jueves, 14 de mayo de 2009

El Ser es...

Cuando se dice, se lee, se escribe, "el Ser es" parece que se habla de una cosa muy rara. A más de uno le he visto cara de extrañeza al tratar de entender esto. En parte porque Heidegger tiene razón al señalar que en esta forma sustantivizamos una función copulativa. Por cosas muy básicas de la lengua, verbos transitivos, intransitivos y copulativos, "ser" es un verbo de este tercer grupo. Sustantivizarlo, elevarlo (o degradarlo) a la categoría nominal genera alguna confusión en aquellos que, con razón, no ven una fórmula bien formoda en "el Ser es". Para empezar, ¿por qué la mayúscula inicial? No es una jalada alemana que adoptemos para el español, como podría sugerir enterarse que los sustantivos en aquella lengua se escriben gramaticalmente con mayúscula inicial; es medieval, y por ser antigua se respeta. Sí, se escribe la S grande como signo de pretensión, es una evocación de lo eterno, de la verdad profunda (Verdad), de la realidad de las cosas del mundo. Aunque el Ser aparezca de muchas formas como la nada no es menos cierto que el intento originario, su razón de ser, es decir cómo son las cosas en realidad; decir cómo es cualquiera de ellas o cómo son todas ellas, y es que por ser algo, las cosas ya tienen cierta lógica, cierta estructura. Que el Ser es es la primera gran historia de la metafísica. Es una historia en torno a lo ente y lo trascendente. Es una historia sobre la pregunta por el principio de las cosas. También es una historia sobre la cárcel del alma, que no es el cuerpo, y tampoco del alma, sino sobre el decir de la subjetividad.

No sé, de pronto no sé, si todavía se piensa (sí, impersonalmente) que el Ser es. Pero puedo aventurarme a decir qué se quiso decir con "el Ser es". Básicamente, que una cosa es una cosa. Es decir que una barba es una barba, como una silla es una silla; que un hombre es un hombre y una mujer una mujer; que el niño es niño, la ropa ropa, la célula célula, el cáncer cáncer, la carencia carencia, la justicia justicia, la muerte muerte y así con lo que siga. Todo el mundo es perfectamene coherente cuando las cosas son lo que son. Pero, terrible verdad, ¡oh ingenuidad!, la mentira, la falsedad, el equívoco también son en el mundo. El pensar positivo de la realidad suele olvidarse que el mundo está conformado de alteridades personales, que las cosas no son solamente lo que son, sino que también son lo que nos dicen que son. Ojalá sólo se tratara de lo que las cosas son y lo que se dicen que las cosas son. Pero no hay un subsuelo paralelo análogo a esta tensión entre el yo y los otros, es más complejo dado que los desdoblamientos permiten conformar al yo como rigurosa alteridad. La prisión de la subjetividad consiste en el poder ser inconsistente, en ser algo y no serlo. Como hablar lo infinito, lo eterno, lo absoluto, lo incondicionado es sólo una evocación y no una aprehensión el hombre no es libre de ser (decirse) perfectamente consistente.

Nada de esto nos salva por obligación del Ser, justo como una segunda prisión no nos libera necesariamente de una primera. No hay ruptura, siempre hay modernidad. Este tiempo real, este presente y actualidad que no se iguala al pasado ni al futuro, porque algo se desconoce, se mantiene inconexo, y porque algo no es como aparenta ser. Todo aparenta gratuitamente, justo como todo es gratuitamente -ninguna casualidad al ser ambos copulativos-, pero no se conoce gratuitamente, no se sabe sin transpiración, sin dolorosa, angustiosa, argumentación. Práctica cruel y verdad de perogrullo afirmar criterios para negarle a otro el privilegio (el placer y el poder) de saber. Y no sorprende que el hombre le mienta al hombre. Maldita la historia. Condenadas las personas.

Aquí hay circunscritas suficientes razones para hablar pertinentemente de un sendero (precedente, trascendente, mitológico) a la divinidad, quizá sea teologalidad.

1 comentario:

mctelloli dijo...

Me encanto el final! Condenadas las personas! Y me gusto leer hoy sobre la gratuidad, ese fantasmilla. Parece que pasarla mal con el Ser nunca estuvo de moda, es que nunca se fue. Salud!

pd.- Jaja mi palabra de verificación es "rallin" ay que de risa.