Pragmatismo: un ejemplo de su lectura impropia
Una de las consecuencias más terribles viene de fundar el valor base en el efecto o valor de cambio y no en las consecuencias prácticas que aclaren el sentido de las ideas. Pongamos por ejemplo lo que la gente llama amor, el amor mediático. Éste es fuente de muchos males y de muchas ilusiones, y según su concepto (siendo permisivos en su significado), se resuelve los problemas en torno a él comprendiéndolo como acción o como verbo, lo cual se empalma convenientemente con el Evangelio. Pero el amor no sólo es una acción, también es una afirmación, un supuesto, una forma, algo dado en la quietud, si no absoluta, sí en un contexto de coherencia e inteligibilidad. Es válido que ocurra a manera de sentimiento privado, a veces manifiesto, y no sólo es legítimo como afecto productivo, paliativo o incluso preventivo (aspecto que al igual que la profiláctica no ocurre propiamente sin el aparato cognitivo constituido por formas). No hay déficit de aquello en lo que aparentemente giran los melodramas, estos se fundan en el supuesto del déficit mismo y no en el principio del amor. De ahí que sean espectaculares farsas de la realidad. Qué pena que parezcan ser el caso y que la representación se anteponga a la sensibilidad.
James (†1910), tanta estupidez no puede atribuirse ramplonamente a tu divulgación.
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El origen del pragmatismo contemporáneo, de acuerdo con los que escriben la historia, está en la filosofía peirceana. No obstante, el pragmatismo más conocido actualmente no tiene mucha relación con el que en su momento planteó Peirce en su máxima pragmática. Apliquemos entonces para mayor claridad la distinción que hizo Peirce en vida, su propuesta se llama pragmaticismo y la popular pragmatismo.
El pragmatismo común se asocia al individualismo a ultranza y se le entiende como un criterio de acción en miras de lo más efectivo, de ahí que se haya extendido con el apoyo de la noción valor de cambio o cash value. Desgraciadamente este criterio se confunde en la vida cotidiana con la búsqueda de lo fácil y lo conveniente, y se apoya en otra idea vulgarizada del utilitarismo en donde la acción moral es regida por el principio racional del mayor beneficio. El resultado es que el pragmatismo se convierte en la propuesta de la búsqueda del beneficio propio y queda muy cerca de una reducción de los objetos del mundo (morales o no) a meros medios para conseguir fines particulares y privados. En este sentido el pragmatista trata con herramientas y utensilios, luego, sale a flote una forma actual de cosificación. La situación más dañina en la que se aplica este tipo de pragmaticismo es dentro de un programa político, en donde ocurren toma de decisiones no consensuadas por mera practicidad. Este tipo de pragmatismo está difundido porque es exitoso, en eso consiste, en buscar la ganancia, el triunfo, y se adapta perfectamente a los valores del neoliberalismo económico.... que no sé bien qué diablos sea, pero no me gusta; no me gusta que me obliguen a competir, que sea requisito para compartir algo en privado. El mito del pólemos no es universal radicalmente hablando.
En cambio, el pragmaticismo defendido por Peirce es una propuesta metodológica de investigación que consiste en clarificar las ideas y reformular las hipótesis observando las consecuencias prácticas de las mismas. Se trata de aplicar los supuestos y medir sus alcances o su extensión evaluando las consecuencias, según sea su deseabilidad o no. El pragmaticismo sirve para transmitir una forma clara de modo efectivo, para así darle vida al concepto tratado en un sentido diferente al que propuso el hegelianismo. Se trata de discutir buscando algún tipo de correlato en los efectos para que pueda compartirse una idea a un par investigador. Peirce es un padre del intersubjetivismo, es un excelente teórico de un tejido de convivencia que aspira conocer más o mejor.
Ahora bien, en las telenovelas o melodramas actuales el amor puede cubrir varios roles, puede ser finalidad o simple fin; un obstáculo, un deseo, una vivencia, una reflexión, un motivo de pena, de envidia, de ilusión, de felicidad. En cualquier caso, es abordado bajo la propuesta pragmatista y no la pragmaticista, porque es la común, la de la vida del vulgo. De este modo, el amor se convierte en un objeto más entre muchos, que debe cumplir funciones específicas y que de no ser el caso, debe ser desechado. Así, los personajes supuestamente enamorados en estas historias sufren sin alcanzar solución alguna, a menos que su paz sea dejar de tener algún papel en la narración de la historia, para cuyo fin sólo tiene que acabar la serie y ser reciclados en un nuevo pastiche. No tienen paz y no la tendrán porque ellos mismos generan sus problemas y destruyen sus opciones de satisfacción no construyendo conceptos de amor. No idean, sólo suponen ineficaz al amor como se está dando. De ahí que unos nieguen amor a otros cuando estos no responden como quieren en ese momento, cuando supuestamente ofrecen la cosa llamada amor, igualmente se explica que los segundos sufran percibiendo exactamente lo mismo, que los primeros no responden como ellos quieren. Una telenovela es un desfile carnavalesco de máscaras, no una fuente básica de enseñanza de cómo funciona el mundo... qué desgracia que los infantes repitan esos tipos exagerados y no sean formados para la participación activa en la construcción de conceptos actuales y necesarios.
Si el amor se tratase pragmaticistamente, ¿qué pasaría? ¿Nos entenderíamos mejor? ¿Tendríamos mayor facilidad de comprender nuestros intereses y los ajenos? ¿Se transformaría la política?
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4 comentarios:
"se adapta perfectamente a los valores del neoliberalismo económico.... que no sé bien qué diablos sea, pero no me gusta;"
Solté una carcajada, yo también.
¿por qué no ampliamos el campo y nos preguntamos qué pasaría si intentamos comprender al otro, así, tal cual, de manera más pragmaticistamente?
Vaya pregunta, del calibre de las finales, incontestable con las pocas herramientas dadas. La cuestión es fundamentalmente ética y en ese sentido no puedo contestarla por completo. Puedo añadir no obstante algunas ideas para que nos aproximemos a la respuesta que estamos buscando. El nosotros que asumimos practicante del pragmaticismo tiene muy pocas probabilidades de mantenerse coleccionando sus resultados si la parte externa a él no procede con una intención similar, o al menos una no violenta para que se pueda representar una investigación controlada. La perspectiva pragmaticista no es fácil, la crítica desde y hacia una comunidad no suele ser barata, no lo es en el gasto de tiempo ni de energía. Es por motivos económicos, en su sentido amplio, que no somos en la vida cotidiana críticos (o pragmaticistas) sino pragmáticos, y la vida cotidiana está en todo, tanto en la sopa como en el laboratorio. Con sangre comprendí eso. En buena medida las ciencias son pragmaticistas en su ineludible estudio del hombre, pero como los recursos en la existencia no son infinitos y razones no faltan para cometer exageraciones (lo que no significa que todas estén justificadas por el responsable), la investigación del humano, y del otro, también es pragmática en su sentido peyorativo. Todo acto científico tiene su aspecto político. Con todo, creo que los investigadores aspiran en sus estudios a una comprensión del otro, así tal como es, y si son sensatos, saben que no pueden dejar de intervenir de una forma u otra sobre el otro y que este último también hace lo propio sobre ellos. Lo contrario, la neutralidad ideal o la máxima asepsia, no pasa en el orden de la experiencia, y probablemente ni el otro ni los investigadores tienen un estado efectivamente puro, sino que siempre están contaminados por agentes que no se pretende retomar pero que son obligadamente elementos del estudio. Hacer conciencia de estos factores en la investigación es parte inherente del proceso crítico, no verlos una posibilidad permanente y una posible fuente de error.
Enrique, compañero mio, veo más preocupación por el lado de la competitividad entorno a los nuevos mecanismos del mundo. pero recordando la inclusión del amor, estras de acuerdo conmigo en que en el amor tambien hay competencia? no te ha pasado en una relación que uno le dice al otro "yo te quiero más".
coño!!!!!!1 hacia donde vamos¨?
Mmnh, creo que sí cometí un error en el estilo. Debí puntualizar más en la búsqueda individual del provecho que en la exclusividad del triunfo o la existencia de la naturaleza superior -ese arriba ideado siempre por comparación- o estado mejor en cualquiera de sus expresiones, lo cual es la principal preocupación formal frente a la competitividad.
No quisiera soterrar más que de lo que hablo, como ejemplo, es del amor mediático, no de todo amor ni de lo que le es esencial a su Idea correspondiente. Y en este amor lo primero es la aspiración a lo fácil, según dicta un pragmatismo estúpido, y consecuentemente, se afirma y se cree en formas propuestas desde varios discursos pero de modo descontextualizado.
Veo conveniente subrayar tres presupuestos en el amor mediático: primer incuestionable, la soledad de un yo. Segundo, la imposibilidad de tener una comprensión existencial por parte del otro. Tercero, la manifestación de lo amado, si ama, lo ha de probar sirviendo a la consecución de ciertas perversidades privadas a ese yo solitario e incomprensible. Que eso de perversidades es suponer, optimistamente, que los amantes del amor mediático tienden a hacer conciente su deseo y constituyen ideas de lo que quieren; no creo que la mayoría configure querer, que para eso, está el pragmaticismo y otros métodos cognoscitivos.
Pero ya entrando a tu pregunta, sí, creo que en las relaciones amorosas es posible encontrar esta competencia, jerarquización me parece más exacto. Varios libros hablan de lo conveniente o lo inconveniente que es amar en segundo lugar que el otro. Pero pues ¿qué le vamos a hacer a esos textos redactados por muertos o por fatigados cuerpos en descomposición que son sus autores?, ¿qué hacer en especial cuando dicen cosas tan bonitas y tentadoras de escucha para nuestro dogmático, mítico, corazón? Ahora que hay que estar atentos, no porque sea posible detectar la comparación en el acto de amar, así como su determinación jerárquica dentro de la pareja, concluimos que toda relación amorosa tiene que ser así. Siempre podemos inventarla... Pero no seamos demasiado inocentes, es improbabilísimo que ocurra de otro modo si los miembros no son espíritus libres, creadores de sí y de sus posibilidades, forjadores pues de sus condiciones de riqueza y excelencia. He conocido pocas parejas así o que se encuentran en ese proceso, pero las hay. Testifico porque creo que en materia de amor es importantísimo no perder la esperanza.
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