Si los objetos alargados, incluidas las armas punzocortantes, son representaciones del falo -tales serían los dedos, las extremidades para moverse, incluso la cabeza con respecto al cuerpo humano erecto- entonces sentimos que su omnipresencia es lo bastante amplia para ser ineludible, un arquetipo sin igual. No obstante tiene competencia, pues los objetos abultados, cóncavos o convexos, que representan círculos densos o partidos -espacios habitados-, como los ojos y los ombligos, todos representan la vulva. Algunos sexistas han querido explicar modelos que derivan circunstancias varias a partir de una experiencia con el falo, pero pueden igualmente modelarse explicaciones (como se ha hecho ya) que tomen en cuenta los hoyos, el abismo y las cavernas, figuras que son sexualmente oblicuas pero ciertamente vaginales. La bóveda celeste en este sentido es un oxímoron, porque remite tanto al Padre como a la Madre. Es masculino porque representa el dominio del Sol, al Cielo lejano y severo, a los dioses proveedores de protección y leyes; pero también es ese espacio circular para ser, el mundo es como un huevo cósmico, o bien sus límites son como el amnios.
Si el mundo es una combinación de los aspectos y no pueden dividirse sin destruirse, quizá los signos diferenciados en la naturaleza solamente respondan a expresiones de ambas partes (que no son ya propiamente partes si no se separan) las cuales comunican un cuerpo limitado de sentido para nuestra percepción. Por ejemplo, la intervención y la penetración son figuras sexuales vinculadas a la masculinidad, pero la filtración y la impregnación tienen una importante carga femenina cuando son términos estrechamente cercanos a los primeros, pues en algunos casos pueden intercambiarse sinónimamente. El binomio sexual no existe necesariamente, es solamente un aserto teórico. Con motivos vitales detrás siempre podemos entrar en conflicto con él y dejar en suspenso su vigencia.
Si el mundo es una combinación de los aspectos y no pueden dividirse sin destruirse, quizá los signos diferenciados en la naturaleza solamente respondan a expresiones de ambas partes (que no son ya propiamente partes si no se separan) las cuales comunican un cuerpo limitado de sentido para nuestra percepción. Por ejemplo, la intervención y la penetración son figuras sexuales vinculadas a la masculinidad, pero la filtración y la impregnación tienen una importante carga femenina cuando son términos estrechamente cercanos a los primeros, pues en algunos casos pueden intercambiarse sinónimamente. El binomio sexual no existe necesariamente, es solamente un aserto teórico. Con motivos vitales detrás siempre podemos entrar en conflicto con él y dejar en suspenso su vigencia.
¿Por qué se mantiene la afirmación? Obviamente pensemos en sus celadores de significado. Nosotros hacemos la división, cortamos a la humanidad y los demás seres sexuados en las salidas 1 y 0. Pero el corte no responde solamente a una imposición arbitraria, también a una potencia creativa que nace de nuestras tesis vigentes. En ocasiones estas facultades son regalos definitorios para las conciencias. A veces nacen historias de vida que se pagan con continuidad, y son éstas líneas las que despliegan los valores teóricos. Si los seres humanos pudiesen partirse en cuatro (algunas tesis lo han hecho ya, incluso en cerca de una veintena de sexos), ¿entrarían en crisis sus valores activos? Pudiera darse el caso, pues algunos valores están construidos en clave universal; mientras más ambiciosos, más universalistas. No es que la modestia esté exenta de cerrazón de significado, pero entra menos veces en conflicto con la lengua de los otros. Más de un tipo ha encontrado con tristeza que aquello que piensa deseable y prescribe para la generalidad no equivale a aquello que lo realiza. Este es el meollo del problema para los celadores de la tesis binaria. La razón por la que no sueltan las interpretaciones dualistas de la realidad múltiple está en que los asertos activos del individuo (conciencia y hábitos) entran en conflicto con sus intereses propuestos. Por esta razón, el feminismo, por ejemplo, hace más vulnerables a sus practicantes de perder posibilidades de realización sexual, sean una ella, un él o un ello.
Las formas propuestas (por lo regular conscientes o al menos escritas en algún sitio) normalmente no se acomplan con las formas activas (por lo regular fuera de la atención conciente, a menudo nunca iluminadas por la mente del sujeto). Son las ideas activas las que definen al sujeto, formalmente (como sujeto-persona y sujeto-a) y a la vez en relación con todos los demás sujetos y objetos, mientras que las propuestas o las buenas intenciones son hechizos lanzados para resistir a una cierta opresión, para ir naturalizando una tendencia diferente a aquella que se volvió cruel mecánica de nuestro mundo y de nuestra constitución. Los hechizos pueden potenciarse y optimizar sus periodos de recuperación (así como en los juegos de video), solo es preciso enriquecer su núcleo halagüeño y abrir más y más las vías de acceso. Pedir menos compromiso con las formas propuestas y más con la derrota de la inercias. Una posibilidad: humane: ¿quieres ser más de dos? Sé uno diferente por cada año de vida y no olvides que la serie de nacimientos no reproduce igualdades. Más distintos son los bebés, los niños, los adultos y los viejos entre sí que las mujeres y los hombres. Otro hechizo: el hombre es un cuerpo sexuado para satisfacciones sexuales y reproductivas mientras la mujer es un cuerpo racional para la satisfacción de necesidades diversas de la existencia. Es decir, abracen sus opuestos sin perder la definición de su combate.
La irreductibilidad viene a cuento por estrategia, no por la ausencia plena de verdad.
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