viernes, 5 de junio de 2009

Semejantes disociados

Algunos humanos son formados bajo el estricto régimen de lo que tiene que ser hecho. Estos hombres son los racionalmente construidos. Algunos de ellos tienen la suerte de estar respaldados por el conocimiento más puro inspirado en los sabios de los tiempos pasados. No podemos saber cuáles de todos estos hombres así formados están respaldados y cuáles no; así que hay que tratarlos, en general, como si todos ellos pudieran estar en lo correcto, a menos que haya una fuerte urgencia por mostrar el error a estos hombres que --hay que reconocerlo-- son un poco impertinentes.

Y es que ellos son de los pocos a los que se les puede aplicar la analogía del reloj que tanto se pensó en la naturaleza y en las cosas inertes. Además, por ser tan metódicos, adquieren hábitos circulares, aunque a ratos parecen sobre todo cuadrados; sus comentarios, por ejemplo, son un tanto predecibles. Pero esto contribuye a que su comportamiento sea bastante vistoso, se nota que no son completamente humanos, cuando menos no como los que se cosecha hoy en día; es decir que no son sólo esclavos de la Libertad, sino también de sus propias cadenas u obligaciones concientes.

Entre sus gracias está tener claro la mayor parte del tiempo qué tienen en su mente o qué pretenden hacer de su vida. Son incluso hasta convencibles, una forma de relación por cierto poco frecuente, debido especialmente al problema de la escucha, actividad en desuso luego de la fuga de la actitud religiosa en las liturgias de esta época.

No se trata por supuesto de hombres-máquina, no están completamente construidos de modo racional, pues son bastante humanos; comparten la fragilidad de sus extremidades y su piel; sienten el frío, el hambre, se queman; son débiles y tienen dudas. Pese a su ímpetu acartonado, pueden reconfigurarse en contenidos, pueden adquirir nuevos caracteres, adaptarse y ser buenos amigos. Esto último es lo principal que hay que decir, pues no hay amistades sin revelaciones, y cuando ellos revelan el siguiente paso de sus manecillas, algo se conmueve en el mundo silenciosamente, porque cada uno de estos hombres reloj, puede estar respaldado en lo que hace y piensa, puede saber algo de alguna provincia eidética extranjera de altura.

El momento de mayor bondad de los hombres racionalmente construidos es ese en el cual describen a otro su largas secuencias internas, revelan sus engranes, poleas, válvulas, motores, diafragmas y demás órganos similares e íntimos de su cuerpo. Son tan buenos, que además contrastan su complicadez con sus simples objetivos, y la razón de su aparatosa forma suele parecerle al otro tan tonta. Al final del generoso acto del hombre racional, éste no reparan que ha mostrado a otro, ante todo y contra su voluntad, que es un ser perverso, así que el otro huye, por higiene, ya no porque el racional sea verdaderamente malo.

El incauto no aprenderá una lección muy obvia en toda esta situación, el hecho de la amistad de un hombre racionalmente construido y el acto generoso de desglosarse, no es sino una ofrenda de poder. El hombre reloj se descubre, en la medida que le es posible, a otro, le ofrece saber las reglas de funcionamiento de su cuerpo armado, secuencializado. Si el otro fuera un hombre bueno, tomaría el poco conocimiento adquirido y trataría de hacer algo bueno con él (como mejorar el aparato revelado); si fuera malo, haría algo malo; pero si fuera normal, correría, porque no podría aceptar meter mano en la administración del pobre hombre reloj abierto-desnudo y vulnerable. Pero no se olvide la existencia de la amistad, del amor y de la caridad. Mas comprendamos que pasa esta otra cosa, que como la maquinaria del racionalmente construido es extensa, el tiempo generalmente no alcanza para que pueda exponerse, así que el que recibe la ofrenda de poder sospecha, prevé que algo se esconde más allá, desconfía y se aleja, no acepta nada, y la amistad no se promueve, por el contrario, para el hombre reloj, se abolla. Es una figura bastante triste, incluso su dolor resuena a metálico, y eso siendo, no lo olvidemos, bastante humano.

4 comentarios:

tOnYtO dijo...

Este texto me removió y conmovió, es perfecto (o muy cerca de serlo).

Lo mas triste es la verdad que lleva impregnado.

Saludos robóticos.

Azulignis dijo...

Sí, es un texto que deja pensando... Pero me hace preguntarme entonces quiénes serían los irracionalmente contruidos: ¿normales? ¿locos? ¿cómo sería su funcionamiento?

Saludos y un afectuoso abrazo de esta extraña.

Enrique dijo...

Ya sean locos o normales, hay que decir unas cuantas cosas más de ellos, vale la pena. Veré cómo puedo complementar este casi cuento (pues pienso que está lejos de ser pefecto) con otro sobre los irracionalmente construidos.

Anónimo dijo...

¡¡excelente texto¡¡-- que como estoy? digamos que ultimamente no se mucho da nada pero digame y usted?.. ni siquiera de mí.. sin embargo me ha arrancado una sonrisa su visita.. ¡¡gracias¡¡ y pues lo he colocadoo su paginia en mi espacio.. seguimos mironeando el espacio.. beso

Mariana la Loka