viernes, 9 de octubre de 2009

Una discusión, desde un andamiaje ontológico, de mi propuesta filosófica personal

Un andamiaje ontológico tiene una dificultad primera y es su justificación. Existe un contexto humano desde el que es preciso mostrar la pertinencia de una nueva ontología. Una descripción de lo que es no tiene una pertinencia ni alcance por sí misma. Necesita un tipo de reconocimiento, necesita resolver problemas bien identificados y tener acceso a los medios desde los que estos problemas emergen y mantienen su problematicidad. Y conviene preguntarse no sólo por su justificación, sino también cuál será su relación con las ontologías previamente propuestas y/o vigentes. Y si nada de esto puede resolverse, acaso porque el acto de producir una nueva ontología no llega a completarse prácticamente en una vida, también cabe cuestionarse el valor de los filósofos que, entre otras cosas, tienen que desarrollar ontología(s) cuando hacen filosofía estricta, es decir, filosofía primera, coherente, autorrecursiva y con alguna potencia seductiva.
Mi propuesta filosófica personal insipiente y germinal no puede resolver esta dificultad, y se interesa por esta misma razón en desarrollar el carácter problemático del agente existente que filosofa. Me interesa el filósofo que está sujeto a tecnologías que expanden su memoria y su inteligencia contingentemente, y que lo arrojan a poner a prueba, no siempre con éxito, su racionalidad en distintas circunstancias no siempre dialectizables. El hombre que está condenado a racionalizar pese a que vive en condiciones siempre problemáticas, por su finitud de lenguaje y su humanismo que lo hace aspirar a cierto grado de dignidad, pasa por situaciones que convierten algunas veces saberes razonados en saberes inadecuados e inadaptables que tienen que ser desechados ante la verdad de la finitud y frecuente insuficiencia de recursos y energías para proyectarse propósitos en desventaja racional. Quizá debería comenzarse a cuestionar la realidad de la inteligencia humana y asignar esta cualidad exclusivamente a realidades misteriosas que se mantienen aparte la conciencia. Este asunto de la inteligencia del aparato metafísico que iguala al ser con lo que es, quedará escasamente tratado aquí. Hay otras tantas consecuencias derivadas de los planteamientos de la filosofía contemporánea de la existencia y la temporalidad.
Son muchas las fenomenologías y las hermenéuticas que discuten hoy día la posibilidad de la universalidad y la necesidad en la experiencia humana. Si acaso alguna Ciencia llegamos a desarrollar con la que nos hemos despreocupado virtualmente para siempre de las fieras y el descobijo ante la naturaleza, no por ello debemos apartar la vista del hecho de que las sociedades no creen lo que creen por que así derive de esa Ciencia, que desde luego es cuestionable como posible, las sociedades creen lo que desean creer y se mantienen cohesionadas y medianamente explicables gracias a la aplicación del poder no consensuado.
La posmodernidad jamás ha validado el relativismo. Todavía somos modernos en el sentido que no hemos abandonado la lógica de la identidad, y llega a parecerle a algunos que no lo haremos. La posmodernidad sólo se ha encargado de crear herramientas de resistencia política, denunciando los problemas de nuestra supuesta “inteligencia” a la hora de convivir y coexistir, como la normalidad, el falologocentrismo, la facticidad positiva, el nacionalismo, y proponiendo algunas vías de respuesta desde la individualidad.
Parece que la esperanza se encuentra en la estética, en el híbrido señalado por Platón en su Banquete, en esa cosa que es de este mundo de los entes iluminados por la razón pero que también es parte de ese mundo del misterio, de lo oscuro fantástico, mítico, asombroso, que nos llama a aceptar ignorancia. Si lo dado se renueva en este sentido y llega a ser satisfactoriamente opaco, éticamente bello y deseable, quizá la actual ontología predominante de la facticidad pueda ser adaptada o tal vez desplazada y los problemas propios de una era de escepticismo se resuelvan y den paso a otro tiempo, uno Post-Moderno.

1 comentario:

mctelloli dijo...

Si! Asesina al posmodernismo! enfrialo! ya es responsable de muchas situaciones empolvadas... hoy no lo tolero. Saluditos