que la obra puede llegar a cualquier tipo de manos, no solamente al público destino. Esto es de especial importancia para los productores de "obras para adultos". 
  • Mostrar el infinito de los objetos. Mostrar la composición de aquello mirado cambiando de enfoque, sea arriba o abajo. Ejemplos: mirar de un ser vivo sus mínimos para pensar su metabolismo o de un país el mínimo para pensar sus leyes como escritas y no escritas. 
  • Caracterizar personajes según su grado de racionalidad. Unos pueden perseguir objetivos de acuerdo a premisas bien delimitados mientras otros no muestran ni conservan precepto claro alguno. 
  • El mal no es ningún personaje concreto. La tradición de los cuentos modernos tiende a exagerar a un personaje volviéndolo el centro de todos los problemas del protagonista. Este tipo de recursos literarios casi siempre eluden los verdaderos problemas del mundo cotidiano, como son la inequidad y la discriminación, situaciones que brotan de las relaciones sociales, no de un sujeto culpable simplón. Si se quiere amplificar el aprendizaje del menor, la historia debe desarrollar más que un villano al cual golpear con juicios y puños de hierro. 
  • Las convenciones políticamente correctas son insuficientes. Los criterios del bien y el mal en distintos contextos no están definidos y esto debe hacerse notar como parte de los días convencionales. 
  • Abandonar la forma de lenguaje infantil, permitirse desarrollar más que lo grotesco, lo aburrido y convencional, el mundo adulto. 
  • La infancia es realmente compleja. Si el tema es la infancia, se debe eludir la fruslería de diferenciarla entre buena y mala o a partir de gustos y familias. Describir la naturaleza de la infancia, sus etapas y diferencias formales. No ocultar a los niños malcriados ni cebar a los buenos de miedos y afirmaciones sustancialistas. 
  • La diferencia de clase es también etárea. Hay que mostrar con suficiente justificación la distancia entre los niños y los adultos y algunas teorías de valoración sobre unos y otros. Lo obvio, al principio, no es tan obvio. Conviene mostrarle al pequeño los temores de la clase adulta y los motivos de conflicto y ejercicio del poder entre estas clases. 
  • Dejar cabos sueltos, para que los menores propongan continuaciones de las historias que disfruten con los elementos que conocen. 
  • Diversificar formalmente la idea de familia y evitarse los anacronismos que colocan en relación de igualdad a la familia biológica y a la modal. 
  • Para que sea creador, se requiere que el menor aprenda a decidir. La enunciación de moralinas debe sustituirse por ocasiones para reflexionar la toma de decisiones. Los sermones son útiles solamente en situación de insuficiencia de criterio, lo cual a menudo se sabe a posteriori. 
  • El crimen es crimen para el mundo actual, no por naturaleza. Si se narrarán eventos criminales, el infante debe captar que se trata de actividades perseguidas y castigadas en el mundo de carne y hueso. Es responsabilidad del narrador si el menor adquiere algún afecto por tales acciones, por lo que su legitimidad (de haberla) debe ser tratada con especial cautela. 
  • Fomentar el relativismo extremo es una actividad de alta peligrosidad para la infancia y para la vida en el planeta. Debe moderarse el uso (hoy prácticamente constante) de recursos narrativos como los giros inesperados, los antihéroes y los villanos trágicos. El niño debe advertir que hay regularidad en el mundo y que asumirla trae beneficios o que potencia las fuerzas en todos. Historias sobre la esclavitud o la debilidad de aquellos que desconocen o niegan ciertas verdades fundamentales son recomendables. 
  • El castigo del malhechor no es relevante. En los mitos sobre la justicia, hay que hacer todo lo posible por desvincular la justicia del castigo vulgar (incluido "el karma") y asociarla a tres ideas fundamentales: resarcimiento del daño, reinserción social del agente y nuevas medidas para evitar la repetición del mal. 
  • Algunos géneros de las distintas clases de obras son creaciones directas de las prohibiciones. Las violaciones a los principios no dejan de existir en razón de la prohibición, simplemente se vuelven obras marginales que pueden ser tomadas como emblemas de subculturas. Su ostracismo es más insano que su supuesto contenido repulsivo. Para evitar la disgregación social se recomienda no prohibir irracionalmente excesos. Si la historia lo amerita, se pueden narrar borracheras, matanzas y locura sin igual. 
  • La idea de que ver representaciones de violencia crea sujetos violentos es falsa. Muchos cuentos tradicionales destinados a los niños narraban decapitaciones, criaturas horrendas, devoración de niños y desmembramientos. La población que conocía estas historias no era más propensa a la violencia que la que consume los productos de la marca Disney. Desde luego no decimos que dicha empresa genere salvajes. Lo que verdaderamente crea sujetos violentos es hacerlos padecer la violencia, hacerles creer que no hay otra forma de existir o subsistir. Hay una diferencia abismal entre mirar y recibir el mal; el primer modo puede servir de catarsis, el segundo sí puede naturalizar el daño. 
  • Buscar ocasiones para discutir la prioridad tópica. Los cuentos infantiles no deben generarse de acuerdo al movimiento del mercado, pues su objetivo no es competir por el enriquecimiento sino educar a la población y reproducir sus condiciones para seguir persiguiendo el mejoramiento moral. Hoy día no es claro, por ejemplo, que los niños deban seguir consumiendo al por mayor narraciones centradas en la consecución de una pareja romántica, aunque el amplio espectro de la sexualidad, como fenómeno natural y constitutivo de la especie, debe seguir siendo dado a conocer a los infantes. 
2. Facebook es irritante porque rezaga datos que creo a los usuarios les podría importar tener a la mano. El muro se piensa como una línea temporal de acontecimientos que se van sucediendo o actualizando, pero la navegación de esa línealidad es miserable. Por esta razón colocaré un mensaje de alguna relevancia en el espacio de las notas, que por ser menos comunes y poder ser enlistadas en un marco aparte facilitan localizar el texto.

La escritura del 15 de diciembre que se reproduce a continuación es relevante porque:
  1. Llamó la atención de más de un par de personas aunque no tuvo promoción alguna o no se benefició de una publicación auténtica. 
  2. Su contenido dice una verdad de perogrullo, pero se tomó la molestia de decirlo con algo de paciencia atípica. 
  3. Tiene trazas de metafísica, por lo tanto, de estima, a pesar de no desligarse por completo del tren del mame cultural propio de Internet. 
Lo diré otra vez, porque sí, porque no soy activista, ni siquiera alguien consciente, ni bueno, ni artístico, ni filosófico, ni nada; nada más porque sí: el poder no se tiene. El cabroncete que cae mal no es poderoso y el mundo que no debería existir en razón de todas sus atrocidades tampoco es poseedor de todo el pinche poder. Poder le llamamos a una cualidad, un rastro que dejamos cuando entramos y nos aventuramos al laberinto del mundo, por consejo de la Ariadna o por idea del Arquitecto. La madeja de hilo no tiene ningún valor sin una prisión sin puertas, sin un peligro o bestia al acecho, sin una ofrendado que se entrega a la oscuridad, sin un acto heroico, sin un cómplice; sin todo eso la solución al enigma no tiene nada, es vacío.

Por esto, es obligatorio resolver la cuestión de a qué llamamos o intuimos acumulación de poder y a qué la toma del poder, entre otras asociaciones explicativas de la fuerza en acción. La estupidez y la ignorancia respaldan el creer que las respuestas son tesoros, que pueden guardarse en un cofre para un uso discreto, creen que se pueden llenar las arcas de palabras y heredarlas a sus predilectos sin mayor compromiso con el todo. La nada lo abarcaría todo si sus favores no fuesen restringidos por los elementos complementarios correspondientes.

La explicación del espacio, la de su invención perceptual, es una tarea harto reveladora que hay que intentar algunas veces en la vida. Enseña que los seres son relacionales, que el uno, el necesario, el antiguo, o la gran mamada que se les ocurra, la cual derivó todo, incluidos nuestros secretos conscientes y los acontecimientos que no nos han pasado -si acaso tal entidad explica algo-, tuvo que ceder su propia originalidad para poder engendrar la creación misma. El principio es vario (tal vez ya es multiplicidad). Sucede que ya está coligado por sus propios aspectos constitutivos, reducibles a tres para el intelecto abstracto redactable y por lo ya registrado en los fragmentos de la historia. Quizá se mostraría más diverso si pudiésemos conjurar otras especies de razón, adivinemos una cuántica, una androide, o una colectiva. La génesis de todos los distintos eventos está entonces mutuamente fundada en sus aspectos, sí constituye pero ya es constituida, está ya enlazada a sí y por sí ante una transgresión de sí misma, su impureza la vuelve codependiente, coyuntura, mutualidad y comunión. No es así un objeto cualquiera porque se mezcle con las demás cosas, sino porque así es desde sus albores mismos, está cargado de potencial, pero también está vencido por sí mismo. Una pirueta más -todo muy básico-: son alas que llegaron al mundo a costa de cortar su propia capacidad de ser alas.

Algunos describen la libertad desde la facultad para principiar algo, desde el poder de comenzar una obra, un trabajo, un interés. No dicen, si son elaborados, que es la falta de poder la que inhibe la libertad, pero varios son tentados a creerlo así. Si se explica el desarrollo de las sustantividades como un proceso condicionado al poder, sería casi inmediato inferir y diagnosticar "la falta de poder" como causa de los ultracotidianos fracasos. Pero esto no es el caso. El poder es también necesario para poderse doblar o someter a otros fenómenos. Los materiales del mundo con los que construimos herramientas y cosas varias son nuestros mejores maestros. Sus cuerpos tienen distintas colecciones de cualidades y responden de formas especiales a ciertas condiciones. Todos los objetos y sujetos tienen poder, no los puede abandonar si conservan la existencia descrita en los distintos postulados u omisiones de que hay mundo. Por ejemplo, para que este texto tenga sentido, he tenido que seleccionar los problemas a desarrollar y algunos que he de obviar. He tenido que imaginar que esto pudiera ser ilustrativo para algunas subjetividades, las cuales me he visto obligado a imaginar en parte y a reconocer de datos ajenos, también, para el mayor ejercicio de cierta clase de creaciones que a penas y me interesa lo bastante a mí nada más, hasta donde sé, que se realicen. Es decir, el texto, que puede ser reinventado como obra abierta que ya es, desde distintos enfoques, es sumamente débil ante unos y posiblemente fuerte ante otros, cuando menos, hay una carga intencional. No olvidemos que está dirigido no solo a sujetos, sino también de acuerdo a su formato y presentación. La red que muchos de nosotros conocemos hace de estas palabras una suerte de carta arrojada al mar en una botella.

Pero volvamos, ¿qué quiere decir acumular el poder?, ¿qué quiere decir tomar el poder? Y sobre todo contestemos, ¿qué vamos a proponer luego de dichas las palabras?

Comienzo por colocar la atención sobre esta lectura breve. Estamos ante una tecnología, una forma teórica que da un orden más o menos coherente a los acontecimientos experimentados y que propone ciertos enlaces conceptuales, cruzas que hacen sentido, a quienes le tengan buena fe y a quienes se esfuercen en construirlo. La teorización es por sí misma una experiencia para sus descifradores y cocreadores. Se trata de una tecnología hecha de palabras, de signos muy evidentes, de objetos débiles, los cuales sabemos muchos podrían acusar de meras opiniones, de ignorancias, de humo, de seres que no son, insinseridades, pena ajena. Pero también es una red muy pequeña que teje el suelo suficiente para concertar acciones, es, un 'espacio de palabras'. Los viejos le llamaban a esto texto. Romas las palabras, tenemos que sacarle filo a todas, porque la enfermedad del espíritu de la actualidad obliga a recordar lo temas más elementales; hasta esos niveles ha llegado el daño a nuestra razón. Los puntos de apoyo de ese espacio de palabras, de ese suelo suficiente, son las referencias, y las referencias, hasta donde me quedé en estudios, son los mitos, los términos primitivos en nuestro estado actual de pensamiento; o sea, los contenidos satisfactorios no cuestionados. Son signos que no tomamos necesariamente por reales o por visiones inventadas, sino por figuras prácticas, ya insertas en situaciones o circunstancia, siendo su verdad o falsedad, un uso práctico entre tantos otros. Ahora bien, este texto es un escrito de muy cortos alcances, que fue concebido por seres diminutos que germinaron a través de mi cuerpo. Los núcleos de razón o cabezas que deambulan en las miles de millones de subjetividades humanas tienen una bajísima exposición a estas palabras, en la mayoría de los casos concretos, notaremos que su exposición fue nula. La circulación de esta teorización es una nada, como debe ser, dadas sus condiciones de elaboración y "publicación". Pero no todos los textos tienen estas características, y eso es lo que explica qué clase de tecnología es la que insiste en la posesión del poder.

Los textos no son solamente leídos, también viven en la informalidad más allá del papel: son mencionados, reinventados, comentados, criticados, rechazados, escuchados. En ese ámbito, sus puntos de unión más duros se van anquilosando como referencias colectivas. La teorización entonces no solamente ocurre a modo de isla desierta, también ocurre como mito social, o bien como consenso, en caso que las referencias se acuerden por una colectividad deliberativa. La primera forma es la más común, porque las agrupaciones humanas de la actualidad han recluido el razonamiento a los espacios privados en lugar de a los públicos, encuentran la realización subjetiva en los proyectos personales e individuales y han dejado la esfera pública a una gran automatización en la que poco se piensa, porque es mayormente invisible para la escala de un ciudadano promedio, sometido a la anomia y a la enajenación. Cuando las referencias sociales son meros mitos sociales, concretan un significado estereotípico que filtra los campos semánticos en los que pueden moverse los términos con suavidad en el trato interpersonal. El lenguaje neutro está plagado de lugares comunes que podrían ser, con mayor información, grandes equivocaciones o mayores aciertos. Poco importa aquí su verdad, sino su uso, y en la práctica, estar equivocado no significa perder la razón, al contrario, llevar las palabras a determinados puertos es estar ejerciendo la razón y estar dando por sentado un cuerpo de premisas como verdaderas (o suficientemente verdaderas).

"Tomar el poder" es un lugar común de lo que se entiende, a menudo, por "hacer la revolución". Esta idea asume que las fuerzas revolucionarias no tienen el poder y que una vez que lo tengan, podrán dar el gran cambio tan anhelado. La historia muestra que el problema de las mayorías con las minorías es que estas últimas viven parapetadas por un esquema o una estructura de relaciones inicua que hay que desbaratar, y que si no se golpean sus ejes, la opresión será transitiva, aunque cambie la sangre o las buenas intenciones de la minoría. Muchos miran hacia otra parte y repiten (todo esto es una mera forma de repetición) la propuesta: organizarse, ser autónomos, tener su propio territorio. Sin embargo, estos "más despiertos" que no buscan el cambio inmediato rara vez pueden lograr que cuaje una transformación para el largo plazo. Los "largos plazos" de varios sediciosos son aproximados a un par de años, a un sexenio cuando se deschavetan; no piensan en términos generacionales. Se entiende; perdida cierta confianza en el progreso y en la humanidad misma, a muchos nos robaron el futuro; ¿cuándo vamos a imaginar fácilmente los cambios que se avecinan y a prepararnos ante ellos como corresponde, si podemos sedar nuestra percepción de su existencia?

Cuando escucho a los autonomistas, trato de entender qué quieren decir, y miro de cerca su comportamiento, y comienzo a ver que los motivos por los que no son seguidos, tienen que ver con que no bajan el grado de abstracción de sus propuestas. Hay que desdoblar sus palabras. Esta carta en una botella es un intento por desglosar las palabras que nos parecen familiares, pero que han perdido su capacidad para orientar nuestras acciones. Afilados los pensamientos, potenciamos nuestras actividades, y ganamos confianza en el futuro que construimos.

La propuesta es bien simple, dicho todo esto, pero busca apoyarse en otros puntos, considerablemente frescos para los atentos imaginados por mí. (Son puntos muy incipientes, pero lo expresado no es solamente lo manifiesto, y eso me deja en relativa calma.) Habitantes del mundo, sigan la ruta del autonomismo, pues ella es la única vía conocida que es plural y da entrada a un mundo donde caben muchos mundos, mundos dispuestos a coexistir con otros. Los demás esquemas quieren ser igualmente prósperos, pero no pueden evitar sobresimplificar a los casos especiales y concretos y obligarlos a acatar la forma general que concibieron para su operatividad de alguna manera centralizada. No hay que tomar el poder; eso ya "se tiene", es un defecto de origen de todos los seres. Hay que desconocer el poder en su sentido mitológico y social, la tecnología que lo refirió como objeto de posible posesión ya no sirve, hoy es una vieja roca que no ayuda para cazar. El otro como problema político, "el poder", es la cansada confianza que tienen los distintos participantes de que están en mejores manos la toma de decisiones en un órgano heterogéneo que en un organismo doméstico, cercano y que requiere de su mantenimiento y responsabilidad. En este sentido, "los poderosos", son los que han acaparado la toma de decisiones y pueden coordinar a otras existencias sobre la base de que las funciones de todos los miembros ya están previamente definidas, que no hay que reinventar los distintos puntos que conforman el cuadro de la realidad. Para que los proyectos autónomos funcionen, cada centro ha de hacer su propio esfuerzo por comprender cómo opera su propia totalidad, su auténtica nacionalidad (otra palabra con su propia referencia mítica), para combatir la anomia, y de qué manera ésta beneficia al resto de las naciones del globo, para combatir así la enajenación.

Si queremos tener mayor consonancia con el entorno, el cual también nos constituye, dado que nos condiciona y nos da acceso a nuestras tecnologías, entonces tendremos que comportarnos de una forma más aproximada a los sistemas ecológicos. De modo que de pilón hay una segunda propuesta: para acercarse a la autonomía, búsquese una justificación para explicar porqué el ser humano no es un ser separado de la naturaleza por obra de la tecnología, sino que en razón de la tecnología, es sencillamente, naturaleza.

Los casos para analogar lo dado aquí son muchos y el terreno de trabajo planteado vasto, por eso es para el mar.

(Ningún hombre escribió esto, ningún hombre es una isla.)

14 de diciembre de 2014

Lista para los Reyes Magos:

NOTA: Para no quebrarse la cabeza con los minoristas (auténticos amos de la distribución), haga pocas consultas. Si alguno de los artefactos no se oferta en una tienda de la esquina, ni en los centros comerciales, igualmente si no aparece en los comercios electrónicos, entonces hágalo usted mismo, como predican los ahora anticuados diyistas, o antes de ellos los individualistas, los egoístas, los liberales, los independentistas, los autonomistas, los comunitaristas, y antes que todos, los humanes, los hijos de la tierra y sangradores de la misma. Pero antes, no olvide aguzar los sentidos y verificar que haya canales que permitan las construcciones hiperespecializadas requeridas en ciertas fases de la invención tecnológica.

1. Estructuras de pensamiento emancipadas de prejuicios sustantivistas clásicos: modelos de razón que no apelen a la naturaleza de los seres sin contextos de aparición, condiciones y potenciales. Es decir, dispositivos que eludan la configuración de mentalidades que reproducen figuras por repetición y no por razonamientos dialogales, polifónicos e histórico materiales. Las formas que han de ser fomentadas, para solucionar problemas, deben ser prioritariamente públicas y comunitarias.

2. Procesos sintéticos de la información producida en el último siglo y medio, que faciliten la adquisición de criterios para identificar los problemas urgentes, los importantes y los derivados de todo cuanto existe, sin dejar de lado siempre un amplio repertorio de caminos de acción para la adecuación libre conforme sean las condiciones de comprensión de cada sujeto concreto. Además la síntesis ha de dar asideros morales y propiciar el desarrollo de la responsabilidad a las nuevas generaciones.

3. Rehabilitación de la deliberación en la civilización moderna. Detección de los problemas para la toma de decisiones en los sujetos y valoraciones neutrales de las concentraciones específicas de recursos o de poder que, de facto, impiden a las sustantividades humanas entrar en comunión, lo cual gesta en consecuencia una disputa que desemboca en la configuración de la injusticia o de la violencia estructural.

4. Un órgano permanente de la sociedad civil global que se ocupe de combatir en jurisdicciones culturales particulares los mecanismos que han atacado la memoria y el territorio de sus pobladores racionales, que desacredite el culto a las explicaciones monosémicas de los fenómenos (siendo el relativismo vulgar un ejemplo de pensamiento lineal), y que exhiba, en función de consecuencias concretas, los perjuicios de los hábitos, tanto físicos como mentales, contra el individuo, su comunidad, su entorno y las generaciones pasadas y futuras.

5. Listas de conceptos entreverados que requieren de revisión teórica inmediata dada la nueva información generada en el presente. Posibles ejemplos: el campo semántico de la política, en particular sus binomios paz-guerra, capitalismo-socialismo y legal-legítimo. También el campo semántico de la verdad y los hechos, incluir ahí lenguaje, historicidad y existencia (prestar especial atención a que se asimile el proceso de aprendizaje o crecimiento de los sujetos, de sus redes y sistemas). Otro podría ser la tecnología, aproximar a ella las formas constitutivas de la percepción, las tradiciones del entendimiento, y alejar la idea empobrecida de "aparato moderno que nos separa del estado salvaje".

30 de diciembre de 2014

El tiempo esculpe también el mal - Zeyrus Kuilg

25 de agosto de 2014

Seremos todas las cosas de este mundo y más todavía: ya somos el mundo y aún somos otros mundos por venir; ningún incrédulo nos despoja de nuestros elementos constitutivos, por más que se ignore o se niegue, no hay dios sin nosotros, ni otros sin nosotros; como seres relacionales, siempre somos naturaleza, ciencia y tecnología, es decir, somos una pugna, una lucha condicionada condicionante que nos otorga, una vez distendida y decantada, al hijo llamado orden; todos los dispositivos, aparatos y signos conforman nuestro propio cuerpo central, nos ordenan en todos nuestros detalles, colocan nuestros errores, nuestra mente y nuestro destino en libertad. Somos la totalidad capaz de volverse una obra todavía mejor. Somos la práctica y las acciones todas, hacemos incluso aquellas cuyo nombre no ha escuchado hasta este punto el corazón singular. Somos la multiplicidad de contextos y testimonios. Ningún sujeto se ha quedado sin objeto en nuestro interior, mientras en el exterior cada objeto tiene su sujeto. Las formas se acoplan a pesar de los continuos derramamientos de violencia. Ya alguna vez fuimos, en el espacio mítico, una parte a secas, concluida, en perfecto balance consigo misma y sin más, fue antes de ser este acto abierto de vida, donde las emociones dictan caminos dispares y motivos de conflicto, a unos determina con hastío y a otros con goce o desarrollo de esperanzas, lo mismo da, en todo caso, padecemos aquello adquirido por igual: que somos -¿no serán el ser y el crear la misma noción?-, y por lo tanto soñamos, y en efecto viajamos, de esta manera navegamos todas las formas del mar; recorremos todas las posibilidades, así por siempre, hasta volver a nacer o incluso a parir en mitología.

26 de octubre de 2013

¿Cómo desarrollar la percepción del sentido del esfuerzo colectivo?