viernes, 4 de mayo de 2012

Dos nudos


Para que se efectúe una deserción en masa del género humano, no hace falta que se popularice la droga cibernética de la realidad virtual; esa deserción ya ha sucedido: es la historia humana
Ó. de la Borbolla

Pocos años atrás, y en otro lugar, Habermas afirmaba que la estructura del espíritu humano no estaba cambiando, que nuestra conciencia histórica no se abandonaba, sino que la gran ilusión de una sociedad del trabajo había llegado a su límite y esto nos empujaba a la crisis y reestructuración de nuestras relaciones. Sin embargo, los nuevos medios tecnológicos de prolongación específica de las vivencias efectivamente atacan la conciencia histórica y deterioran su consistencia y orden de aparición entre las distintas instancias subjetivas e individuales. Asistimos a la producción no de conciencias históricas tradicionales sino de conciencias fragmentarias. Las conciencias emergentes ya no tienen pretensiones de conformación de bloques y edificios cognitivos, carecen tanto de figuraciones genealógicas como de cadenas causales, al contrario, están compuestas de momentos de hipérbole y placer, y mantienen ciclos de atención y satisfacción que requieren sólo mínimamente de racionalizaciones; su moneda de cambio no es compartir, sino la invasión de casos-excepciones, excepciones tan frecuentes que opacan sus correspondientes reglas. En este proceso la posibilidad de la experiencia se debilita y los conocimientos se diluyen e igualan con las informaciones. Y entretanto, la fuga como condición ontológica aprovecha las oportunidades y la competencia, y las interrelaciones que ahora se despiertan quedan integradas sin efectiva organización dentro de los modelos de representación.

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