Trinidad
Un hombre sentado en el porche observa fijamente el mar. Sus hijos se fueron a la guerra. Sabe que las motivaciones de sus "pequeños" eran equivocadas, sabe que muy probablemente le toque enterrar a su sangre, que morirá solo y sin legado. "Esos tontos ni mujer se consiguieron" -piensa para sí. No llora, sólo observa el horizonte. No tiene esperanza, no logró transmitirles su sabiduría más importante, que la vida dura no se conquista con plomazos, sino con amor. Entonces, un momento de lucidez le indica que él mismo no escuchó a su padre. Se ve a sí mismo mirando hacia el lado opuesto al que se llevó a sus dos críos, le da la espalda a su tierra, aquel espacio sangrado y lleno de conflicto. No desea esperar siquiera lo más seguro, la muerte. Vacila, se confunde, desespera. Ahí está ese hombre mirando fijamente al horizonte estéril, el que no le traerá nada. Y duda mucho, pero no hace nada, sus músculos están paralizados. Pretende dar cuenta de su error antes que cambiar su semblante. No lo logrará. Piensa en lo fácil que fue ser padre. "Sólo había que corregir". Pero ser padre y ser hijo es otra historia.
El mar ya no tiene sonido, el horizonte fijado se abre, vuela hacia los campos en lo profundo de los mares, a través de los cielos; cruza estrellas, parte los frutos de cada árbol. No lo encuentra, no ve ninguna sangre. Ahí está ese hombre mirando fijamente al horizonte estéril.
Un hombre sentado en el porche observa fijamente el mar. Sus hijos se fueron a la guerra. Sabe que las motivaciones de sus "pequeños" eran equivocadas, sabe que muy probablemente le toque enterrar a su sangre, que morirá solo y sin legado. "Esos tontos ni mujer se consiguieron" -piensa para sí. No llora, sólo observa el horizonte. No tiene esperanza, no logró transmitirles su sabiduría más importante, que la vida dura no se conquista con plomazos, sino con amor. Entonces, un momento de lucidez le indica que él mismo no escuchó a su padre. Se ve a sí mismo mirando hacia el lado opuesto al que se llevó a sus dos críos, le da la espalda a su tierra, aquel espacio sangrado y lleno de conflicto. No desea esperar siquiera lo más seguro, la muerte. Vacila, se confunde, desespera. Ahí está ese hombre mirando fijamente al horizonte estéril, el que no le traerá nada. Y duda mucho, pero no hace nada, sus músculos están paralizados. Pretende dar cuenta de su error antes que cambiar su semblante. No lo logrará. Piensa en lo fácil que fue ser padre. "Sólo había que corregir". Pero ser padre y ser hijo es otra historia.
El mar ya no tiene sonido, el horizonte fijado se abre, vuela hacia los campos en lo profundo de los mares, a través de los cielos; cruza estrellas, parte los frutos de cada árbol. No lo encuentra, no ve ninguna sangre. Ahí está ese hombre mirando fijamente al horizonte estéril.
9 comentarios:
mmm... los padres no entienden a los hijos y los hijos no entienden a los padres...
me gusto esta hisotria pero kizas no entendi bien lo ke pudo signifikar...
saludos desde fondo de bikini!
Y seguimos caminando creyendo que vamos por senderos nuevos; olvidamos que delante de nosotros pasó toda la humanidad y que detrás pasará toda la que vendrá. Sin poder salir del circuito, andamos y andamos.
Creo que lo divertido de esto es que tenemos la sensación de la novedad y el reto.
Alykhan
La Aprendiz de Bruja
[Do you Crash?]
Sin duda y aunque nos empe�emos en lo contrario caminamos en c�rculos. Menos mal que a veces nos queda esa sombra fresca en el camino, que alivia la sed del buscador, del caminante, con la contemplaci�n de la naturaleza.
Muy bueno tu blog. Seguir� pendiente!!!
Oiga, señor, usté ya no ha publicado. Ande, escriba algo y muéstrelo aquí. Algunos se lo agradeceríamos.
Atte: Juan.
La historia de un hombre que se da cuenta muy tarde de las cosas. Una vida estéril nos muestra que la existencia nos juega pasadas así, cuantos seres atrapados en los conflictos actuales, podrían identificarse con este texto. saludos!
Interesante mundo creado dentro de una mirada al horizonte. Está el vértigo de no entender el destino, de no poder procesar la culpa. Bien cinematográfico lo de la imagen del mar sin sonido. Está bueno.
Vaya, creo que nunca me había sentido tan leído por otros en mi vida. Desde luego que esto es un engaño, lo que escribo no es realmente mío y no es por tanto a mí a quien leen. Este texto en particular ha tomado elementos de muchas partes y suertes, la mayoría claro que no los apliqué concientemente.
Quiero expresar un par de puntos para ayudar a la comprensión de algunos en este texto. Primero subrayo dos líneas de tensión que dan alguna estructura a la historia: por un lado están las ideologías aplicadas en la historia de la humanidad y por el otro uno de los misterios de Dios en el cristianimo, el de la Santísima Trinidad, que da título a este mito propio de un infiel.
En segundo lugar, el sentimiento que motivó "Trinidad" fue el de la desesperanza. Cuando mi familia cedió a la esperanza de presenciar un milagro me vi empujado a escribir esas pocas líneas, que desde luego hablan, como bien señalan, de hijos y padres, así como de la enseñanza transmitida a través de las generaciones. Creo que acababa de leer en el blog de El hombre tranquilo una entrada dedicada a la educación. "Trinidad" es mi respuesta a ese post.
Como el asunto de la desesperanza ha trascendido en mi vida, realicé el post siguiente, "Religando", que maneja de otro modo el problema tratado en "Trinidad", sólo que ya no exclusivamente a modo de mito. El punto ahora es concretamente el conocimiento más profundo del hombre. Espero sea de su agrado.
Aquí les dejo una liga al post del que hablé arriba en El hombre tranquilo.
El mismo no miró a su padre, pero entonces no era el mismo. Creo que es muy natural verse a uno mismo como conocedor de las situaciones ajenas, pero nunca son las mismas, la vida va en ello.
"para actuar es preciso estar ilusionado"
Nietzsche
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