jueves, 24 de marzo de 2011

Misógino

Mi experiencia humana no filosófica es la principal administradora de mis entradas. Por eso creo permisible el juego libre e injustificado de pensamientos a ratos objetivos y la más de las veces valorativos. Una especie de bocadillo infantil que nadie tiene obligación de leer, criticar, esconder...

Mientras andaba hoy por las calles de mi ciudad natal, a la cual desestimo tanto, tuve la oportunidad de retomar un viejo problema a raiz de un recuerdo antiguo: mi misoginia. Odio a la mujer, no menos que al hombre, y se debe a que la concebí desde mis inicios proyectivos como un ser configurado desde siempre junto a la belleza, tema este que excede -lo sabemos- toda naturaleza física. De esta manera, me es insostenible tratar el objeto de lo mujer sin entrar en cierto rango de idealidad y formas, es decir, que nada femenino veo sin encontrarme también con mis objetos de discusión y permanente trabajo: las ideas. ¿Y si mi trabajo se pausara y dejara de discutir ideas? Entonces no vería, dado el caso, a una mujer, sino a un otro, o sea, a un hombre, el cual también participa de la belleza, pero es suceptible de no tenerla sin por eso dejar de acontecer. Considero esta situación, por supuesto, harto retorcida. No me puedo justificar, así es el odio, de muy cortos alcances.

viernes, 18 de marzo de 2011

No es aquí ningún performance

Si la expresión no comunicativa es una posibilidad, el significado de la no-comunicatividad ha de estar, siquiera, a salvo. ¿Estamos atados a la significatividad de esta anomalía de la comunión y figura contraria a la condición abierta y dinámica de roles inherente a la acción comunicativa?

Es útil la empresa de no expresarle algo a otro, mientras dos milagros precedentes hayan tenido lugar: primero, que uno haya recibido adiestramiento en cuanto a las reglas de explotación, y segundo, que uno haya captado el núcleo fundamental de aplicación de estas formaciones generales para la acción. Sano es el amor de las madres. Y aunque no todas las madres son amorosas, tampoco es éste el desideratum ideal.

Podemos eludir todos los giros; los turnings, como las revoluciones, son viejas obras de una política y una historia a todas luces sospechosas, los representa principalmente el alien. Son una rareza de un vejestorio todavía más caprichoso y amorfo de discursos enmohecidos, ennegrecidos hasta lo irreconocible, injustificados y confusos, sistemas que aunque habitables rayan en absurdos cuyo primer efecto es no comunicar noticia alguna, sino rebotar la atención dirigida de su supuesta audiencia hacia sus propios adentros, para que éstas se hallen, de nueva cuenta, frente a la dificultad de la suversión de las estructuras y de los sistemas desde el no-criterio, para mirar una vez más la ruptura general y las posibles medidas provisorias, sin identificar en ellas tradición glocal ni mensurabilidad funcional. Por decir poca cosa, la forma construida singular no mola, proponer ya no vale por sí mismo, y no brillará de ninguna manera -¿o con ninguna madera?-; no podrá tampoco ser inmolado ni aprovechado en su destrucción por cualesquiera otros canales porque estará sujeto a la imposibilidad histórico-fáctica de la trasgresión, será un objeto más en el espacio del que no se sabe uno deshacer, un memento de la mala vida que nos hemos destinado, desgracia que será breve para los no favorecidos, forzados a sufrir la máxima pena de la media vida desde el anonimato a causa de un grupo extenso y agazapado de don nadies: los irresponsables perfectos. La lógica del tema se mantiene todavía simple: privarnos de nuestros propios fines para no llegar a ningún otro fin.

Y así, ocultándose, siendo licuados ante cualquier vista, hinderizándose, entorpeciendo la posible audiencia, todavía se gana una "libertad ilimitada", "cuantificada" como de mayor riqueza que una básica derivada de formas singulares de comunión: es posible mantenerse representando, imaginando, siendo uno mismo, como sea que se sea, sin comunicar, es decir, estar específicamente sin la alteridad como tal, delimitando, al modo de su actualización, la propia concepción.

Adentre al álter en su cuerpo de creencias y plausibilidades y permítale ejercer su derecho natural a quitarle la vida a la mitad de sus sueños. Pocas son las otras puertas de llave simbólica que conducen hacia la humildad.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Los indeterminados: príncipes y nuevos hijos de la Creación

La liviandad no nos hace mejores personas. Tampoco somos más auténticos, ni más libres ni más nosotros mismos por huir de la posibilidad de mejorar.

Si usted no se decide, no se ata ni se limita, si se mantiene siempre inabarcable en posibilidades, sin tendencia, simplemente el ego ocurrente, vociferante, autorrecursivo, si se prefiere infinito no transfinito, meramente indeterminado, entonces usted no es nada.

Si desea dar la opción de tómese o déjese, si desea fomentar la omisión o la indiferencia, o nutrir el lenguaje políticamente correcto o someterse a la impronta de la tolerancia, entonces adelante, fáltele el respeto al respeto mismo no siendo responsable ni encarando su carga, ni su cuerpo, ni su grupúsculo infinito (aunque limitado) de relaciones.

Piense que no tiene historia, ni conciencia, ni consistencia, o bien que tiene estos y otros elementos a conveniencia, discretamente y ad hoc. Créase que es pura voluntad, ande por los caminos de la vanidad o lejos de ella, no se preocupe, usted no es nada; no se apure, sólo ha abandonado al ser.

Y dígase a usted mismo todo lo superior que quiera por no creer en fantasías, regocíjese por no caer en el error de asumir verdadera una simple apariencia o un dogma al que otros dieron el culo. Y si al momento siguiente concreta por un breve lapso que las comparaciones no tienen ningún objeto, adelante, tómese las palabras más light, sin mugrosas calorías, y crea que no se ha metido con nadie, que ha sido un buen ángel, a saber, el intelecto que su altísima Voluntad concibió debió ser.

Nosotros no lo vamos a juzgar con razón, de verdad, porque ninguna razón aplica sobre aquello que se supondría hombre pero que sólo es como posibilidad de intención. Si tiene alguna sospecha porque de pronto tiene alguna ocurrencia, no se alarme; usted nada más caerá como caen las millones de gotas de lluvia sin nombre, mojando, lavando, erosionando, mientras nosotros los engañados de la creación compartimos experiencias determinadas, como simples y modestos detalles de la conceptualidad.

Si usted desea crear, tráigase otro nombre y mire atento, contemple cómo jala parejo o nomás no jala. No por teorizar se va usted a dejar de equivocar.