sábado, 25 de abril de 2009

Condiciones

Me siento fatal, molido por malas noches. Creo que mis entrañas y mis articulaciones están inflamadas, que me deshidrato y que todo empieza por tanto a complicarse. No puedo estar mucho tiempo concentrado. Al menos no hay fiebre. Ya van dos días así, aunque ayer fue en general más gacho. Siendo que la situación mejora, supondré que mañana estaré sano, espero estarlo, pues me dejaré deleitar con buena compañía, amigos.

Toda esta situación me recuerda a los viejos físicos, a la alquimia y a la astrología. Una metafísica que no parta del cuerpo es una metafísica ciega, dudo mucho que alguna metafísica no haya partido del cuerpo..... En lo que fallan algunas, pienso, es en derivarse integralmente de nuestra condición material. Muchas olvidan las tripas, la enfermedad. Por eso debo regresar a muchos maestros de la antigüedad. Yo me he cruzado con Maimónides, el médico, debo profundizar mejor en sus postulados de hermenéutica general. Los modernos no lo valoraron lo suficiente... o yo no tengo los libros en donde lo hicieron... como que esto último es lo más acertado.

Ay... duele... Que la ciencia busque aplacar el dolor, o que busque eludir la muerte, eso la hace de aplicación clara... mas no sé todavía si pueda ser en un sentido último, por eso, buena.

jueves, 23 de abril de 2009

Repara los atajos

No todos los atajos reducen los costos. Cuando un hombre piensa los eventos que vive y se los figura en un modo mental (los abstrae, los define, los formaliza) está cometiendo una reducción; toma de aquello que aparece por vía de su vivencia lo que más valora y atiende en ese presente desde cierta capacidad representacional operante (estructura sistémica, semiótica o lógica en funcionamiento). Lo que hace con su vivencia es desbaratarla y hacer de ella una imagen de una complejidad altísima de carácter psíquico, ya sea mental o emocional. Una analogía de este acontecimiento, de este atajo intelectual, es contar las estrellas de un firmamento limpio con los dedos. La poca cosa que retenemos en la cuenta de estrellas es, aunque inferior a la inmensidad que se presencia, bastante compleja y profunda. Otra analogía es la del agua o la arena fina que se alcanza atrapar con las manos desnudas. Pasa igual, lo que queda en nuestras manos parece nimio, pero tiene su encanto. Cuanto queda, queda con profundidad y ésta produndidad, es decir, este poder que la cosa retenida es, puede resultar en una suficiencia subjetiva (satisfacción), ya sea por la intuición de lo sublime que se nos ha ido o por el artificio mismo al que incurrimos para retener algo, aunque sea una pizca, del inmenso infinito.

Así, las imágenes psíquicas tienen la capacidad de satisfacer, y cuando lo hacen, la conciencia complacida que lo obtuvo, hace uso de él, y aprovecha su misterioso poder. El poder que una conciencia aplica o pone en marcha es a su vez un evento que puede ser imaginado, reducido, a otra forma, la forma de la posesión, y ocurre entonces que el poder que en un principio nació de una imagen, germina en la ficción (grupo de imágenes) de que es un poder de esta conciencia que lo ejecuta,  entonces se dice que esta conciencia se ha empoderado de una parte del infinito. Y la satisfacción crece, y con ella, viene un entusiasmo que anhela siempre más fantasía... y la máquina deseante ya está ahí.

Siempre algo del infinito vívido se escapa. Se escapa de las ideas y se escapa de las letras. Los atajos son básicamente formas que prometen un poder de ahorro, los empoderados sabedores de atajos ofrecen, en general, un ahorro de tiempo. Entrados en este juego de poder, el proceso del habitar y presenciar el infinito pierde de vista su origen modesto, entonces se olvida a los tontos dedos que cubrían las muchas estrellas que no se contaban ni se veían, se olvida la poca capacidad que tiene una mano para retener por sí sola a los flujos de moléculas diminutas que son incapaces de conservar una forma resistente. Entonces lo que se experimenta ya no es una comprensión de la finitud y de la infinitud, sino una serie sucesiva de satisfacciones y atajos para nuevas y más exigentes satisfacciones. Son movimientos vertiginosos en la medida que se participa de la amplitud de conciencia. Una persona verdaderamente encarcelada ya es un niño que tiene muchas corcholatas y las aprisiona a todas y cada una de ellas en un bote o en un bolso y cree tener, en efecto, ahí en sus manos, todas las corcholatas de su colección.

Los atajos generan procesos concéntricos y excéntricos y catapultan, golpean y devastan. Sus adalides son la potencia, la fuerza, la velocidad, la ambición, formas arcaicas, todas ellas, de terminación, de cierre, acorralamiento, tragedia y dramática fatalidad. La civilización es una inmensa colección de atajos que no podemos evitar haber heredado en uno u otro modo. Todos los problemas humanos que padecemos los hombres no son sino la consecuencia de ese anhelo, de ese entusiasmo que nos mueve hacia ficciones más complejas, mientras seguimos temiendo el fin de nuestra finitud: la muerte. Pienso que nos tomará más tiempo del que nos hemos ahorrado entender, como especie, qué hemos pasado por alto al andar tan presurosos.

lunes, 20 de abril de 2009

Recuerdo

Todos los días 20 y los días 7 de cada mes son difíciles para mí. Me conmueven. Siento que algo remueven, como si lavaran. Quedo distinto, y bastante perturbado, después de ellos porque son días de conmemoración. En ellos recuerdo mi vulnerabilidad, mi imposibilidad de permanecer... y extraño. Resistir el cambio es una cualidad que no comparto con aquello que tanto amo. Yo sufro mientras que lo que adoro se mantiene inmaculado. Por fortuna, ese objeto de amor puro no es exclusivista, no me exige un modo selectivo o marginante de vida, no me reviste de gravedad y desprecio hacia otros espacios que bien pudieran acoger amor, espacios que, ciertamente, se tornan amables y apacibles con ayuda de los dones y el esfuerzo.

Hoy recibí un regalo de un amigo al que conocí brevemente en este período escolar. Cada vez me queda más claro el despegue que realizo hacia una todavía inconmensurable e indefinible propuesta filosófica. Dejo una foto del presente que me hizo con dos propósitos, uno, para mostrar un ejemplo de cómo irá concretizándose mi tesis filosófica, a través de la trasmutación de la identidad personal y de la unidad de la conciencia (noten cuál es el autor del texto), y otro, tal vez protocolario pero bastante lindo, el de hacer constar el agrado con el cual he recibido este presente. Gracias, amigos.


Quisiera disculparme por el pudor y el tiempo que me toma (o me hace falta para) hablar de mí, un hombre convencido de la inexistencia o bien de la irrelevancia del autor y de la definición del hombre detrás de las ideas. Los hombres son textos, pero los hombres que escriben no son el texto que producen a modo de obra, son textos para la restancia, algo con el escaso título de un nombre o de una definición legal, siempre llevados por su ausencia de punto final. Hasta la muerte... momento en que la nada nos sugiere suponer un punto final... pero nada lo asegura.

Ah... quisiera tener la oportunidad de tomar una vez más una taza de té contigo. Quisiera explorar tu mirada y comprender que nada te falta, y que los dos, pese a que estamos, andamos colmados de bendiciones... y contemplamos...

sábado, 18 de abril de 2009

El triple fundamento

“Es que es imposible una prioridad intrínseca del saber sobre la realidad ni de la realidad sobre el saber. El saber y la realidad son en su misma raíz estricta y rigurosamente congéneres” (Xavier Zubiri, Inteligencia y Realidad, p. 10)


Cuando mi maestro Prada Oropeza me encargó leer para la clase Introducción a la filosofía unas fotocopias del texto Naturaleza, Historia, Dios (también de Zubiri), supe que me estaba presentando a un autor de un cuidado especial. Leí cinco veces esas fotocopias, no tenía tiempo para leerlas más, y no las entendía. Mis prolongadas confusiones mentales sólo me arrojaban hacia la pregunta: "¿qué es la totalidad de lo real?". Ahora que veo esta frase inicial de Inteligencia y realidad, escucho en mi foro interior múltiples ecos que inician conversaciones virtualmente infinitas, y una voz que me recuerda mi principal desacuerdo con la historia de las ideas de occidente... el supuesto principio de realidad del Ser y el de la intelección, que a veces se disputan la radicalidad y a veces se afirman en un mismo momento fundamental, no son suficientes. El primer principio mencionado es el clásico de los clásicos. La tesis que dice, en general, que el mundo objetivo tiene prioridad sobre nuestra subjetividad. El segundo principio es el que se desarrollará a partir del socratismo (que, según, buscaba definiciones con tal de ofrecerle mejores medios de salvación a una cierta subjetividad o alma) y que después de generar una nueva mitología del Hombre en el Renacimiento alcanzó su autonomía en la autoevidencia cogito ergo sum.

No me apena aceptar que los antiguos textos filósofos (donde aparece el problema del Ser) son ahora mera literatura, textos que cargan con una fatal referencia de ser fundamentos históricos de la filosofía actual, pero que se encuentran irrevocablemente distantes a nuestra circunstancia y cuyo entendimiento objetivo y universal es irrecuperable; todavía somos, sin embargo, lo suficientemente razonables y pudorosos como para conservar la reproducción de la actitud académica neutral así como nuestras funciones político narrativas, por lo que ideamos modos para afirmar que aquí Platón dice así y allá Aristóteles dice asá. Respecto a los preclásicos modernos y a los problemas sobre la intelección que derivan del criticismo y del idealismo alemán, ha quedado ya clara su insuficiencia dados los acontecimientos históricos inesperados e indeseables y las críticas teóricas hechas a lo largo de los siglos XIX y XX. No basta la intelección pura para justificar la puesta en marcha de un esquema funcional y racional del mundo. La singularidad y la diferencia estarán siempre apelando contra esta re-presentación resultada de un principio subjetivo de realidad.

Ser y saber, Occidente se ha preocupado por estas cuestiones ontológica, metafísica, lógica y epistemológicamente. No basta determinar a la realidad y a la intelección como dadas a la vez, sin prioridad la una sobre la otra, como congéneres. No toda vez que se trate de un fundamento dual puro, falto de movilidad, apertura, fluidez, dinamicidad. Es justo incluir a la formalidad axiológica y temporalizante en el ser y en el saber. La valoración no es necesariamente la propia, tampoco es necesariamente conocida en su singularidad pero sí es necesaria en calidad de fundamento agente:

La intelección sabe, la realidad es y la valoración acciona.

viernes, 17 de abril de 2009

Nosotros

Supongamos que nunca paro de hablar. Supongamos que me escuchan. Supongamos que algunas de las cosas que digo se entienden, no sólo como palabras que existen, sino que significan y pesan, las someten a juicio o a consideración de la conciencia. Si esto ocurre, entonces comienzan a inferir a partir de proposiciones dadas por mí o de contenidos de conciencia que no tienen un origen estricto en ustedes mismos, sino en mí, que soy un otro que habla y es escuchado.

Supongamos que retienen lo que digo y le encuentran cierta coherencia. Piensen que esta actividad suya permite el despliegue, por obra mía que enuncia y suya que decodifica, de alguna estructura lógica. Crean de esto que su pensamiento fluye y entiende.

A veces podrían sentirse identificados con las ideas que se van encadenando en su mente, quizá, aunque ajenas (mías), se reconocen en ellas, son parte del ustedes de otro momento sin mi presencia, un momento pasado que fueron y se va presentando a través de algo no suyo, emergiendo, renaciendo. Tal vez de todo lo que escuchan comprenden finalmente una serie de contemplaciones pasadas que fueron relegadas por cualquier urgencia, y recuerdan y resuelven. Otras veces, desde luego, podrían sentirse distantes respecto a las proposiciones que enuncio, desinteresados o incluso sentir aversión, molestia o simplemente olerse algún engaño venidero. Podrían ver un estereotipo, una idea falsa, un equívoco y no comprar la idea. La valoración positiva de una proposición la hace permanecer en la razón, la valoración negativa la retira del foro de la conciencia y evita su reproducción directa.

Cada una de mis proposiciones, de mis conjeturas, entonces, podría tener esta característica: la de ser valorables, ser aceptable o no aceptable. No todo el conjunto de proposiciones necesariamente debe tomarse como bueno o malo, existe el gris, no sólo el blanco y el negro, y el gris no tiene por qué ser bien distribuido y uniforme en el todo, podría presentarse como una ligera mancha del conjunto. Esto porque es posible valorar como bueno algún elemento que constituye el conjunto, alguna unidad proposicional, mientras se valora como malo el resto del conjunto. Lo que hace a un elemento una unidad proposicional es, justamente, que su valoración puede no coincidir con las del resto del conjunto, pues en sí misma genera un sentido y una actitud. Por eso lo que puedo decir puede llegar a representarles un gran esquema blanco, un gran esquema negro, un gran esquema pinto, un gran esquema manchado, un gran esquema con un único lunar y así podría decirte que en muchos otros modos posibles. Cuando el equema no es homogéneo, entonces se dice que carece de uniformidad valorativa (un tipo de pureza).

Finjamos, todavía más, que sabemos escuchar, que ustedes pueden ser uno: tú; que yo puedo ser tú y que tú puedes ser yo, que tú y yo podemos ser uno: nosotros.

Entonces, si algunas proposiciones dadas guardan con ustedes alguna afinidad y otras no, podrían defenderlas bajo su criterio y buscar que el conjunto de proposiciones entendidas conserve una misma uniformidad valorativa. para lo que podrían interpelarme y presentar o bien un grupo de ideas que les parecen que no pueden admitir la presencia de una idea aislada que ha sido negativamente valorada, o bien lo opuesto, una defensa apasionada de una idea aislada que quiere anteponerse a todo un grupo o situación de ideas negativamente valoradas que no se admiten porque entran en conflicto valorativo con la idea contemplada positiva. Los listos de ustedes podrían generarme los suficientes motivos para que yo vea el conflicto valorativo de una falta de uniformidad valorativa. Podrían guiarme hacia una contradicción oculta en mi enunciamiento primero siendo que han escuchado de un modo lógico conflictivo.

Básicamente, podemos negar cada unidad de sentido si la valoramos desfavorablemente. Pero el orden valorativo no es meramente subjetivo. El maestro Platón nos ha dado la noción de que puede ser también parte del orden ontológico. Este es uno de los misterios del eidos de la Belleza.

domingo, 5 de abril de 2009

Adicción

Soy un adicto a la belleza. Transpiro para la Belleza. A Ella invierto mis horas de existencia. Entiendo bien que no la puedo tocar, que me es distante, ajena. Pero la necesito. Soy un adicto, no es que pueda decidir entre sentirla y no sentirla. En todo caso, incluso si pudiera adquirirla y desecharla como un no adicto, no es una mercancía cualquiera, no está a la venta ni está a la mano. No es suficiente salir a la calle para apreciarla, para presenciarla. No siempre se está en la disposición necesaria e incontrolable de mirar hacia ella. Es verdad que no siempre está, pero cuando está, la siento cumplir su papel atravesándome. Después de mucha frustración, ahora sé que es volatil, que no debo andar sin cuidado ni tomarla nerviosa y torpemente. Todo intento por apresarla es contraproducente, pues la esfuma. Es una adicción terrible. Si no puede estar en mis manos, no puedo controlar sus apariciones en mi vida y no puedo garantizarme mi dosis de belleza. Debe haber algún modo de asegurar que estará ahí cada día, si no como objeto, quizá sí como paisaje. Es cuestión de generar la situación. Pero ¿cómo?, ¿cómo...?

miércoles, 1 de abril de 2009

Un nuevo giro al blog: Kuilg

"Kuilg" es otro de los términos que sobrevivieron de aquella lengua imposible. Su principal característica es que no es un sonido fácil. Pronunciar la "l" y justo después la "g" causa alguna incomodidad. No es para tanto, después de todo, sólo se trata de una palabra inventada para un propósito que ya no existe: construir una utopía que no se constituyó y ya no puede traerse al intelecto, que murió, y como con todo lo que muere, no volverá en su singularidad. Mientras yo olvidaba esta parte de mí que deseaba otro tipo de pensamiento, ambas palabras, el "kuilg" y el "zeyrus" se mantuvieron a través de lo años; me identificaba y me construía con sus nociones correspondientes.

El significado de kuilg básicamente era rey, gobernador, director, o príncipe, amo y señor. El idioma que nunca vio la luz era, en parte, un simplificador del castellano. Mantuve la palabra kuilg y me la atribuí como acto de autoafirmación. Necesitaba creer entonces que era un verdadero administrador de un principio de realidad (el principio zeyrus, el odio), pensé que mi mente era un kuilg. Los orígenes de la palabra (porque también tenían esos vocablos raíces históricas) venía de una tribu, una familia que se encargaba de gobernar a las demás familias, era, si se prefiere, el nombre de una dinastía ficticia. Kuilg derivaba de este modo de la forma primitiva "kylk" (advertir, aconsejar, debatir). La historia de los miembros de la familia Kuilg consistía en dar razones a los demás de sus decisiones. Ellos eran, en principio, retóricos, persuadían, convencían, y sin embargo, gobernaban aunque no tuvieran la razón. Este detalle de una ficción me hizo tentador usar al término kuilg como sinónimo de mi propia mente, a la que consideraba un gobernante ineludible de mis actos de orden de mundo (todo mi mundo era orden).

Tan pronto como comencé a llamarme Zeyrus Kuilg (señor del odio) me convertí en un solipsista en sentido estricto. Y no abrí las puertas de mi "reinado" de odio a persona alguna hasta que conocí al elemento que alteraría por siempre el sentido que tenía de mundo y totalidad de la realidad.

Hace unos ochenta meses conocí, se me reveló, lo espontáneo y lo ajeno. El principio opuesto a zeyrus, el emels, sorprendió mis días y desbarató mis creencias, del mundo y de mi persona. Con la representación de la unión inmediata (el amor) mi solipsismo se quebró y, en cuestión de pocos días, escuché cuál era mi destino final, mi nueva y última dirección. Tenía que recuperar la utopía en mi vida, y me embarqué en una empresa de la cual no espero salir mientras viva. Las primeras venturas fueron agotadoras y llenas de confusión, de inconsistencias. De las pocas cosas concretas que recuerdo que cambiaron está que desapareció mi identificación con Zeyrus Kuilg, dejó de ser el nombre de mi propia persona y comenzó a designar un alter ego, un falso yo, el yo del ciberespacio. El mundo me parecía tan raro en esos tiempos, alrededor de mí todo era confuso, pero el fondo de la realidad era luminoso y claro (mítico).

Uno de los diversos caminos que tomé fue comenzar a escribir pensamientos y publicarlos. Con esta labor esperaba aclararme la conciencia, que durante muchos años mantuve dando vueltas sobre el punto de la separación. El giro del blog Zeyrus Kuilg ya lo he explicado, pretendía algo muy específico y ya obtuve unos resultados suficientes que he aprovechado. Ahora estoy buscando algo distinto, ante todo una especie de propagación de mi intencionalidad, por lo que ahora asumo enteramente este espacio como un blog de corte personal como la mayoría de los blogs, creo el 60% de los existentes (revisar). Me permitiré escribir más cosas, y por eso actualizaré con más frecuencia.

Zeyrus Kuilg no dejará de ser el nombre del blog, pero ahora será una premisa, una plataforma para hablar de la tesis que intentaré defender, pese a que tengo poderosos pensamientos rivales. Dicha tesis dice que hacer el bien nunca sale sobrando. Un adelanto de cómo argumentaré lo contiene la "broma" siguiente:

Ando con razón pero sin ella.