jueves, 28 de noviembre de 2013

Carta abierta al tema del lenguaje sexista:

En los tiempos míticos de la edad temprana de este mi cuerpo, las palabras tenían antes que nada carácter y simbología; cada apropiación era recuerdo, y cada uno de estos arrastraba diversidad de huellas. Rápido comprendí que bondad y belleza eran voces semejantísimas, separadas esencialmente más por las marcas que dejaron sobre mi piel que por su nombre. Más adelante, en la segunda era mitológica, las ideas fueron incorporadas, en su precisión y junto al habla ordinario, de manera asexuada, por simple coherencia. El sexo es un tipo de dimorfismo orgánico, y como tal, es propio de la carne, no de las ideas. Hubo un tiempo en que la idea de hombre universal se declaraba junto con ser varón, entre otras cualidades; pero ese tiempo ya declina, pues su base racional era un pensar desmesurado, insuficiente para sintetizar los hallazgos de las ontologizaciones que campean y abren mundo, aguardando su turno para desplegarse desde la historia. El intelecto es una forma de la carne, ¿por qué negar que es natural, si se origina, genera y degenera?, y como tal, no obedece todo él a la velocidad de la sentencia lógica que valida un argumento. Sin embargo, el entender también es un ser descarnado y distante del sexo. Por ejemplo, gracias a que atiende la gesta de las proposiciones-propuestas y se esfuerza por seguir la secuencia de los garantes de sentido, descubre y protege la importante relación de la entelequia como propósito, sin eliminar la verdad según la cual ella misma es además hermana de la quimera; ya una tercera vía ofrece una digna relación literaria entre propósito y quimera. Por su parte, los símbolos llamados palabras tienen su propia clave, y a través de ella ocasionan oportunidades específicas de encarnación o enunciación. De lo que se trata con el lenguaje es de cuerpos sutiles (formas) que sirven a cuerpos densos (materias) para imprimir humanidad a nuestra fatal mortalidad.

Ante esto, en un tercer momento mítico, ¿qué representa el panteón de la equidad de género con sus medidas de reforma del lenguaje oral y escrito? ¿Critica el uso de la lengua o propone un derrotero de evolución lingüística, deliberado y revolucionario? Si es lo primero, es muy razonable, los grupos privilegiados tienden a desconocer la condición de aquellos a los que les saca ventaja, y si está en sus posibilidades, incluso simulan olvidar su superioridad y omiten en su conciencia las causas sociales heterogénicas que establecen esta diferencia. Sin embargo, los propagadores de estas divinidades están haciendo también lo segundo. Puede que sea una medida precautoria para no quitar el dedo del renglón, pero también raya en lo ridículo. Recuerdo ahora, por poner un par de ocasiones, que era irritante escuchar a Vicente Fox ganar varios segundos en sus discursos anodinos por implementar la salvedad de unas y otros, pero también molestaba mirar esfuerzos de universitarias y universitarios por hacer de las palabras algo más representativo de la realidad, como si el español tuviese que ser descriptivo y explicativo hasta la saciedad de los sujetos sexuales referidos. Parecería correcto, pero es un error por dos razones, primero, no olvidemos que el lenguaje natural no tiene que ser fisicalista ni exacto, posee modalidades, es decir, encarna en diversas formas según sea el propósito que lo convoca. En segundo lugar, no se puede diseñar la precisión final. Los intersexuales lo mostraron con toda claridad. Sucedió que unos comenzaron a escribir ya sin 'a' y sin 'o' diferenciales, incluso omitieron la 'x', popular por indefinida, y escribieron '@'; cuando el rango de sexualidades es tan diverso, las letras ya no alcanzan, human@s precios@s. Según entiendo la historia de las ideas y para la mayor equidad, se haría una lucha feminista revolucionaria (teoría crítica de la identidad) más eficiente sexualizando a los varones y desexualizando a las mujeres en lugar de reglamentando el curso de los dialectos. Un buen ejercicio para identificar los excesos podría ser preguntarse: ¿qué lucha contra el sexismo lingüístico se hace en las lenguas que carecen de género gramatical?

martes, 5 de noviembre de 2013

Apunte acerca de escuchar la razón

Soy un aficionado de las analogías. Los amigos lo saben. Hay una comparación a la que le tengo especial manía y por medio de la cual me permito estudiar la filosofía. Se trata de la sonoridad en la actividad mental, una forma de monismo, desde luego. El universo secular que me educó me dijo que la razón era el instrumento de mayor capacidad liberadora. Según ellos, no sólo conducía a una intensa construcción propia llamada creación, también tendría efectos positivos duraderos. Para ejemplo, miremos la civilización. Es cierto que ella está en decadencia, pero eso no elimina la verdad de que ha acumulado procesos benéficos para unas 140 generaciones humanas (la historia). Pongamos por caso, para mi propia vida y para más de cien de mis antecesores, aunque pocas o ninguna de mis ascendencias hayan formado parte de la clase privilegiada de la civilización, las virtudes culturales se filtraron en nosotros como el éter, por pocas que sean las generaciones de lectores en nuestra sangre. Pues bien, volviendo a la analogía, me parece más exacto describir a la razón en función de la armonía que generan las creencias, importantes responsables del camino seguido por los comportamientos concretados. De nuevo, por armonía me refiero a la sonoridad, no a la buena conciencia que se encuentra satisfecha consigo misma y el mundo, ciega a la miseria y a su propia responsabilidad. El pensamiento es musical, igual que los símbolos verbales, y opera a nivel individual y colectivo. De acuerdo con esta relación, cada vez que una conciencia (o colección de creencias activas) persiste en el tiempo, mantiene una tensión consigo misma y con el entorno, busca un equilibrio que conserve su identidad como cuerpo autónomo y su pertenencia a un hábitat de múltiples y diversos individuos. El leitmotiv es la recuperación de una forma establecida conforme a la correlación de la totalidad de las fuerzas. En esto se asemeja el pensamiento a los fenómenos sonoros, a que su medio es elástico y tiene la disposición de iniciar un viaje que concluye con una vuelta al origen. Este regreso de la figura es un acontecimiento sustancioso y deja una marca en el espíritu. Quizá sea difícil interpretar el suceso de cambio y regreso como una huella física, pero sí representa una experiencia cognitiva (si hablamos sobre todo de la elástica mental) o estética (si hablamos sobre todo de la elástica del aire), y por sus efectos es un hecho verificable. Esta recuperación es propiamente el crecimiento o valor agregado de la intervención, el viaje o el conflicto. Si la conciencia sufre un impacto desestabilizador, entonces tiene que buscar una nueva configuración hecha a modo para recuperar su estructura coherente, esta noción es la que respalda la reducción de disonancia cognitiva. En el caso de la razón, se trata de un esfuerzo lógico por conservar la coherencia, en el caso de la música, de la armonía. Por supuesto, ambos fenómenos físicos son distintos y nadie debería confundirlos, pero su estudio en conjunto permite mirar la ampliación de los horizontes mentales o aprendizaje con otros horizontes, más complejos, más completos.