Un nuevo giro al blog: Zeyrus
Hoy comienzo a reestructurar la imagen de este blog. No borro las entradas pasadas, pero tampoco seguiré su intención. Ya no tendré escritos selectos dedicados a personas específicas, sino que escribiré casi cualquier cosa que me venga en gana. Mi motivo es simple. La figura de Zeyrus Kuilg ha sido alterada. Comento brevemente sobre Zeyrus. Se trata, primero, de un nombre, pero no es un nombre cualquiera. Básicamente, lo que tiene de especial es que no existe. Lo creé en mi pubertad, cuando tenía la magnífica idea de inventar mi propio lenguaje. Nunca llegué a terminar el lenguaje que estaba elaborando, pero recuerdo la intención, en su pureza espontánea. Me sentía capaz de construir nuevos mundos desde nuevas palabras y nuevos conceptos. Fracasé por varias razones, la mayoría las desconozco, pero creo que la ignorancia de mi propia lengua era una razón importante con la que no pude lidiar solo, que era mi exclusivo modo de pensar en ese entonces.
La voz "zeyrus" la formulé pensando en sonidos que casi no tuviera el castellano, desde luego, no tuve mucha imaginación. He llegado a ver, con los años, a otros zeyruses, el primero que vi fue una escritura equivocada o trastocada del dios griego Céfiro, Zéphyros. Para los despistados que no lo conocen, pueden ver una descripción de una representación suya renacentista aquí o allá, o simplemente googlear y buscar en lo que más se les antoje de quién se trata, la Wikipedia no está mal en esa entrada. Al segundo zeyrus -que más propio es llamarlo ZeYrUs- lo encontré por casualidad en un foro cometiendo una inatinencia, le medio busqué y me enteré que hasta página tiene en el hi5. Me tentó la idea de acosarlo y le mandé un correo tratando de amedrentarlo... no respondió, quizá porque no es estúpido. Al tercero lo conocí buscando razones que acrecentaran el tamaño de mi ego en cierta ocasión que me encontraba desmoralizado. A ese lo vi como nombre de usuario en el Facebook. Cuando supe de éste, en vez de ponerme en contacto con él, nada más me dio mucha risa.
Además de su forma gráfica y fónica, "zeyrus" poseía en aquel lenguaje incompleto un contenido semántico que correspondía a los términos odio, aborrecimiento o rabia en la lengua castellana. Trataba de expresar con "zeyrus" uno de los principios de la realidad, el principio de la disociación, de la descomposición, del conflicto, del mal. La palabra me gustó, y comencé a identificarme con ella, la preferí a otras palabras que formaban, en el marco de este nuevo lenguaje, conceptos especiales y privados. Imagino que en mi adolescencia temprana sentía agresión de parte de todo el exterior, con o sin razón, y por eso creía que me identificaba sobre todo con el "zeyrus" y no con el principio de realidad opuesto, el "emels", vocablo que me designaba el principio de la concordia, la comunicación, el entendimiento y el amor.
Con el tiempo, fui abandonando la empresa de construir mi lenguaje privado y fui olvidando el vocabulario. Mi frustración al ser incapaz de crear sentidos nuevos terminó por destruir varios de mis "textos constitutivos", quería borrar la idea de otro mundo en mi vida, sin importar cuan mejor pudiera ser, sabía que era imposible actualizarlo, llevar esa lengua al uso en los demás. Sentí enojo por mi finitud, rencor por la soledad que yo mismo me propicié. El odio era parte de mi reflexión cotidiana, y fue así como sobrevivió en mí al menos el nombre de Zeyrus, ese y otro más, "Kuilg", del que hablaré luego.
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